El Pais (Uruguay)

El daño ya causado

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La irresponsa­ble y temeraria invasión de Ucrania por Putin ha puesto en peligro la paz mundial. Después de que Occidente consiguier­a vivir durante casi 80 años sin las habituales sangrías bélicas que lo solían enlutar a cada rato, salvo algunos cruentos episodios localizado­s como el de Kosovo. O los ataques rusos previos a Georgia en 2008, tras lo cual le arrebató un 20% de su territorio o la toma de Crimea en 2014, nubes muy negras obscurecen a Europa y a nuestro interconec­tado planeta, en estos momentos.

El mundo civilizado espera que no se desencaden­e una tercera guerra mundial.en el mejor de los casos, llegar pronto a un armisticio y que se encuentren garantes para un tratado que ponga fin a los horrores que provoca la injustific­able arremetida del Premier ruso. Que respalden eficazment­e un acuerdo entre el invasor y los valientes ucranianos. Pero de todas maneras ya se habrá perdido mucho y las consecuenc­ias (ya empezaron) serán generaliza­das. Habrá que despedirse de la globalizac­ión, el outsourcin­g, la intensidad del comercio,

Presidente de ASSE el intercambi­o de bienes y conocimien­tos, frente al renacer del proteccion­ismo y los nacionalis­mos. Se diluirán los dividendos de la paz.

Y qué quiere decir esto?

1) A partir de la segunda guerra mundial, con pocas excepcione­s, las distintas naciones han gastado un mínimo de su PIB en la compra de armas y programas de defensa. Ha sido dinero que se ha volcaron en mayor bienestar de la humanidad; educación, seguridad social, alimentaci­ón, medicina, desarrollo de tecnología­s, actividad artística, vivienda, infraestru­ctura, investigac­iones y cooperació­n en las más diversas áreas. En pocas palabras, mejor calidad de vida.

Muchos países utilizaron menos del 2% de su PIB en armamento en contraste con otros tiempos en que iba de un 10% hasta un 50%. Enormes sumas de dinero a menudo dilapidada­s en gastos de defensa. En bombas, explosivos, misiles, aviones, helicópter­os, navíos y nuevos artefactos de avanzada tecnología, nucleares que sirvan para matar gente. La falta de guerras entre naciones durante decenas de años fue la mejor demostraci­ón del avance civilatori­o experiment­ado por el hombre.

2) Adiós a la no proliferac­ión atómica. En la actualidad, los estados que cuentan con bombas de esta clase son Rusia, en primer lugar, Estados Unidos en segundo puesto, China, Gran Bretaña, Francia, India, Pakistán, Corea del Norte, Israel. Hay que preguntars­e entonces, por cuanto tiempo, potencias como Japón, Alemania, Arabia Saudita, Irán y otros, se abstendrán de avanzar con arsenal nuclear, ya sea para disuadir o para responder a chantajes semejantes al que ocurre desde hace más de un mes en el lejano este europeo.

3) El desprestig­io de las Naciones Unidas, creada justamente para tratar de evitar estas situacione­s y apuntalar el pacifismo; para impedir el retroceso hacia la ley de la selva, a la imposición de los poderosos sobre los más débiles, aparte de la escalada de sufrimient­o y de daños colaterale­s (huérfanos, heridos, tullidos de por vida, separación de las familias, etc.) que provocan la megalomaní­a y los desvaríos geopolític­os de los desalmados con su ambición desmedida.

4) El aumento de los combustibl­es es un resultado ya palpable. Sus efectos abarcan al globo de una forma u otra incentivan­do la incertidum­bre económica,

“Nadie podría comprar un medicament­o en la feria hasta por un tema de seguridad.”

Leonardo Cipriani

Ha sido dinero que se ha volcaron en mayor bienestar de la humanidad; educación, seguridad social, alimentaci­ón, medicina, desarrollo de tecnología­s, actividad artística, vivienda, infraestru­ctura, investigac­iones y cooperació­n en las más diversas áreas.

la pobreza y las injusticia­s. La vuelta al carbón está cantada. O sea, un golpe de gracia a las medidas y planes surgidos a partir de la concientiz­ación de la humanidad sobre los perjuicios que la no protección del medio ambiente provocan en mayor o menor plazo; los riesgos del calentamie­nto global, el aumento de los mares, la polución de los océanos, la contaminac­ión de la poca agua dulce de nuestro planeta, la desaparici­ón de las especies y tantos otros males que antaño no se tenían en cuenta, por ignorancia, por desaprensi­ón, o por intereses creados quedarán rezagados o directamen­te en el abandono. Solo la industria armamentis­ta se habrá beneficiad­o.

Como escribiera Noah Harari en uno de sus brillantes artículos, “el mundo actual ha cambiado. Por una vez, no es exagerado ni innecesari­amente dramático decirlo. Lo trágico de la historia ya no es una frase rimbombant­e. Se hace realidad”. El ataque de las tropas rusas al suelo ucraniano a las 5 de la mañana del 24 de febrero pasado, dio comienzo a una debacle humanitari­a y material con extendidas consecuenc­ias negativas del orden mundial occidental. Y sus secuelas tendrán impactos que irán aún más allá.

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