El Pais (Uruguay)

El Vía Crucis volvió al Coliseo, marcado este año por la guerra

“Faltan las lágrimas, faltan las palabras. Menos mal que existe la fe”. Una de las estaciones tuvo como protagonis­tas a dos amigas rusa y ucraniana

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El papa Francisco oró ayer viernes en Roma por la paz en el mundo durante el Vía Crucis alrededor del Coliseo romano, marcado este año por la guerra en Ucrania.

“Señor (...) desarma la mano armada del hermano que se levanta contra otro hermano, para que donde haya odio florezca la concordia”, clamó el papa al término de la ceremonia.

El pontífice llegó hacia las 21.00 hora locales (las 16.00 en Uruguay) al Coliseo romano, en donde miles de personas, turistas y religiosos, la mayoría con antorchas, lo esperaban.

Después de haber sido suspendida dos años por la pandemia de coronaviru­s, el papa volvió a presidir la ceremonia.

Francisco, de 85 años, vestido con un abrigo blanco, asistió al tradiciona­l rito desde la terraza del Palatino, bajo un toldo instalado frente al imponente anfiteatro romano y no recorrió a pie las 14 estaciones que conmemoran el calvario de Cristo hasta su crucifixió­n.

Pocas horas antes, el pontífice había reconocido en una entrevista a la televisión pública italiana “que el mundo está en guerra” y lamentó que se haya elegido como modelo “el cainismo, es decir matar al hermano”, explicó.

En el Vía Crucis de este Viernes Santos, catorce grupos de personas, este año familias, se fueron pasando la cruz mientras se leen unas meditacion­es, y en esta ocasión se eligió a dos mujeres, una ucraniana y una rusa, para cargarla en la XIII estación, que refleja la muerte de Cristo.

Son Irina, una enfermera ucraniana, y Albina, estudiante rusa, ambas amigas porque trabajan en el Campus Bio-médico de Roma y que han visto cómo sus vidas cambiaban el 24 de febrero pasado, cuando Rusia decidió invadir Ucrania y sumirla en un devastador conflicto.

La decisión de unir a ambas en el Vía Crucis, un evento seguido en todo el planeta, había suscitado la discrepanc­ia del embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andrii Yurash, y otros sectores, si bien finalmente este gesto de unión se produjo ante los ojos de todos.

Además, hubo un cambio de programa ya que la meditación que debía leerse en este momento, divulgada previament­e por el Vaticano, fue eliminada por completo y se optó por sustituirl­a por una oración.

“Ante la muerte, el silencio es la más elocuente de las palabras. Permanezca­mos por lo tanto en un silencio orante y que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo”, instó uno de los oradores del Vía Crucis a los fieles, que obedeciero­n.

A miles de kilómetros de Roma, unas horas antes, el limosnero del papa, el cardenal polaco Konrad Krajewski, celebraba otro Vía Crucis entre las ruinas de las ciudades de Bucha y Borodianka, convertida­s en símbolo de la masacre y de la ruina del conflicto.

El tema de la guerra estuvo presente en todos los actos de la Semana Santa.

El Jueves Santo, Francisco volvió a reiterar su mensaje de soli

Las autoridade­s ucranianas han identifica­do a 900 civiles muertos durante la ocupación rusa en la región de Kiev, de ellos 350 en Bucha.

daridad y misericord­ia con los que sufren y se desplazó a una cárcel a 80 kilómetros de Roma para lavar los pies a doce detenidos, en una ceremonia que rememora la última de cena de Jesús con los doce apóstoles.

Mañana domingo culminará las celebracio­nes de Semana Santa con la misa de Resurrecci­ón y el mensaje “Urbi et orbi”.

FAMILIAS. El Coliseo, símbolo de la persecució­n de los primeros cristianos, volvió a acoger a miles de fieles —unos 10.000— que acudieron para participar en un rito que se remonta al siglo XVIII, aunque fue retomado en 1959 por Juan XIII.

Este año el Vía Crucis estuvo centrado en las familias y, por ello, algunas de distintas procedenci­as y situacione­s portaron la cruz a lo largo de sus catorce estaciones.

El recorrido fue protagoniz­ado por una pareja joven, otra de ancianos, por una familia numerosa, o con un hijo discapacit­ado o adoptado. También por otra que acoge a refugiados, por una viuda o por una de inmigrante­s que residen actualment­e en Italia.

La décimo cuarta estación, que narra la entrada de Cristo en el sepulcro, fue protagoniz­ada por una familia congoleña, la formada por Rauol e Irene, esta última refugiada en Italia, además de sus

JAMES HENDERSON * hijos Federico y Riccardo, de 4 y 11 años respectiva­mente.

En las meditacion­es, inspiradas por las vidas de estas personas, se habló de los “dolores” de las familias actuales, de la pandemia, de los conflictos, de los prejuicios ante la enfermedad o la discapacid­ad, del luto o de la soledad y la muerte.

LA RODILLA DEL PAPA. Los actos vaticanos del Viernes Santo empezaron con la celebració­n de la Pasión en la basílica de San Pedro y con una novedad: el papa no se postró en el suelo del templo, como manda la tradición.

Francisco padece desde hace tiempo un dolor en la rodilla que

Cardenal polaco, enviado de Papa a Bucha.

incluso le dificulta caminar y, por eso, optó por permanecer de pie rezando en silencio ante la tumba del apóstol Pedro para después sentarse en el trono, donde siguió la ceremonia.

Uno de los pasajes de la oración universal que Francisco pronunció al término de este rito solemne, en el único día del año en el que no hay misa en señal de duelo, trató nuevamente de las guerras. “Dios misericord­ioso y poderosos, que eliminas las guerras y reduces a los soberbios, aleja lo antes posible a la humanidad de los horrores y las lágrimas para que todos podamos ser de verdad llamados tus hijos”, proclamó. (AFP, EFE)

“Señor (...) desarma la mano armada del hermano que se levanta contra otro”.

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 ?? ?? COLISEO DE ROMA. Luego de dos años sin realizarse por la pandemia, unas 10.000 personas asistieron ayer al Vía Crucis del Viernes Santo.
COLISEO DE ROMA. Luego de dos años sin realizarse por la pandemia, unas 10.000 personas asistieron ayer al Vía Crucis del Viernes Santo.

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