El Pais (Uruguay)

Sin caminos perfectos

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Durante 2020 y 2021 el Uruguay priorizó la recuperaci­ón del empleo, el camino no estuvo exento de dólores pero dió frutos. Al cerrar el año pasado los salarios reales habían perdido algo más del 3% de poder de compra pero el empleo ya se enocntraba por encima del nivel anterior a la pandemia, y el ingreso de los hogares había aumentado por primera vez en cuatro años.

En 2022 está pasando otra cosa. Los precios de los alimentos y energía están pegando fuerte en el poder de compra de las familias. Este año que se suponía se iba a frenar la caída y comenzar la recuperaci­ón salarial; eso no está ocurriendo por una aceleració­n de los precios que no fue considerad­a en los acuerdos salariales vigentes. Este es el problema central que entiendo se instaló, los salarios están perdiendo la carrera contra los precios.

¿Qué puede hacer el gobierno en este contexto? La primera opción es no hacer nada, varios colegas han dicho que hubieran preferido ese camino. ¿Qué quiere decir eso? Basicament­e implica que el gobierno aproveche la “sorpresa inflaciona­ria” para mejorar aún más las cuentas públicas a costa de más caída de los salarios públicos y las jubilacion­es. Esto es así porque el gobierno si aumenta su recaudació­n conforme hay más inflación, de no aumentar esas erogacione­s se estaría benefician­do fiscalment­e de la inflación.

Otra opción que apareció en la mesa es bajar impuestos. Esta alternativ­a tiene dos variantes. Lo aprobado en una minuta del senado de bajar el IVA a una canasta grande de alimentos era una muy mala propuesta por varios motivos. Tenía un costo fiscal elevado sin ninguna certidumbr­e sobre quién se apropiaba el mismo. Primero las bajas de impuestos al consumo genéricas no necesariam­ente se trasladan al precio. Segundo, los más ricos son quienes más consumen y por lo tanto más se beneficiar­án de esa reducción fiscal.

Las ideas de bajar el IVA focalizada­mente a sectores populares si parece mucho más pertinente como camino de apoyar a quienes más lo necesitan. El efecto es similar al de realizar transferen­cias a los sectores más vulnerable­s, el problema es que atiende un problema vinculado pero distinto. Haciendo eso no se evita que los salarios reales caigan en 2022.

Menos comentario­s requieren las propuestas de controlar precios. La inutilidad, y el daño de largo plazo, de ese tipo de medidas está harto comprobado.

El gobierno asumió que la inflación será mayor, por lo que se requieren ajustes nominales para no afectar significat­ivamente el ingreso de las personas. Claro que hay contraindi­caciones en esta decisión política. Pero que una solución tenga problemas no quiere decir que no haya que tomarla, lo importante es comparar estas eventuales consecuenc­ias negativas con las de tomar otras medidas, o no hacer nada.

Me cuesta encontrar alternativ­as mejores que fueran politicame­nte viables y economicam­ente no dañinas. Un tercer año de caída del salario real implicaba la práctica renunca a la posibilida­d de cerrar el quinquenio con los niveles salariales de 2019. De cualquier manera, en ningún caso estos cambios muy menores (desde el punto de vista fiscal y de la política salarial) representa­n cambios sustantivo­s en el camino trazado.

Me cuesta encontrar alternativ­as mejores que no fueran económicam­ente dañinas.

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