De sumidero a fuente de carbono
■ Las turberas son los sistemas más densos en carbono del mundo. Aunque ocupan solo un 3% de la superficie continental, almacenan tanto carbono como todos los ecosistemas terrestres juntos. Esto significa que la degradación de superficies modestas de turba puede convertir a las turberas de sumideros a fuentes de carbono de forma muy rápida, liberando hacia la atmósfera en pocas décadas el carbono que ha sido almacenado durante siglos o milenios.
Las turberas se encuentran cada vez más amenazadas debido a la disminución del nivel freático por los usos del suelo que implican drenaje (agricultura, plantaciones, tala, pastoreo y extracción de turba para su uso como combustible). La FAO estima que las turberas drenadas representan en la actualidad el 10% de las emisiones totales del sector de agricultura, silvicultura y uso de la tierra. Además, el drenaje de las turberas altera la cobertura vegetal, amenaza la biodiversidad, disminuye la calidad del agua, causa hundimiento de la tierra, aumenta la frecuencia de incendios y genera otros impactos negativos a las comunidades, sus medios de vida y al medio ambiente.
Al drenar las turberas, la turba se descompone y se libera carbono a la atmósfera en forma de gas de efecto invernadero. Ya se ha drenado el 15% de las turberas del planeta. Aunque esos 65 millones de hectáreas de turberas degradadas representan menos del 0,4% de la superficie terrestre del planeta, son responsables de un 5% de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono. En cambio, las turberas no drenadas, que abarcan más de 300 millones de hectáreas en todo el mundo, secuestran hasta 100 megatoneladas de carbono cada año.