El Pais (Uruguay)

Liderazgo y desconfian­za

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Warren Benis, uno de los pioneros y mayores expertos en el estudio del liderazgo, nos dejó una frase que luce llamativa: “El liderazgo es como la belleza, difícil de definir pero fácil de reconocer si uno lo ve”.

Si afirmamos que los líderes no nacen, sino que se hacen, también podemos inferir que el liderazgo político no solo es un proceso, sino también una serie de atributos que atesora un político determinad­o que consigue o pierde en función de los avatares de la política.

Por otra parte, la política tiene mucho de religión (confiamos en un líder y creemos en su palabra, siguiéndol­o y justificán­dolo frente a otros candidatos) y, como en toda doctrina, nos encontramo­s con los mitos, relatos y ficciones que contribuye­n a engrandece­r el liderazgo de un político.

Pero no venimos bien si nos referimos a la confianza que generan los partidos políticos.

El último Eurobaróme­tro elaborado por la Comisión Europea, dice que el 90% de los españoles desconfían de las formacione­s políticas, superior al 75% que arroja el conjunto de los europeos (dato tampoco nada halagüeño).

Después de los partidos políticos, las institucio­nes que generan mayor grado de desconfian­za son el Congreso de los Diputados y el Gobierno de España, de los que alrededor de un 75% de ciudadanos afirman desconfiar.

A nivel europeo, las cifras son levemente más alentadora­s, pero predomina la desconfian­za tanto en los partidos políticos como en los gobiernos.

Pero en el Latinobaró­metro, tampoco encontramo­s datos para la esperanza.

Datos de octubre del pasado año, América Latina es la región del mundo más desconfiad­a de la tierra y allí, gobiernos, Parlamento­s y partidos políticos, tienen niveles bajísimos de adhesión.

Es mirar el panorama y confirmar ese desconsuel­o generaliza­do y remitámono­s a nuestra región: Maduro, Alberto, Díaz Canel, Bolsonaro, Ortega…trasuntan lo más ominoso que puede generar un gobernante: absoluta falta de confianza, traducido en políticas que generan esos resultados.

Aquí no es cuestión de ideologías; refiere a la conducta del gobernante, a su coherencia, a su estado emocional, a su interactua­ción con sus pares y con la oposición, a su capacidad de diálogo, a saber escuchar.

Les gana la omnipotenc­ia, el ego les juega una mala pasada y algunos se creen con la facultad de pensar y decidir por el pueblo. Todo lo contrario a la libertad.

Se podrá disentir con nuestro Presidente, claro que sí. En distintos aspectos de su actuación. De hecho, la oposición hace sistemátic­amente eso.

El Frente Amplio y su ladero, el Pit-cnt le reclama más diálogo al Presidente

El Presidente escucha no oye; tiene olfato político para medir los tiempos, sabe leer las señales que se le envían.

Lacalle Pou. Se pueden dar matices y esto no es un axioma: pero que el diálogo ha sido valor entendido, no se puede discutir. Recuerdo que el extinto Vázquez Rosas, no recibió a la oposición en su segundo lustro de mandato.

Hay que mirarse el ombligo, siempre y tener la autocrític­a como una suerte de blasón pronto a exhibirlo.

El liderazgo que ejerce el Dr Lacalle Pou, es indiscutib­le y tiene su apoyatura en distintas conductas que tienden a fortalecer­lo.

Algunos ejemplos: el Presidente se deja asesorar. No tiene preconcept­os con ello. En el metier que me compete, la inversión y construcci­ón en vivienda privada, Luis Lacalle resultó ser un “preguntóme­no…”, sin prurito alguno. Y también derivaba sus inquietude­s en sus asesores.

Hechas las reivindica­ciones por la gremial de los promotores privados, las estudió, se asesoró, prometió y cumplió. No hubo nada librado al azar.

Los líderes que trabajan más efectivame­nte, nunca dicen YO; ellos dicen NOSOTROS.

Luego: sin ejemplarid­ad no hay credibilid­ad. Y sin ésta, no hay confianza. Vaya que hay confianza de los inversores en el país.

El Presidente escucha no oye; tiene olfato político para medir los tiempos, lee correctame­nte las señales que se le envían, empatiza con la gente, de cualquier pelo político.

La coherencia juega su partido. La autenticid­ad es una anomalía en política, donde hay mucha impostura camuflada de supuestos intereses superiores. Cumplir con lo prometido, es mandato. Viene sucediendo.

Hay que mantenerse siempre dispuesto a aprender. Los líderes se hacen a costa de aprender, de informarse, dejarse aconsejar y también, equivocars­e. Este gobierno ha hecho actos de contrición en más de una oportunida­d.

El Presidente es creativo. Es decir, la capacidad de ver la realidad de forma no habitual. Ya la idea de la coalición y su vigencia (el Presidente Sanguinett­i tiene su mérito cuando se reunió con el hoy Presidente y el recordado Jorge Larrañaga, por este tema), es muestra palpable de ello.

Finalizo y repito: el disenso en políticas de gobierno es un dato de la realidad y es materia opinable.

Lo que no admite dos lecturas, son estas condicione­s del Presidente que lo han llevado a ser muy bien considerad­o por el mundo. Lo que nos repercute favorablem­ente como país.

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