No se festejan balances
Un viejo y famoso dirigente de fútbol declaró una vez: “no se festejan balances”, haciendo alusión a que la gente quería triunfos y no le interesaba que las cuentas del club fueran ordenadas. Algo parecido pasa con la política. Los ejemplos de los últimos lustros frenteamplistas son ilustrativos: fundieron Pluna y Ancap, y gastaron mucho más de lo previsto en obras faraónicas como el Antel Arena que sigue dando pérdidas. Sin embargo, seguramente ninguno de esos descalabros financieros y económicos incidió demasiado electoralmente, ya que los candidatos apoyados por el Frente Amplio (FA) terminaron perdiendo los balotajes recién en 2019 y por menos de 40.000 votos.
Ocurre que el orden financiero, la previsión de prudencia en los gastos y las cuentas públicas ordenadas son dimensiones que a la gente común y corriente no les importan mucho. En democracia, el ciudadano elige un elenco gobernante para que se ocupe de todo eso, ya que forma parte de la tarea misma de dirigir los destinos del país. Pero, además y con razón, pretende que se vean resultados concretos en mejoras de la calidad de su vida.
¿Alguien vio festejar por las calles una baja del déficit fiscal o una suba en la calificación del grado inversor? Nadie. Y no es ser populista admitir semejante verdad. Es, simplemente, entender cómo funciona la vida política y atenerse a la principal regla sagrada de la democracia, que consiste en convencer a una mayoría de ciudadanos de que el rumbo que el país está tomando es el correcto y que, por tanto, se puede seguir confiando en este equipo de gobierno, y no en uno alternativo, para estar al mando.
Dentro de esa confianza renovada por supuesto que habrá una evaluación del orden general de la economía. En nuestro Uruguay actual, nadie aprecia que la inflación se desboque, por ejemplo, ni tampoco nadie quiere perder competitividad exportadora cuando ella es el motor de desarrollo sobre todo del entramado productivo del Interior del país. Pero aceptado esto, es una crítica muy infantil y muy sesgada políticamente en un sentido pro-fa, la que se le hace al gobierno porque decidió aumentar salarios y jubilaciones en porcentajes mínimos y atendiendo a una situación real de pérdida de poder de compra de la mayoría de los uruguayos.
La verdad es que la economía crecerá este año más de lo que se previó a fines de 2021; que el núcleo duro de la producción industrial ya está por encima del nivel pre- pandemia; que nuestras exportaciones en volumen y en precio están en un momento excepcionalmente positivo; que el empleo se ha recuperado al punto de que hoy el porcentaje de desempleados es menor al de febrero de 2020; que la recaudación fiscal viene mejorando como consecuencia de toda esa mayor actividad en distintos rubros; y que la inflación, si bien sigue fuera del rango meta, no ha subido por encima del 10% anual, en un contexto internacional en el que los principales países del mundo presentan guarismos parecidos al nuestro.
Todos estos son datos reales y objetivos. Como real y objetivo es que lo que hace meses viene a contrapelo de toda esta evolución es la pérdida relativa y comparada del poder de compra de salarios y jubilaciones (en porcentajes pequeños, ciertamente, pero pérdida al fin). Así las cosas, ¿a quién se le puede ocurrir que un gobierno con sensibilidad social y con criterio político democrático, que
¿A quién se le puede ocurrir que un gobierno con sensibilidad social y criterio político democrático, que sabe lo que ha sufrido la gente por la pandemia, evite tomar medidas para mejorar el poder de compra de los salarios?
sabe perfectamente todo lo que ha sufrido la gente por causa de la pandemia en estos dos años, evite tomar medidas para mejorar ese poder de compra de los salarios? ¿Alguien cree que entre los partidos de la Coalición Republicana (CR) hay dirigentes tan tontos como para pensar que, llegadas las elecciones, la gente va a apoyar a la CR por resultados de balances financieros sin tomar en cuenta concreciones reales de mejoras concretas en la vida de todos los días?
Más empleo, más actividad, mejores salarios, más poder de compra, más exportaciones, más inversión: todo eso es lo que la gente está precisando luego de pasar la pandemia. Recuperar el crecimiento de su nivel de ingresos previo al estancamiento que se inició en 2015, y además ver concretamente que su nivel de vida sigue mejorando como ocurrió luego de la crisis de 2003. Y las medidas específicas para que todo esto ocurra es algo que incumbe al gobierno y al oficialismo que cuentan con mayorías para llevarlas adelante.
Es muy importante y positivo que en la CR se note que prima el criterio político que entiende que, en el fútbol como en la vida, nadie decide su voto porque los balances den bien.