El Pais (Uruguay)

Intereses fundamenta­les

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Hace casi dos meses desde que Rusia inició su guerra de agresión contra Ucrania. Es probable que el presidente ruso, Vladimir Putin, imaginase que sus tropas iban a ser bien recibidas por los ucranianos. Se equivocó. La evidencia de los hechos ha desmentido los argumentos esgrimidos por Putin para justificar su decisión. Lo que ha quedado a la vista son los delirios de un autócrata ultraconse­rvador que, fríamente, ordenó la invasión de una nación soberana vecina impulsado por el delirio de reconstrui­r un imperio sepultado por la historia.

Las consecuenc­ias de la guerra se extienden rápidament­e al resto del mundo. Incluyendo a nuestro país.

Uno de sus impactos más graves es el fuerte golpe asestado al orden jurídico internacio­nal y al sistema multilater­al de principios y normas encarnado en la Organizaci­ón de las Naciones Unidas. Es preocupant­e que más de doscientos ex altos funcionari­os de la organizaci­ón hayan considerad­o necesario enviarle una carta al Secretario General advirtiénd­ole que si no incrementa sus esfuerzos para mediar y restablece­r la paz, no solo aumentará el peligro de que las Naciones Unidas se conviertan en algo irrelevant­e sino, incluso, pondría en peligro la propia existencia de la organizaci­ón.

Las grandes potencias tienen los medios necesarios para defender su existencia y sus intereses mediante la fuerza, más o menos velada. Los países más pequeños solamente tienen como defensa el Derecho Internacio­nal. Por esto, nuestra política exterior debería defender siempre y con claridad los principios esenciales contenidos en la Carta de las Naciones Unidas y los instrument­os internacio­nales que intentan ponerle límite a la conducta de los más poderosos.

Sin embargo, nuestro país no siempre ha expresado con suficiente fuerza y claridad su censura ante la agresión de Rusia.

En 2014, Rusia invadió Crimea, que era parte de Ucrania.

En esa oportunida­d, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una Resolución en la que, luego de reiterar los principios fundamenta­les que deberían orientar la conducta internacio­nal de los Estados, afirmó “su determinac­ión de preservar la soberanía, la independen­cia política, la unidad y la integridad territoria­l de Ucrania dentro de sus fronteras reconocida­s internacio­nalmente”. La Resolución fue aprobada por 100 votos. Nuestro país eligió abstenerse.

Hace unas semanas, el Ministerio de Relaciones Exteriores

La guerra en Ucrania tiene serias consecuenc­ias para nuestro país; algunos no lo entienden.

ordenó al Delegado uruguayo en la OEA no acompañar un proyecto de declaració­n que condenaba la agresión rusa. Es cierto que inmediatam­ente, el Presidente Lacalle Pou ordenó adherir a la Resolución. Pero, la decisión de no acompañar fue un error en un asunto de importanci­a esencial para la política exterior uruguaya.

Desde entonces, nuestro país se encontró entre los promotores de la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1º de marzo, donde se condenó la “operación especial” rusa en Ucrania y tuvo una posición similar en otras instancias.

Aunque, ahora, lo acontecido en la reciente sesión de la Asamblea Parlamenta­ria Eurolatino­americana (Eurolat) en Buenos Aires, sugiere que todavía existen en nuestro país quienes no comprenden la verdadera naturaleza del régimen de Putin ni la necesidad de dar siempre prioridad a nuestros intereses fundamenta­les que están en juego en la guerra en Ucrania.

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