El Pais (Uruguay)

Adversidad­es y otras historias de un periodista que estuvo en todas

- NICOLÁS LAUBER

Xabier Lasarte es una de esas caras conocidas de la televisión. Llegó al informativ­o de Canal 12 en diciembre de 1990 (antes estuvo en Canal 5) y se ha encargado de cubrir temas tan distintos como las domas del Prado, temas judiciales, inundacion­es y hasta la visita de Paul Mccartney. Seguro que por eso sus colegas lo definen como periodista todoterren­o. También que lo persigue la adversidad en el trabajo, pero ya llegaremos a eso.

Además de periodista, Lasarte es actor de teatro desde hace muchos años (ver recuadro), lo que le ha generado anécdotas con políticos.

Fue con el elenco del Teatro Circular a Tacuarembó cuando el Intendente era Eber da Rosa. Hicieron

Fontanarri­sa y Lasarte hacía del comisario en el último cuento. Desde entonces se cruzó muchas veces con Da Rosa quien le respondía el saludo diciéndole: “cómo le va comisario”. Fue tan seguida la práctica que una vez un conserje del Palacio Legislativ­o le preguntó si antes de ser periodista no había sido policía.

En esta charla con El País, el periodista Xabier “El Vasco” Lasarte cuenta, en primera persona anécdotas de sus más de tres décadas trabajando en Telemundo.

ENTRE EL ACTOR Y EL PERIODISTA.

“Aprendí a lidiar con esos dos mundos. Yo terminaba de redactar algunas cosas y me iba volando a la función.

Una vez hicimos El porvenir está en los huevos de Ionesco donde interpreta­ba al bombero. Se atrasaron los partidos del Mundial, creo que el del 90 o del 94, y el flash que tenía que presentar a las 19:15, terminó saliendo a las 19.30. La función empezaba a esa hora. Me llevó un auto del canal, creo que fuimos por la vereda. Llegué al teatro me puse la chaqueta del bombero, el casco y no tuve tiempo de ponerme el pantalón y salí con el de vestir para hacer el personaje.

EL ÚNICO QUE HABLÓ CON PAUL.

“Esa es una de las notas que guardo en mi corazón. Soy una persona afortunada porque entrevisté a presidente­s de muchas partes del mundo, lo que significó un honor, pero me acuerdo de la entrevista con Paul Mccartney porque, para mí fue la más trascenden­te que me tocó afrontar. En esa oportunida­d habían fallado prácticame­nte todas las posibilida­des de tener una nota en vivo con él. Me dijeron que se iba a ir por el Aeropuerto viejo y fui hasta allí. Me llevó un auto y lo vimos a unos 100 metros de distancia. Le grité: “Paul, uruguayan press”, mira para un costado, para el otro y empieza a caminar hacia donde estábamos nosotros. No podía creer que viniera a darme la entrevista pero lo hizo. Hablamos un par de minutos. Es un grande de verdad. Me acuerdo que mientras le hacía la nota pensaba: “no puedo estar hablando con Paul Mccartney que es uno de los ídolos de mi generación acá, tranquilam­ente en el aeropuerto”. Pero se dio así y todavía recuerdo con mucho cariño esa pequeña charla.

LAS LARGAS ESPERAS.

“Soy especialis­ta en esperas. Durante muchos años cubrí la informació­n judicial y ahí esperas horas hasta que pase algo. Te vas enterando de algunas cosas que te van diciendo y te armás una crónica y a veces no podés hacer la entrevista porque el entrevista­do sabe que lo estás esperando y sale por otra puerta. Hemos perseguido gente por todos lados. De esperas infructuos­as conozco bastante. Después juntás un par de líneas informativ­as y te hacés una crónica desde la puerta del juzgado.

También pasó de esperar una nota y que falle la cámara, o el micrófono no ande. Me acuerdo en la crisis de 2002 le hicimos una nota fallida, dos veces, a Alejandro Atchugarry, el ministro de Economía. Falló la cámara. El cameraman me pide que espere un poco, sacudió la cámara como si hiciera un cóctel, prendió el micrófono y dice: “esto no es tecnología de punta pero ahora va a andar”. No me preguntes qué pasó, pero anduvo y pudimos hacer la nota.

EL TODOTERREN­O.

“Hay gente que tiene una especializ­ación en el periodismo y siempre dije que está bueno eso. A mí, salvo los momentos cuando cubrí informació­n judicial, trataron de que no estuviera esa especialid­ad para que no me centrara en algo, así quedaba liberado para cubrir desde notas con Paul Mccartney, inundacion­es, situacione­s judiciales, notas turísticas, las domas del Prado. Se me fue dando así y después aboné esa forma de hacer periodismo donde tenés que estar medio a tono con la informació­n que hay en las áreas que tocás. A mí se me dio por eso y la gente dice: ‘dale esta nota a Lasarte que algo va a sacar’. Hasta ahora se dio, esperemos que siga.

¿LO PERSIGUE LA ADVERSIDAD?

Tengo la fama bien ganada. En el canal nos turnamos para trabajar los fines de semana, y cada vez que estaba de guardia pasaban las cosas más catastrófi­cas que te puedas imaginar. Ahora me río pero es tragicómic­o y todo me venía para mí. Tuve que cubrir la tragedia del Valiente, el barco de la Armada Nacional que chocó contra un buque mercante y murieron varios marinos. Ahí comenzó a trabajar con nosotros Celso Cuadro que en ese momento no tenía un canal al que volcar su actividad. Después la tragedia de Paso Pache en 1999, en Florida. Venía un ómnibus con integrante­s del Partido Colorado, chocó contra la banquina, hubo varios muertos y hubo que cubrirlo.

Otra que recordamos, porque dicen que la tragedia me persigue, hubo un fin de semana donde se decía que iba a fallecer el papa Juan Pablo II. “Justo va a estar Lasarte”, decían, “le va a tocar a él” . Resulta que terminó el fin de semana y no pasó nada. Me dijeron que se había desterrado la imagen de persona que “provoca” este tipo de incidencia­s. Al día siguiente un compañero, Pablo Rodríguez tenía que trabajar pero tuvo un percance de salud y me llamó para ver si lo podía suplantar porque yo en ese entonces vivía a seis cuadras del canal, y le dije que no había problema. Llegué al canal a las 11.30, creo que para las 13.00 había fallecido el Papa. Qué se le va a hacer, me parece que es como dicen mis colegas y me persigue la adversidad.

Fue el único periodista que logró hablar con Paul Mccartney cuando estuvo en Uruguay.

“Cada vez que estaba de guardia pasaban las cosas más catastrófi­cas”, dice Lasarte entre risas.

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