Shalom, Salam: una reunión de credos por la paz
El rabino Max Godet invitó al imam Yousaf Khan a una cena de iftar para celebrar Ramadán y Pésaj; fue un ejemplo de convivencia entre religiones
El termómetro marcaba 20 grados a las 19:00 horas del domingo 24 de abril. El cielo aún no amenazaba con relámpagos, apenas soplaba una brisa y estaba ideal para salir. Max Godet, Gran Rabino de la Kehilá, esperaba ansioso en el living de su apartamento en Punta Carretas a los 16 invitados que se darían cita para disfrutar de una cena interreligiosa. Recibía a cada uno con un apretón de manos y una sonrisa. Caminaba de lado a lado, estaba atento a cada detalle y pendiente de que el evento saliera impecable.
Uno de los primeros en llegar fue el imam Yousaf Khan, referente de la Comunidad Islámica Ahmadia de Montevideo, que tiene menos de 50 miembros. Lo hizo acompañado por su hermano, sus dos hijos pequeños y su esposa Sadaf Ahmed. Ella cargaba un exquisito y casero baklavá, considerado el rey de los dulces de la cocina de medio oriente, y gulab jamun, postre típico de su Pakistán natal.
El plan era aprovechar este abril especial para islámicos y judíos y hacer un festejo compartido por el post Pésaj —la festividad que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto terminó el sábado 23— y Ramadán —mes de reflexión y oración para el pueblo islámico iniciado el 3 de abril. Durante este período, los musulmanes se abstienen de ingerir agua y alimentos durante todo el día, hasta que cae el sol.
Surgió, de forma natural y espontánea, según Max, la idea de hacer una cena de iftar (comida que rompe el ayuno diario) con su amigo Yousaf Khan, su familia y otros referentes de la comunidad judía. El rabino ve con buenos ojos que celebraciones compartidas de este tipo dejen de ser una excepción. “En un futuro cercano esto va a ser lo normal. El imam y yo pertenecemos a una nueva generación que le importa la tolerancia. No queremos solo coexistir, queremos estar juntos durante siglos. El pueblo judío y el islámico fuimos buenos hermanos, después por temas políticos y conflictos nos hemos distanciado. Queremos exportar soluciones, no importar problemas”, reflexionó Max Godet minutos antes de pasar a la mesa.
BENDITO INTERNET. La mesa estuvo servida desde las 19:15. Lo primero en salir de la cocina fueron los panes: de pita y el esponjoso jalá (típico de Shabat) con aceite de oliva y perejil. No podían faltar el faláfel, hummus y babaganoush (pasta a base de puré de berenjena) para acompañar el alimento más elogiado de la noche. La aparición de las coloridas ensaladas acaparó la atención de los invitados. La variedad incluía lentejas marroquí con cebolla caramelizada, y la israelí, hecha con pepinos, tomates, cebolla y mucho pimiento. Como plato principal se sirvieron kippes de carne picada, pollo marroquí con cuscús y milanesas de berenjenas.
Efrat Ferber, esposa del rabino, cocinó todo el domingo para agasajar a los invitados: quería que encontraran sabores familiares. “Cocinar es mi pasión”, dijo mientras repasaba la hoja escrita a mano con platos e ingredientes necesarios para cada preparación. Buscó en internet qué cocinar y contó que se sorprendió porque “comemos prácticamente lo mismo que la culinaria Sefardí, judíos de España y países árabes”. Su esposo aprovechó para distender y hacer un chiste: “Revelaste que googleaste, ahí está el secreto de la paz mundial”, dijo entre risas. Y los animó a probar bocado: “Vamos a empezar a comer que están de ayuno”.
EJEMPLO. Lo que siguió fue una charla coloquial entre amigos que intercambian sobre religión y la vida. Hubo relatos sobre los orígenes de cada quien, anécdotas familiares, mucho dato y aprendizaje sobre las tradiciones judías y musulmanas.
Mikael Yussim, miembro del Congreso Judío Latinoamericano, citó a Uruguay como ejemplo de convivencia para el mundo: “Es el modelo de paz y armonía a exportar”, dijo. Él y otras 14 personas de distintas religiones monoteístas (judíos, musulmanes y católicos) componen el grupo Diálogo Abrahámico Joven: se reúnen a celebrar distintas festividades (Pésaj, Navidad o Ramadán) con el ánimo de compartir experiencias. “El evento es la excusa para charlar de cualquier tema y aprender”, contó.
En esas instancias advierten que las raíces son compartidas: “Dios es el mismo y le ponemos distinto nombre”, subrayó Mikael. El imam Yousaf Khan estuvo de acuerdo: “Tenemos muchas más cosas en común que diferencias. Lastimosamente por lo que está pasando en Medio Oriente a veces pensamos que los musulmanes y los judíos no se llevan bien, pero la verdad es que se llevan mejor que muchas otras religiones”, dijo.
Pésaj y Ramadán son momentos de introspección espiritual, crecimiento y reflexión: “Los musulmanes quieren el Salam, que es la paz, los judíos rezamos todos los días por Shalom, que es la paz. Creemos en la unicidad divina, compartimos tantas tradiciones y creencias. ¿Por qué no celebrar estas dos festividades que tienen casi el mismo propósito juntos?”, cerró Max Godet.
“Queremos exportar soluciones, no importar problemas”, dijo el rabino Max Godet.