Uruguayo con una tarea compleja
Pablo Aharonian habla de danza y cuando conoció a Nureyev
■■ Pablo Aharonian descubrió el ballet cuando era un niño y desde entonces no se alejó más. Llegó a la danza de casualidad. Fue a acompañar a su tía, que integraba el Coro del Sodre a una presentación conjunta de Ópera y ballet. Vio el ballet El combate y quedó deslumbrado con la danza.
“Toda la vida fui más de la música y la pintura que era lo que se acostumbraba hacer en casa de mis padres. Acompañé a mi tía y me enamoré del ballet. Luego vi Romeo y Julieta y dije en casa: ‘quiero estudiar ballet con Raúl Severo’ que era el primer bailarín del Sodre. Y así fue”, dijo a El País.
Rápidamente convirtió en primer bailarín del Sodre y fue solista en la Scalla de Milán.
En su carrera logró trabajar con los bailarines más importantes del mundo. Aharonian recuerda cuando conoció a Rudolf Nureyev.
“Estaba de paso en Milán porque quería ir a la Galería Uffizi, y fui a tomar una clase en la Scalla de Milán, sin ninguna intención de entrar allí. Nureyev fue a ver la clase porque estaba montando su versión de Romeo y Julieta. Lo recuerdo perfectamente sentado mirándome. Luego me enteré que le dijo al director: ‘Lo quiero a él para que sea Romeo’; y así me contrataron”, recordó.
“Tuve la suerte de trabajar con los más grandes del siglo XX”, agregó, “y aprendí muchísimo y me sirvió para brindar ahora a los demás”.
Desde hace unos años, Aharonian es uno de los pocos coreólogos del mundo. Se trata de una carrera que se estudia en Londres en la Academia Real de Danza. Aharonian resume su trabajo: “En una partitura con los mismos espacios que la musical, se escriben con signos la coreografía, desde los pasos a la pantomima, la subida y bajada de telones, iluminación y también la orquesta”, dijo Aharonian sobre la profesión que lo trajo a Montevideo.
Eso permite que el ballet sea representado en cualquier parte del mundo sin modificaciones. “Tengo que ser fidedigno a la coreografía que se creó. Soy guardián de la creación original”, comentó.
Claro que puede haber alguna modificación. “Se puede adaptar un poco de acuerdo al bailarín, pero no se toman licencias en la música, ni respecto al diseño coreográfico”, agregó.