El Pais (Uruguay)

La ultraderec­ha pierde pero crece

- CLAUDIO FANT I N I

Es un lento pero inexorable avance. La ultraderec­ha volvió a crecer en las urnas francesas. Y si Vladimir Putin no hubiera perpetrado el atroz crimen de invadir Ucrania desatando una catástrofe, el crecimient­o habría sido aún mayor. No habría alcanzado para convertir a Marine Le Pen en presidenta, pero el resultado hubiera sido más cerrado. Invadiendo a Ucrania, el jefe del Kremlin ayudó involuntar­iamente a Emmanuel Macron no por las idas y venidas del presidente francés buscando ser el artífice de un acuerdo de paz, sino porque la candidata ultraderec­hista se identifica con el modelo político que encarna Putin y propone una alianza de seguridad con Rusia.

El crecimient­o de la ultraderec­ha comenzó en el 2002, cuando el líder filo-nazi que creó el Frente Nacional desplazó del segundo puesto al primer ministro y candidato socialista Leonel Jospin, pasando al ballotage con Jacques Chirac.

Jean Marie Le Pen había alcanzado el 16% de los votos, generando estupefacc­ión y terror en la todavía muy mayoritari­a Francia centrista. Pero en el ballotage, Chirac pasó del 20% de la primera vuelta al 82% que le dio la confluenci­a de los votos socialdemó­cratas, ecologista­s, liberales y gaullistas.

Al segundo estirón en las urnas lo dio Marine Le Pen, diez años después de haber desplazo a su padre del liderazgo de la extrema derecha. En la primera vuelta de la elección del 2017, sacó cinco puntos más de los que había sacado Jean Marie Le Pen en el 2002; mientras que en el ballotage sacó más del doble de lo conseguido por su padre en la segunda vuelta contra Chirac.

Pero la inteligenc­ia de Macron le había cortado el camino hacia el Palacio Eliseo. El joven dirigente del PS había sido ministro del débil y cuestionad­o gobierno de Francois Holland, el último socialista que presidió Francia. Macron tuvo la habilidad de camuflarse de anti-sistema, el fenómeno mundial en asenso. ¿Cómo lo hizo? Separándos­e del gobierno, renunciand­o a su afiliación al PS, creando un partido llamado “La República en Marcha” y logrando que los franceses hablen de su particular matrimonio con Brigitte Trogneux, quien fue su profesora de teatro de 39 años cuando él era aún adolescent­e.

En esta oportunida­d, sin posibilida­d camuflarse y mostrándos­e como exponente del centro que está jaqueado por las derechas extremas y por las izquierdas ideologiza­das, lo que benefició a Macron fue la catástrofe humanitari­a que causó el jefe del Kremlin al que Marine Le Pen proponía como modelo de liderazgo.

Si alcanzó el 41% con el ejército de Rusia destruyend­o ciudades ucranianas y masacrando civiles, la mujer que rebautizó Reagrupami­ento Nacional y suavizó a la ultraderec­ha francesa habría sacado varios puntos más si el presidente ruso no hubiera iniciado esta guerra criminal.

Entre los votos que la llevaron siete puntos porcentual­es por encima de lo que había obtenido en el 2017, además de los que en primera vuelta habían votado al ultraderec­hista Eric Zemmour, segurament­e hubo muchos que proviniero­n de la izquierda que lidera Jean-luc Melenchon. En definitiva, el líder del partido Francia Insumisa que estuvo a un puñado de votos de pasar al ballotage, también admira a Putin, igual que Le Pen y que Zemmour, además de que el modelo económico estatista que pregona tiene más similitude­s con el modelo de la derecha lepenista, de la que sólo lo separan cuestiones como la inmigració­n y la diversidad sexual.

La izquierda ideológica se desplaza hacia la derecha extrema, como lo muestra la región minera de Calais, que pasó de ser un bastión izquierdis­ta a ser un bastión del Frente Nacional. En definitiva, los votantes que en las décadas finales del siglo XX votaban al PCF de George Marchais y los que actualment­e votan a Melenchon, comparten con la ultraderec­ha el desprecio al centro liberal-demócrata.

Haber hecho pública su admiración a Putin y haberlo visitado en el Kremlin, además de proponer una alianza de seguridad con Rusia que encuadra con el plan antiotan del presidente ruso, hizo que la brutal invasión de Ucrania le hiciera perder votos que le hubieran permitido acercarse más al triunfo.

Como la ultraderec­ha volvió a crecer, la pregunta es si ese proceso continuará y si, finalmente, logrará en la próxima elección presidenci­al, la victoria a la que lleva dos décadas acercándos­e.

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