Del victimismo a la demagogia
Con pocos días de diferencia, el Frente Amplio generó dos hechos que ejemplifican inmejorablemente su actual despiste político. El primero: un discurso airado de la intendenta Cosse, cuestionando el voto en contra de la Junta Departamental de Montevideo a su proyecto de endeudamiento con el BID por 70 millones de dólares.
No vamos a insistir en la pertinencia de esa decisión de la Junta, porque ya lo fundamentamos sobradamente días atrás en esta misma página. Lo que nos interesa ahora es analizar ese discurso de la jefa comunal, cuyos conceptos fueron amplificados y complementados en días posteriores por relevantes dirigentes frenteamplistas.
La intendenta eligió el camino del victimismo: “no nos quieren dejar limpiar Montevideo; no nos quieren dejar trabajar”, sentenció con amargura. Cargó a la oposición de la capital con la acusación de desear lo peor para los montevideanos.
Se trata de una línea argumental poco usual en la política uruguaya. No recordamos al expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, por ejemplo, reaccionar de ese modo cuando la oposición de entonces obstaculizó cinco proyectos consecutivos de reforma de la seguridad social. Tampoco recordamos a Jorge Batlle quejarse por la caída de la Ley de Ancap, una norma que paradójicamente había sido redactada por tres legisladores del FA (Astori, Rubio y Couriel), dirigida a una empresa pública que el mismo FA se encargaría, años después, de llevar a la quiebra.
Pero la técnica reiterada hasta el hartazgo por las actuales autoridades de la izquierda consiste en victimizarse, justificar sus fracasos de gestión en la villanía del adversario. No es nada diferente a lo que hacen todos los días sus admirados líderes Maduro, Ortega y Díaz-canel, quejándose del “imperio”, o incluso Alberto Fernández cuando aborrece al FMI, al mismo tiempo que le pide plata.
Los curules de la coalición tienen bastante menos poder que el imperio o el FMI, pero la técnica sirve igual, para enmascarar errores propios haciendo atribuciones ajenas.
El problema con el victimismo es que, en el caso del FA, puede convertirse en un boomerang. Las redes sociales explotaron cuando el intendente de Canelones Yamandú Orsi tuvo la infeliz (o tal vez estratégica) idea de reivindicar al “Montevideo olvidado” en defensa de su colega capitalina.
Ganaron la última elección departamental negando ese señalamiento certero de la coalición republicana, pero ahora echan mano al mismo concepto, pretendiendo culparla de errores y tragedias que no supieron corregir ellos en 32 años de gobierno… Una diputada frenteamplista subió la apuesta y responsabilizó a blancos, colorados y cabildantes de haber dejado “a miles viviendo en la m…”, como si quienes gobiernan la ciudad desde hace tres décadas no tuvieran nada que ver en semejante indignidad. Es lo que tiene la vocación victimista: termina convirtiéndose en una serpiente que se muerde la cola. En su furia contra el adversario, reconocen involuntariamente su propia y penosa incapacidad de gestión.
Pero hablamos al principio de dos hechos políticos, y el segundo a mencionar no es menos significativo. Esta semana, el Frente Amplio presentó al presidente Lacalle Pou un paquete de medidas para enfrentar la situación inflacionaria, que ya no puede definirse siquiera como un
Tirar al voleo exoneraciones de impuestos y aumentos de salarios inmediatos sin explicar de dónde saldrán los recursos para sostenerlos, da muestra de una carencia de rigor intelectual que es lastimosamente coherente.
mensaje para la tribuna. Porque proponer, como hizo su presidente Fernando Pereira, “mantener el precio de los combustibles sin aumento por lo menos hasta fin de año”, revela no tener la más remota idea de la coyuntura internacional.
Tirar al voleo exoneraciones de impuestos y aumentos de salarios inmediatos sin explicar de dónde saldrán los recursos para sostenerlos, da muestra de una carencia de rigor intelectual que es, lastimosamente, coherente con una fuerza política que despilfarró la plata de los uruguayos en numerosas aventuras irresponsables.
Escuchando las propuestas del Frente Amplio, uno no puede menos que evocar al inefable Domingo Tortorelli, aquel candidato del “Partido Concordancia” que proponía construir rutas en bajada, otorgar por ley un empleo público a cada ciudadano que cumpliera la mayoría de edad, poner canillas con leche en cada esquina, techar el estadio Centenario, inundar el Valle Edén para convertirlo en la Venecia del sur y bajar a la mitad el precio del azúcar, la yerba y el vino.
Victimismo un día y demagogia al siguiente… No le hace bien al país una oposición hundida en tal grado de improvisación y diletantismo.