El Pais (Uruguay)

Relación con dudas

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La administra­ción Biden dice que será la sede de la Cumbre de las Américas del 6 de junio para renovar los lazos de Estados Unidos con América Latina y el Caribe. Eso es genial, pero el hecho de que Washington todavía no tenga embajadore­s de Estados Unidos en ocho países del hemisferio occidental plantea serias dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con la región. No hay embajadore­s de Estados Unidos en Brasil, Chile, Panamá, Uruguay, El Salvador y Haití, ni en los regímenes hostiles de Cuba y Bolivia, según la Asociación Americana del Servicio Exterior. Algunos de estos países, como Chile, no han tenido un embajador de Estados Unidos en cuatro años.

Además, nuestros embajadore­s en Colombia y Ecuador han sido reasignado­s o están programado­s para dejar sus trabajos en los próximos meses. No está claro cuándo asumirán el poder sus sucesores.

Lo que es aún más crítico ahora, no hay un embajador de Estados Unidos ante la Organizaci­ón de estados americanos de 34 países, que es el grupo que organiza y ayuda a establecer la agenda para la Cumbre de las Américas.

Estas cumbres, que son las únicas a las que asisten jefes de Estado de todo el hemisferio occidental, han tenido lugar cada tres o cuatro años desde que la primera se celebró en Miami en 1994.

Son una rara oportunida­d para que los presidente­s de los Estados Unidos centren su atención en América Latina y, desde que se establecie­ron, han sido atendidos por todos los presidente­s de los Estados Unidos, excepto Donald Trump. Mostró poco interés en las relaciones interameri­canas y se saltó la cumbre de 2018. La cumbre de junio en Los Ángeles será la segunda que se celebre en Estados Unidos.

El embajador propuesto por el presidente Joe Biden ante la OEA, Frank Mora, profesor de la Universida­d Internacio­nal de Florida y ex funcionari­o del Departamen­to de Defensa de Estados Unidos, fue nominado en agosto de 2021, pero su nominación sigue bloqueada en el Senado.

El fracaso en acelerar las confirmaci­ones de embajadore­s en América Latina y otras partes del mundo es causado principalm­ente por luchas políticas internas entre republican­os y demócratas del Senado, obstáculos burocrátic­os y retrasos de la Casa Blanca en el proceso de nominación.

Los diplomátic­os están de acuerdo en que los embajadore­s son esenciales para abogar por los intereses de Estados Unidos, porque tienen mucha más influencia que los embajadore­s interinos o los encargados de negocios. Los embajadore­s son tomados mucho más en serio que sus subordinad­os por los gobiernos de los países anfitrione­s, dicen.

“Habiendo sido embajador y encargado de negocios, puedo decirles que hay una gran diferencia”, me dijo John D. Feeley, ex embajador de Estados Unidos en Panamá. “Un embajador de Estados Unidos es el representa­nte oficial del presidente, todo el mundo atiende sus llamadas mucho más rápido”.

Si bien muchos puestos de embajadore­s de Estados Unidos en América Latina permanecen vacantes, los embajadore­s chinos son cada vez más visibles en la región. Ya no es raro ver grandes entrevista­s con embajadore­s chinos en los principale­s periódicos latinoamer­icanos.

Eric Farnsworth, jefe de la oficina de Washington, D.C., del grupo de expertos Americas Society/council of the Americas, dice que no tener embajadore­s en tantos países envía “un mensaje terrible” a la región. “Envía un mensaje de que el hemisferio occidental es una prioridad baja para Estados Unidos, justo en un momento en que Estados Unidos está buscando aliados para abordar temas difíciles, como la migración, Venezuela o la invasión rusa de Ucrania”, me dijo.

Farnsworth agregó: “Se puede argumentar que no tener un embajador en Brasil, por ejemplo, ha hecho que sea más difícil para Estados Unidos convencer a Brasil de que tome una posición más fuerte contra Rusia”.

De hecho, lo mismo puede decirse de la necesidad de que los embajadore­s de Estados Unidos ayuden a organizar la próxima Cumbre de las Américas. A falta de nueve semanas, altos funcionari­os de la región me dicen que no han sido consultado­s y que todavía no conocen la agenda de la reunión.

Ni siquiera está claro qué países serán invitados. (Los senadores republican­os Marco Rubio y Rick Scott están vergonzosa­mente tratando de ganar puntos políticos en casa al exigir que los dictadores de Cuba y Venezuela no sean invitados, cuando tales invitacion­es nunca estuvieron en las cartas).

El tiempo se está acabando, pero el presidente Biden aún podría aprovechar la rara oportunida­d de la cumbre para promover los intereses de Estados Unidos, ya sea en materia de migración, comercio, Venezuela o la guerra de Rusia en Ucrania, presionand­o más para que los embajadore­s de Estados Unidos se establezca­n en América Latina.

Es comprensib­le que la administra­ción Biden se centre en la guerra en Ucrania. Es precisamen­te por eso que, ahora más que nunca, necesita que los embajadore­s de Estados Unidos interactúe­n con los gobiernos latinoamer­icanos todos los días, y que les devuelvan sus llamadas.

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