Avanzar, pero estar atentos
Para buena parte del mundo democrático, el triunfo de Emmanuel Macron en la segunda vuelta electoral de Francia fue un alivio.
Una vez más dejó atrás, aunque no por tanto, a la candidata de la ultraderecha. Y si bien Macron no ha sido un gobernante descollante, tampoco hay excesivos reproches a un político que por otra parte tiene internalizados los valores de la democracia, de un Estado de Derecho y la importancia de los equilibrios y controles en el andamiaje institucional de su país.
Un problema, sin embargo, es que Macron no es un entusiasta de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. Ello no debería sorprender, ya que Francia como el resto de la Unión se han abroquelado en un bastión proteccionista y no es fácil para el resto del mundo, incluidas otras democracias liberales, abrir mercados allí.
Países como Uruguay deben buscar oportunidades en aquellas naciones que ofrezcan buenas perspectivas comerciales pese a estar gobernados por dictaduras. Por eso, en la ofensiva lanzada por el gobierno para lograr tratados de libre comercio con China o Turquía, aparecen luces y sombras.
Antes de la guerra con Ucrania, comerciar con China era lo que todo el mundo hacía. Las grandes empresas multinacionales invirtieron allí e instalaron sus propias plantas de producción. Para Uruguay, China es un mercado importante y la posibilidad de un tratado permitirá que sus exportaciones se hagan con aranceles más bajos.
La invasión rusa a Ucrania modificó esa realidad. China mantiene una postura de confusa neutralidad aunque con cercanía a Rusia. ¿Qué sucederá en el futuro? Es difícil saberlo. La guerra puede prolongarse o tener un final inesperado. China puede asumir mayores compromisos con los rusos (y eso complica el contexto) o mantener esta cercanía mezclada con ocasional neutralidad.
Uruguay, entonces, debe seguir negociando y a la vez estar atento a la evolución de los hechos. Avanzar, pero tener cuidado. En definitiva, países europeos que ayudan a Ucrania y se oponen a Putin le siguen comprando (por ahora) gas a Rusia. Si ellos pueden hacerlo, ¿por qué no puede Uruguay avanzar en sus conversaciones con China?
Esto pone nervioso a Estados Unidos. Pero aún considerando que Uruguay tiene una voz firme en su defensa de Ucrania y clara en cuanto a que el agresor es Rusia, el gobierno de Biden debe entender que hay pocas opciones a la hora de comerciar. China, dictatorial y violador de derechos humanos, por ahora es una de ellas.
Mientras Macron y otros europeos no crean necesario apurar un acuerdo con el Mercosur, Uruguay buscará
✒HEBERT GATTO
Mientras la UE no apure un acuerdo con Mercosur, Uruguay buscará en una lista que no necesariamente es ideal.
una apertura en una lista más restringida y no necesariamente ideal.
Un dilema similar pero no igual al de China, es el que plantea Turquía. Es un país con una dictadura represiva, de fuerte impronta islámica (que dejó atrás la vieja idea de país laico de Kimal Atatruk), con presos políticos y persecución a algunas minorías.
Pese a ello hay interés en ambas naciones de avanzar hacia un tratado de libre comercio. Días pasados estuvo en Montevideo el canciller turco y con el ministro Francisco Bustillo, dieron un paso importante para consolidar ese acuerdo.
Al regresar al aeropuerto, el canciller turco debió sortear un grupo de manifestantes de raíces armenias que recordaban el genocidio llevado a cabo por los llamados “jóvenes turcos”, sobre el final de imperio otomano en 1915. El canciller les hizo una seña considerada insultante para los armenios, que se viralizó en buena parte del mundo. Ello llevó a que Bustillos convocara al embajador turco al ministerio para que diera explicaciones y hubo una clara condena por parte del presidente Lacalle.
Turquía niega, más de un siglo después, que lo ocurrido fue un genocidio. Uruguay, donde vive una importante comunidad de descendientes de armenios, fue el primer país que reconoció oficialmente la existencia de ese genocidio.
Que se generara esta aspereza diplomática por un tema tan sensible no es poca cosa. Más cuando ambos países se comprometieron a continuar negociando un tratado que podría servirle a los dos.
Uruguay no puede, ni debe, ceder en su postura respecto al genocidio armenio. Si ello interfiere en las negociaciones o deriva en presiones, un eventual tratado puede trabarse. Si en cambio, las conversaciones se limitan al intercambio comercial y al tema de aranceles, sin que lo político se interponga, se podría llegar a buen puerto.
Estos problemas siempre estuvieron sobre la mesa. Pero con la invasión a Ucrania (en cuanto a China) o el episodio de la semana pasada (en cuanto a Turquía) quedó en evidencia que hay sensibilidades a atender y que si bien podrían no ser un obstáculo, exigen no distraerse.
Uruguay no tiene muchas alternativas. Sería más fácil hacer tratados con las democracias del norte. Pero mientras ellas mantengan su bastión proteccionista, solo le resta seguir en el camino tomado. Les guste o no a esas democracias.