De vendedor en la calle a empleado en una empresa
La informalidad disminuyó 3 % durante la pandemia y no ha aumentado desde entonces
El país atraviesa una situación bastante inédita: la informalidad laboral disminuyó 3 puntos porcentuals durante la pandemia (esto es, unas 50.000 personas aproximadamente) y, a diferencia de otros países de la región, no ha vuelto a los valores prepandemia. Previo a la pandemia alcanzaba al 25% de los trabajadores y ahora al 22%.
Esto surge de un estudio realizado en el ámbito de la Unidad de Estadísticas del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y la Universidad de la República (Udelar), en cooperación con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuyas conclusiones se presentaron ayer.
El ministro de Trabajo, Pablo Mieres, afirmó que “la baja de informalidad es una buena noticia”; y aclaró que no hubo una política de Estado de bajar la informalidad, pero se dio igual. No obstante, a su entender, sí ayudaron a ese fenómeno medidas adoptadas por el gobierno durante la pandemia para los formalizados (como seguros de paro y créditos). “La red de protección social que existe en Uruguay es de las mayores de América Latina. En la región solo 17% de los trabajadores tienen cobertura por desempleo, en Uruguay casi las dos terceras partes”, señaló.
¿A qué se debe la caída de la informalidad? Según Matías Brum, economista a cargo del estudio, durante la pandemia se debió a la destrucción del trabajo informal, pero tras la pandemia se mantuvo el indicador en niveles bajos pese a la recuperación del empleo, por cambios estructurales ocupacionales que ocurrieron y aún permanecen.
“Hubo gente que cambió de rubro, las empleadas domésticas casi desaparecieron, algunos obreros o vendedores pasaron al supermercadismo, hay quienes decidieron vivir en el interior del país y no regresaron a Montevideo, también hay personas que no pueden volver al empleo que tenían porque ese tipo de trabajo ya no existe”, detalló Brum, al explicar el cambio de la estructura ocupacional que se vive en el país.
El economista observó que existen “muchas personas” (no precisó cuántas) que dejaron de trabajar durante la pandemia y que actualmente no están buscando reinsertarse. En ese sentido, son consideradas “inactivas”, no “desempleadas”.
-3% es la variación
de la tasa de informalidad en el cuarto trimestre de 2021 versus el mismo período en la prepandemia. Hoy en día, se mantiene la diferencia.
22% es la informalidad
actualmente, mientras que antes de la pandemia estaba en el orden del 25%, según datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).
“¿Por qué no buscan trabajo, cómo están, qué está pasando con ellas?”, se preguntó.
Brum se respondió que, seguramente, los mayores de 65 años, luego de dos años sin trabajar por la pandemia, probablemente no buscan reinsertarse porque saben que sus posibilidades se han minimizado, o que tal vez hay personas que decidieron irse al interior, viven del alquiler de sus viviendas de Montevideo y no quieren trabajar, o mujeres que reacomodaron sus dinámicas familiares y prefieren quedarse en el hogar en vez de pagar a una empleada para el cuidado de los niños. “Son hipótesis o ejemplos de casos de lo que está pasando, pero hay que investigar más; lo que es seguro es que la composición de las familias también cambió”, afirmó.
Hubo cambios en la sociedad y en los comportamientos de los consumidores, que afectaron el mercado laboral, por lo que se estima que el índice de informalidad no sufrirá una reversión (al alza), a menos que incidan factores no previstos. “Se trata de una caída genuina”, reafirmó el economista.
“Además, la pandemia puso en evidencia la importancia de la seguridad social, la población la valora más. La gente vio que era mejor un seguro de paro que una canasta del Mides”, ejemplificó.
ESTRUCTURA POSPANDEMIA. El estudio arroja que actualmente la estructura ocupacional tiene una menor participación de los jóvenes por debajo de los 25 años de edad y de los mayores de 65 años.
Han disminuido las microempresas y los cuentapropistas sin local (muchos pasaron a trabajar a empresas más grandes y formales), así como la participación de los sectores doméstico, construcción (en comparación con otras actividades), servicios turísticos y las artes. Asimismo han surgido actividades vinculadas a las aplicaciones y deliverys, que marcan la modificación de la estructura ocupacional tradicional.
Brum afirma que las personas en la informalidad no son necesariamente las mismas que antes de la pandemia, y que la realidad es diferente según el departamento, siendo más complicada en la frontera.