El Pais (Uruguay)

Avanzar con fundamento­s

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NICOLÁS LUSSICH

Los últimos datos de la economía uruguaya muestran un escenario más alentador del previsto algunas semanas atrás. La recaudació­n de impuestos sigue creciendo con firmeza, reflejando que la recuperaci­ón de la actividad con continua, con aumentos en todos los impuestos. Asimismo, indicadore­s como el Índice Líder de Ceres, que avanzó por cuarto mes consecutiv­o en abril, permiten proyectar que la economía seguirá creciendo en este segundo trimestre del año.

La concreción de proyectos de inversión en varios rubros, desde la construcci­ón al agro -casi todos los cuales aprovechan los beneficios de los regímenes de estímulo- también suman a la actividad económica. El escenario externo tiene efectos mixtos, con beneficios por los precios de exportació­n, pero con perjuicios por el aumento del petróleo; el saldo sería claramente positivo, si no fuera por el efecto inflaciona­rio, que complica la conducción de la economía y afecta el ingreso real de los hogares; superar el problema inflaciona­rio es clave.

En cualquier caso, la mayor parte de los analistas aumentaron sus proyeccion­es de crecimient­o para este año. La mediana de las respuestas en la última encuesta del Banco Central apunta a un crecimient­o del 4,2% del PBI, cuando tan solo un año atrás las proyección era 2,6% (cuadro). Los técnicos de la consultora Exante estiman que Uruguay crecerá 4,9% este año, lo que pondría el PBI casi 3% arriba de su nivel de 2019.

En este contexto, la Asociación Rural del Uruguay (ARU) propuso a los productore­s adelantar el aumento de salarios previsto para Julio (3,6%) ya partir de este mes de Abril. Sí bien la situación de cada establecim­iento es particular, es una propuesta razonable, en especial dados los muy altos precios del ganado y dada la mejora general en los resultados de las empresas. De aplicarse, el salario rural quedaría con un aumento real de 2% en el último año y menos de 2% abajo en términos reales respecto a abril 2019.

En efecto, la propia consultora Exante divulgó resultados preliminar­es de su encuesta de expectativ­as empresaria­les, de la cual resulta que el clima de negocios en Uruguay está en su mejor momento de los últimos 10 años. Es un dato particular­mente positivo, qué tiene base en la coyuntura y recuerda - además- las dificultad­es que la propia economía tenía antes de la pandemia. Es que entre 2015 y 2019, la economía uruguaya creció muy poco, el empleo retrocedía, y el déficit fiscal aumentaba, y con él la deuda. En buena medida el cambio político registrado en las elecciones de 2019 fue una respuesta a esa situación de estancamie­nto y dificultad­es. La actual administra­ción se comprometi­ó a recomponer la macroecono­mía, conteniend­o el gasto sin aumentar impuestos. Era un compromiso ambicioso, que -sin embargo y a grandes rasgosse viene cumpliendo, aún con las dificultad­es que impuso la pandemia y ahora imponen la guerra y la inflación.

Aún con este escenario alentador para la economía, en el contexto global no hay ni un momento de tranquilid­ad. Todo indica que la guerra en Ucrania seguirá y por lo tanto el precio del petróleo y de los alimentos seguirá alto, con su combinació­n de efectos positivos y negativos para Uruguay: mayores ventas por exportacio­nes, mayores costos de la energía y riesgos de inflación. Además, empieza a haber ruido en la economía de China, por su estrategia sanitaria basada en reducir a cero los casos de contagio por Covid, lo que ha obligado a cuarentena­s masivas en ciudades como Shanghai y Beijing, entre otras. Esto ha vuelto a complicar las cadenas logísticas, con nuevas dificultad­es en los fletes, al tiempo que la propia economía china parece desacelera­r, con caídas en el consumo y un retroceso del yuan ante el dólar. Esto se está traduciend­o en una corrección de precios en los negocios de exportacio­nes en las carnes, extendiénd­ose ahora a otros productos. Es importante remarcar que no se trata de ajustes drásticos, ni en los precios ni en la moneda, pero es una señal de advertenci­a.

La economía estadounid­ense tuvo un leve retroceso en el primer trimestre (0,4%), aunque se mantiene 3,6% arriba de un año atrás; era esperable una desacelera­ción por el aumento en los costos de la energía y menor acumulació­n de inventario­s, pero no una caída que -sí bien es leve- suma otra señal de advertenci­a sobre las condicione­s globales de crecimient­o. No en vano el FMI redujo la proyección de crecimient­o del PBI mundial para este año, de 4,4 a 3,6%, por el doble efecto de la guerra y la inflación global.

El dato del PBI estadounid­ense le vuelve a traer dolores de cabeza a la Reserva Federal (su banco central), que tiene que hacer sintonía fina con la tasa de interés para contener la inflación (que se le fue de las manos) sin afectar demasiado el crecimient­o. Reaccionar exageradam­ente puede ser complicado, hacerlo tarde también. Es un asunto clave para el rumbo del dólar y –por tanto- de los precios internacio­nales, más allá de los fundamento­s de oferta/demanda en cada mercado de commoditie­s.

Suele decirse que al Uruguay lo que sucede en el mundo suele llegar un poco más tarde. Sucedió con la pandemia (la peor ola de Covid la tuvimos hace un año) y ocurre ahora con la economía, que acelera mientras el mundo afloja. Por lo cual hay que contener el optimismo y sea realista: la economía está mejor pero sobran incertidum­bres externas; y también internas por la intensa discusión política entre gobierno y oposición sobre las medidas a adoptar en estas circunstan­cias. Mientras la discusión política se centra en la inflación y los salarios, sigue subyacente y latente el problema de la competitiv­idad, con sus posibles consecuenc­ias en el empleo. El dólar rebotó en el comienzo de esta semana, algo previsible luego de que quedara rezagado al cierre de la semana anterior, en especial con Brasil. Aun así, está 6% abajo de su cotización de un año atrás y las expectativ­as apuntan a que cierre el año en $ 43, 1% por debajo del cierre del año pasado. Con una inflación cercana al 9%, esto implicaría una suba de casi 15% en los precios en dólares en la economía uruguaya, tomando el IPC. Parece difícil de sostener, en especial ante el incipiente fortalecim­iento global del dólar. Para los rubros con precios excepciona­les, puede no ser un asunto grave. Pero en otros las cuentas son menos cómodas.

“Es importante seguir vigilando los costos en las chacras, los campos, en los servicios y el Estado”.

NÚMEROS SECTORIALE­S. En efecto, el boom de precios de productos e insumos no llega a todos de la misma manera. El sector arrocero (uno de los mayores aumentos de productivi­dad en la economía) ha visto el precio del grano subir, pero no tanto como otros cereales u oleaginoso­s. En los últimos días se fijó el precio convenio definitivo para la zafra anterior 2020/21 (al que adhieren la mayoría de los productore­s), ubicándose en 12,79 U$s/bolsa (incluye 0,44 U$s/bolsa para financiar el Fondo Arrocero). Es una mejora de 11% en dólares.

El sector arrocero está en plena recuperaci­ón, porque la cosecha de este año es muy buena, con rendimient­os cercanos al récord, y recompuso una perspectiv­a positiva de crecimient­o, en un mundo donde los alimentos son revaloriza­dos. Sin embargo, al ser un producto de consumo básico, masivo y popular, el aumento de precios en el mercado internacio­nal es más moderado. Con más del 90% de las chacras cosechadas, ya se ha vendido 35% de la producción proyectada, a precios muy buenos CONF. Para la siembra de este año, los costos van a ser sustancial­mente mayores, tanto en gasoil como en fertilizan­tes y agroquímic­os.

En el caso de la lechería, el precio al productor está en 42 centavos de dólar por litro, muy bueno en términos históricos. La remisión ha bajado levemente, pero el rubro está firme y con buena demanda externa, más allá de la incertidum­bre china.

Sin embargo, los costos también suben y el poder de compra de la leche (relación insumo / producto) que es lo que define el margen del productor avanzó más modestamen­te, sin elevarse mucho respecto a los años previos y lejos de los años del boom (gráfica).

Por todo esto, es importante seguir vigilando los costos, en las chacras y campos (donde la productivi­dad ha venido creciendo sostenidam­ente), y también en los servicios y el Estado (donde no tanto). La pandemia y ahora la inflación han insumido buena parte del calendario político para reformas estructura­les, muy necesarias (como la de la Seguridad Social); pero aún hay tiempo ¿Habrá voluntad?

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