Efecto Milei en la política argentina
Bien o mal, en Argentina todos hablan de Javier Milei. Lo curioso es que su protagonismo exacerbado podría tener un efecto positivo en la política argentina. Ese efecto no sería un posible triunfo suyo que lo convierta en presidente, sino el sinceramiento y reconfiguración del centro.
El crecimiento de Milei en las encuestas genera tensiones en Juntos por el Cambio ( JXC) porque radicales, Coalición Cívica y el ala moderada del PRO lo ven como un peligro extremista, mientras Mauricio Macri y Patricia Bullrich lo ven como una cantera de votos que podrían sumarse si lo incorporan, y una sangría de votos que podrían perderse si lo dejan afuera.
Paralelamente, el fenómeno Milei empezó a tentar a Cristina Kirchner con ser candidata a la presidencia, por ver en él al oponente perfecto para demonizar y polarizar la votación.
Las coaliciones crujen y es posible que en el 2023 la política se sincere a través de alianzas más creíbles que las hoy existentes.
En el Frente de Todos, desde que Fernanda Vallejo calificó al presidente de “ocupa” y “mequetrefe que no sirve para nada”, quedó expuesta la ruptura interna. Alberto Fernández sólo puede contar con el respaldo de su vicepresidenta y no ser públicamente denostado desde el kirchnerismo, si hace todo lo que le ordena la mujer a la que le debe la presidencia. Y lo que lleva tiempo ordenándole, entre otras cosas, es que eche al ministro de Economía. Martín Guzmán es el último bastión del mandatario, pero sostenerlo le sirve de poco si al mismo tiempo mantiene en sus cargos a los funcionarios K que lo sabotean.
El peronismo no kirchnerista lo defiende sólo para contener a la vicepresidenta.
Alberto sigue existiendo en el escenario político gracias a Cristina. Primero, existió porque ella lo impuso como candidato. Y ahora porque constituye el impedimento institucional para que ella se adueñe totalmente del poder.
Para el peronismo republicano hay dos alternativas: o vuelve a someterse a Cristina, o se atreve a romper con el kirchnerismo y busca una alianza de centro que lo enfrente. La única alianza posible sería con JXC, si ese espacio también tuviese una escisión. Igual que el oficialismo, la coalición opositora está crujiendo.
La trepada de Milei en las encuestas hizo que Cristina vea la posibilidad de candidatearse, porque una polarización con el exponente del ultraliberalismo podría ayudarla a romper el techo que en la última elección la obligó a recurrir a Alberto. Y Milei es también la razón por la que cruje JXC, porque Bullrich y Macri se sienten más cómodos en ese extremo que en el centro.
Los radicales también se sentirían más cómodos si Macri y Bullrich se fueran con Milei. Una alianza con el PRO de Rodríguez Larreta es compatible con el radicalismo, pero no hay compatibilidad con los libertarios.
Ahora bien, producidas esas escisiones, a la alianza del radicalismo con el PRO de Rodríguez Larreta y la CC de Elisa Carrio no le quedaría más alternativa que unirse al peronismo que se atreva a romper con Cristina.
Si ese peronismo republicano y JXC dividen los votos del centro, aumentarán las chances de que a la presidencia la conquiste Milei o la reconquiste Cristina. Por eso deberían avanzar hacia una “gran coalición”, como llaman los europeos a las alianzas entre las principales fuerzas adversarias para salvar el centro.
El otro gran desafío sería sellar esa “gran coalición” con acuerdos programáticos y no con repartijas de cargos, pegamento que puede producir engendros gubernamentales como el que encabezan Alberto y Cristina, peleándose ruidosamente entre ellos.
Las coaliciones crujen y es posible que en el 2023 la política argentina se sincere a través de alianzas más creíbles que las hoy existentes.