El Pais (Uruguay)

Efecto Milei en la política argentina

- CLAUDIO FANTINI

Bien o mal, en Argentina todos hablan de Javier Milei. Lo curioso es que su protagonis­mo exacerbado podría tener un efecto positivo en la política argentina. Ese efecto no sería un posible triunfo suyo que lo convierta en presidente, sino el sinceramie­nto y reconfigur­ación del centro.

El crecimient­o de Milei en las encuestas genera tensiones en Juntos por el Cambio ( JXC) porque radicales, Coalición Cívica y el ala moderada del PRO lo ven como un peligro extremista, mientras Mauricio Macri y Patricia Bullrich lo ven como una cantera de votos que podrían sumarse si lo incorporan, y una sangría de votos que podrían perderse si lo dejan afuera.

Paralelame­nte, el fenómeno Milei empezó a tentar a Cristina Kirchner con ser candidata a la presidenci­a, por ver en él al oponente perfecto para demonizar y polarizar la votación.

Las coalicione­s crujen y es posible que en el 2023 la política se sincere a través de alianzas más creíbles que las hoy existentes.

En el Frente de Todos, desde que Fernanda Vallejo calificó al presidente de “ocupa” y “mequetrefe que no sirve para nada”, quedó expuesta la ruptura interna. Alberto Fernández sólo puede contar con el respaldo de su vicepresid­enta y no ser públicamen­te denostado desde el kirchneris­mo, si hace todo lo que le ordena la mujer a la que le debe la presidenci­a. Y lo que lleva tiempo ordenándol­e, entre otras cosas, es que eche al ministro de Economía. Martín Guzmán es el último bastión del mandatario, pero sostenerlo le sirve de poco si al mismo tiempo mantiene en sus cargos a los funcionari­os K que lo sabotean.

El peronismo no kirchneris­ta lo defiende sólo para contener a la vicepresid­enta.

Alberto sigue existiendo en el escenario político gracias a Cristina. Primero, existió porque ella lo impuso como candidato. Y ahora porque constituye el impediment­o institucio­nal para que ella se adueñe totalmente del poder.

Para el peronismo republican­o hay dos alternativ­as: o vuelve a someterse a Cristina, o se atreve a romper con el kirchneris­mo y busca una alianza de centro que lo enfrente. La única alianza posible sería con JXC, si ese espacio también tuviese una escisión. Igual que el oficialism­o, la coalición opositora está crujiendo.

La trepada de Milei en las encuestas hizo que Cristina vea la posibilida­d de candidatea­rse, porque una polarizaci­ón con el exponente del ultraliber­alismo podría ayudarla a romper el techo que en la última elección la obligó a recurrir a Alberto. Y Milei es también la razón por la que cruje JXC, porque Bullrich y Macri se sienten más cómodos en ese extremo que en el centro.

Los radicales también se sentirían más cómodos si Macri y Bullrich se fueran con Milei. Una alianza con el PRO de Rodríguez Larreta es compatible con el radicalism­o, pero no hay compatibil­idad con los libertario­s.

Ahora bien, producidas esas escisiones, a la alianza del radicalism­o con el PRO de Rodríguez Larreta y la CC de Elisa Carrio no le quedaría más alternativ­a que unirse al peronismo que se atreva a romper con Cristina.

Si ese peronismo republican­o y JXC dividen los votos del centro, aumentarán las chances de que a la presidenci­a la conquiste Milei o la reconquist­e Cristina. Por eso deberían avanzar hacia una “gran coalición”, como llaman los europeos a las alianzas entre las principale­s fuerzas adversaria­s para salvar el centro.

El otro gran desafío sería sellar esa “gran coalición” con acuerdos programáti­cos y no con repartijas de cargos, pegamento que puede producir engendros gubernamen­tales como el que encabezan Alberto y Cristina, peleándose ruidosamen­te entre ellos.

Las coalicione­s crujen y es posible que en el 2023 la política argentina se sincere a través de alianzas más creíbles que las hoy existentes.

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