¿En qué zonas circulan más las personas en situación de calle?
Estudio revela aumento del uso de “pinchos” para evitar que gente pernocte
Piense en una persona en situación de calle. Es probable que esa imagen es la de un hombre —en menor medida la de una mujer— tirada sobre la vereda, en un banco o a la entrada de una vivienda. También es factible que esté viendo a esa persona rodeada de cartones, frazadas rotas y suciedad. Pero los pensamientos a veces distan de la realidad.
Eso es lo que descubrió una investigación que encabezó el departamento de Sociología de la Universidad de la República y el colectivo Ni Todo
Está Perdido, en que académicos y personas en situación de calle investigaron en conjunto cómo usan la ciudad quienes no tienen un techo. Y para ello se centraron en el Municipio B de Montevideo, la zona de la capital en la que, por concentrar gran cantidad de servicios, habita la mayor parte de la población en calle: Ciudad Vieja, Centro, Cordón, Palermo, Parque Rodó…
“Las personas en situación de calle están obligadas a estar moviéndose todo el tiempo”, explicó el sociólogo Sebastián Aguiar, uno de los líderes de la investigación. Porque a diferencia del imaginario colectivo, esas personas “necesitan trasladarse varias cuadras para llegar al comedor más cercano (varios asisten a uno que queda en 8 de Octubre y José Batlle y Ordóñez), tienen que estar en la puerta de un refugio horas antes de su apertura para conseguir lugar, tienen que desplazarse a uno de los 12 baños públicos del municipio si no quieren hacer sus necesidades en la calle. Les restringen los espacios”.
Para ir descubriendo cómo circulan las personas en situación de calle, los investigadores recorrieron todas las manzanas del Municipio B entre julio y octubre del año pasado. A veces fueron a una hora del día, a veces a otra. A veces fueron un día de semana y otras un sábado o domingo. De esa manera fueron tejiendo el entramado que permitió entender que las manzanas cercanas a la iglesia del Cordón, teniendo a 18 de Julio como columna vertebral, así como la avenida Libertador a la altura del Instituto de Profesores Artigas (IPA) son las de mayor circulación de personas en situación de calle. Allí se encuentran entre seis y diez personas circulando por manzana.
“No son tantos los campamentos: por lo general las personas tienen dos o tres lugares de achique, como se le dice en la jerga al lugar en que la persona se detiene a dormir o descansar, y con el tiempo van roes tando”, explica el sociólogo Aguiar.
En esa rotación, la zona norte del shopping Tres Cruces y la Ciudad Vieja a la altura del Museo de Arte Precolombino e Indígena son áreas de concentración de lugares de “achique”. El problema, concluye la investigación, es que la ciudad “va siendo hostil y va limitando el espacio para las personas en situación de calle”.
NO LUGAR.
El antropólogo francés Marc Augé acuñó hace tres décadas el término “no lugar” para referirse a aquellos espacios sin identidad, destinados a que uno deambule y se pierda: como un aeropuerto, una autopista o un supermercado. La reciente investigación uruguaya insiste con que las personas en situación de calle viven en un “no lugar” permanente.
Parte de esa pérdida de identidad, descubrieron en la pesquisa, se debe a la “creciente arquitectura defensiva”. ¿Qué es? “Los vecinos colocan pinchos, rejas, obstáculos para limitar los lugares en los que puedan permanecer las personas en situación de calle y eso es violento contra el derecho de habitar una ciudad”, dice Aguiar.
Un ejemplo que visualizaron fue el incremento de estacas y pinchos en los retiros techados que dejan algunos edificios en las esquinas y que antes servían para el descanso de quienes carecen de un techo propio.
Aguiar: “Las personas tienen dos o tres lugares de achique”.
por eso que la alcaldesa del Municipio B, Silvana Pissano, arquitecta y urbanista de profesión, evalúa la posibilidad de legislar sobre los límites de los vecinos a la hora de poner estos obstáculos.
Al respecto hablará hoy desde 18 horas en la presentación oficial de la investigación en la Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar. Hasta ahora se desconoce el alcance de las medidas.