El Pais (Uruguay)

El mejor y el peor de todos los mundos DR. STRANGE

Se estrenó en cines “En el multiverso de la locura”, la nueva con el hechicero de Marvel

- FERNÁN CISNERO

Para quién escribir una crítica sobre Dr. Strange en el Multiverso de la locura? Como producto de mercadeo tiene muy claro que va derecho a un público cautivo con tiempo libre y edad como para seguirle el paso a una línea histórica narrativa que abarca un montón de películas y series. Conforman lo que ha dado en llamarse Universo Cinematogr­áfico de Marvel y ha sido uno de los motores de la industria del cine en lo que va del siglo.

A ese público —así de masivo como para justificar la inversión de transforma­r esto en un negocio multiplata­forma— no le interesa, está claro, la opinión de un comentaris­ta de cine. Está demostrado que a pesar de que muchos de sus productos han tenido críticas tibias cuando no negativas, la saga ha recaudado unos 25.000 millones de dólares. ¿Quién es el vivo acá?

¿Entonces para qué y para quién escribir una crítica de Dr. Strange en el Multiverso de la locura si nadie parece necesitarl­a? Ni esa audiencia objetiva interesada, ni aquellos que no están ni siquiera curiosos en la oferta y no piensan ver una “película de superhéroe­s”, el género de acción preferido del cine de Hollywood actual.

¿Para qué explicar, ante esas dos opciones, que esto es parte de un panorama más completo que abarca líneas temporales simultánea­s, historias que se entrecruza­n, personajes recurrente­s y aparicione­s estelares?

Ha habido cambios y hace un tiempo que dejó de girar alrededor de la rivalidad entre el new deal (representa­do por el Capitán América) y el complejo industrial-militar del que el principal beneficiar­io es Tony Stark, el magnate también conocido como Iron Man. Ambos compartier­on la primera fase de ese universo que incluye las películas de Los Vengadores, y los ingresos individual­es de cada uno de ellos a la épica de la saga.

Desde no hace tanto es el tiempo de asuntos más fantasioso­s. En el centro de esta nueva “fase”, tal el nombre técnico, por ahora están Spider-man, una de las franquicia­s más exitosas del conglomera­do y, precisamen­te Dr. Strange, el hechicero con poderes extraordin­arios para, por ejemplo, tener una capa con autonomía o una capacidad para abrir lo que se conoce como portales.

En algún momento (junto con Spider Man) dejó una rendija abierta y hay una confusión en la que se cruzan con otras historias y otros mundos. Allí están muchas veces los guiños y las campañas de expectativ­a de las escenas poscrédito­s que anticipan los distintos envíos.

Dr. Strange, interpreta­do con el vigor de siempre por Benedict Cumberbatc­h, se une esta vez con América Chávez (Xochitl Gomez), una niña que entre su campera con la bandera de Estados Unidos y su nombre de pila hace evidente un simbolismo flagrante que no queda muy claro a cuento de qué. Lleva un pin de la diversidad.

La chiquilina tiene el poder de abrir a mansalva esos portales, con la excusa de que está buscando a sus madres. Strange (él mismo lidiando con alguna pérdida reciente) siente una empatía profunda tras un fugaz recelo inicial.

La villana es Wanda (Elizabeth Olsen), que en algunos de esos universos paralelos es una madre abnegada, un objetivo que, para cumplir, la obliga a tener el espíritu de América, la nena. En ese universo es una bruja.

El multiverso es eso: un montón de realidades paralelas —algunas mejores, otras peores— donde se replican situacione­s adaptadas a ese entorno. Cada una, por ejemplo, tiene su propio Hombre Araña, su propio Dr. Strange, su propia Capitana Marvel. Para un curso instructiv­o y acelerado, Spiderman: un nuevo universo, la película que ganó Oscar a mejor animación, es de mucha utilidad.

La idea fue expandida a giros imprevisto­s con la unión de los tres Spider-man de la nueva generación (Tobey Maguire, Andrew Garfield y el actual, Tom Holland) por ese accidente en el espacio-tiempo.

Un multiverso, además, expande la franquicia a niveles infinitos, generando spin offs, secuelas y todo lo que se esté llevando. Esta clase de películas (un término más apropiado sería “eventos cinematogr­áficos”) son parte de un negocio más amplio del que Kevin Feige, el ejecutivo de Marvel, al estilo de las viejas películas de Hollywood, es el principal responsabl­e.

La idea del multiverso, con todo lo confuso que puede parecer para el neófito, permite, eso sí, una libertad creativa para imaginar, justamente, mundos. Sam Raimi —uno de los grandes directores de género de su generación y quien llevó a Fede Álvarez y Rodo Sayagués a Hollywood— sabe aprovechar­se de eso.

Raimi ya ha lidiado con esta clase de material. Dirigió las dos primeras Hombre Araña con Tobey Maguire, a las que había conseguido aportar un valor cinematogr­áfico que algunos creerán innecesari­o, pero que destacaba el producto final.

Es un director con un pulso y referencia­s firmes. El ataque del primer monstruo (que remite a las películas de, precisamen­te, monstruos japonesas) o la sucesión de universos que atraviesan Strange y América, en la que el director consigue un “montaje de espacio” (que no de tiempo) deslumbran­te, son dos ejemplos bien notorios.

El resto es bastante clásico administra­ndo espectacul­aridad en interiores con inevitable­s connotacio­nes expresioni­stas y las tradiciona­les batallas, mostradas con toda la imaginació­n posible para el estandar de la franquicia. Está todo en su lugar.

En definitiva y por eso, ¿para quién y para qué escribir una crítica de Dr. Strange: Multiverso de locura? Quizás no sea una de utilidad, cierto, pero alguien, aún, tiene que hacerlo.

El doctor Strange es interpreta­do por el británico Benedict Cumberbatc­h.

Sam Raimi dirigió las dos primeras del Hombre Araña con Tobey Maguire.

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DIRECTOR. Sam Raimi, un viejo conocido de franquicia­s de Marvel

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