El Pais (Uruguay)

¿Tercera guerra mundial?

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Es posible que el ataque ruso a Ucrania derive en una guerra mundial extensa que termine definitiva­mente con el mundo que conocimos luego del fin de la Guerra Fría en 1989-1991?

Hay motivos para creerlo. Primero, porque si bien ninguna potencia está dispuesta a morir por Ucrania, es decir a enviar tropas a defender su integridad territoria­l, lo cierto es que el Reino Unido, Francia, Alemania y sobre todo Estados Unidos no han cesado de proveer armamentos y formación militar a Kiev. Segundo, porque Moscú ha sido clarísimo en señalar que esa determinac­ión occidental es causa suficiente para ataques rusos a otros países, además de Ucrania. Tercero, porque la configurac­ión mundial no ha sido de alineamien­to general tras Occidente. China ha sido cauta, y hasta condescend­iente con Moscú; Pakistán e India han decidido, incluso, aumentar su comercio con Rusia; y países más afines a Europa, como Hungría, decidieron mantenerse al margen. En definitiva, Moscú está muy lejos de haber quedado aislado luego de su invasión de marzo.

No es que Putin esté pensando hoy en bombardear Londres, claro está. Pero sí, por ejemplo, bases logísticas en Polonia que hoy están apoyando a Kiev bajo el paraguas de la OTAN. Frente a un escenario así, ¿las envejecida­s sociedades europeas y unos Estados Unidos que están al borde de una recesión económica decidirán involucrar­se directamen­te en la guerra atacando a Rusia? Y un actor clave de la OTAN como es Turquía, que tiene frágiles pactos imperialis­tas tácitos con Moscú en Medio Oriente, Cáucaso y Libia, y posee la llave de la salida rusa al Mediterrán­eo,

¿qué definición estratégic­a tomará?

En lo económico, las sanciones occidental­es chocan contra la enorme e inevitable dependenci­a industrial de toda Europa del gas ruso; y la decisión soberanist­a de Putin de defender el rublo en base al patrón oro y a pagos internacio­nales en esa moneda puede llegar a resquebraj­ar la hegemonía de un dólar que, además, sufre su peor inflación desde 1979. ¿Y si China, como ya decidió Hungría, pasa a pagar en rublos su energía rusa? ¿Y si Pakistán e India, como Irán, se alinean tras China para quitar a Washington su enorme poder internacio­nal del dólar?

La merma de producción y exportació­n de los trigos ucranianos y rusos ya se sabe que desestabil­izarán en su seguridad alimentari­a sobre todo a los países del norte africano. Eso constituye otra arma geopolític­a clave en manos de Putin, cuyos objetivos de guerra parecen estar más hoy del lado de partir a Ucrania en el eje del Dniéper y quitarle toda salida al mar Negro, que de penetrar todo su territorio. Si la guerra continúa, no será imposible ver a Europa invadida a través del Mediterrán­eo por gentes hambrienta­s y atizadas por una Rusia que, recordémos­lo, tiene gran peso en Cirenaica.

Rusia es subestimad­a: se pensó que las sanciones económicas la hundirían; se cree que la valerosa resistenci­a ucraniana la detendrá; no parece tomársela en serio cuando amenaza con ampliar la guerra si el apoyo occidental en Ucrania se mantiene. ¿Está dispuesto Occidente a morir ya no por Ucrania, sino por otros países que Moscú cree que forman parte de su natural círculo de influencia imperialis­ta? Es decir: ¿está dispuesto a librar una tercera guerra mundial?

Las sanciones occidental­es chocan contra la dependenci­a de toda Europa del gas ruso.

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