El Pais (Uruguay)

UNA CARRERA ENTRE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN

- NICOLÁS LAUBER

■ La llegada de Kairo Herrera a los medios se dio de casualidad, aunque hoy es una de las figuras de Canal 10 y Radio Sarandí. No estudió periodismo pero sí diseño gráfico, oficio del que trabajó por varios años. Fue su voz grave lo que le abrió las puertas para entrar en la comunicaci­ón. Empezó haciendo avisos, luego llegó a la radio y más tarde a la televisión. Actualment­e está en

La mañana en casa de Canal 10 y Viva la tarde de Radio Sarandí; y el mes próximo estrena la quinta temporada de

Día Cero, también en Canal 10.

A Herrera lo descubrió el productor de jingles, Mario Gutierrez cuando tenía 20 años y lo llamaba cada tanto para algún trabajo, pero él nunca lo pensó como un empleo aparte del que tuviera en el momento.

Con Cámara testigo primero, y ahora Día Cero, ha contado la historia de distintas personas empatizand­o con los entrevista­ds.

Si bien es un conductor que busca contar historias que emocionan no se siente la figura central. Siempre recalca que lo importante son esas experienci­as de vida y reflejar ese momento.

Desde hace 15 años, cuando comenzó a emitirse Cámara testigo, Kairo Herrera se ha dedicado a recolectar historias de vida para presentarl­as en televisión. Ahora, el conductor de La mañana en casa en Canal 10, Viva la tarde en radio Sarandí, y vocalista de la banda 4 Cuervos ya tiene pronta la quinta temporada de Día cero, programa sobre momentos bisagra en la vida de varios entrevista­dos.

Antes del estreno de la docuserie de Canal 10, previsto para el mes próximo, Herrera cuenta algunas anécdotas de estos años de caminatas por los barrios, charlas y entrevista­s.

—¿Cuál ha sido tu “Día cero”?

—He tenido muchos pero si tuviera que decir cuál fue el “día cero” más importante, por más que suene clisé fue cuando fui padre por primera vez. Para la mayoría de los varones, el embarazo es una cosa un tanto abstracta, porque lo único que ve es una panza que va creciendo, pero cuando esa pequeña criatura está frente tuyo, la vida cambia. Calculo que le pasará a todos los hombres. Por eso el “día cero” de mi vida fue la primera vez que vi a mi hija. Sentí que mi vida daba un giro.

—¿Cuál es la clave de su trabajo en o antes en

Día cero Cámara testigo?

—Estar en la piel de la persona que estás entrevista­ndo. Eso te permite hacer las preguntas para poder avanzar. Por mi oficio adquirí muletillas, y una que uso es “esto me lo contestás si querés, sino está todo bien”. Porque a veces hacés una pregunta que puede incomodar al entrevista­do y esa no es la intención. Hasta ahora he tenido suerte porque siempre que hago una pregunta precedida por esa frase, conseguí una respuesta.

—Y la gente es agradecida cuando pasa eso...

—Con Cámara testigo solíamos cubrir temas “dramáticos” pero la relación con los vecinos siempre fue la mejor. La segunda vez que fuimos al asentamien­to Las aldeas, por ejemplo, nos estaban esperando con chorizos a la parrilla y la gente se había juntado para esperarnos. Habíamos hecho una nota sobre Un techo para mi país y habían sido tres días de laburo. Por la forma de ser que teníamos mis compañeros y yo que éramos los que salíamos al campo a trabajar, habíamos logrado generar una relación tal que cuando volvimos por otro tema nos esperaron con esa sorpresa para compartir.

—¿Y cómo reaccionás antes historias muy dramáticas o incluso graciosas que has vivido?

—Cuando uno está trabajando, a veces pasan cosas graciosas, es verdad. Te pueden decir algún disparate y no se te puede mover un músculo de la cara, porque estás haciendo una nota. Por el tipo de contenido que hacíamos, donde lo importante era reflejar el momento, no te podés poner a reír y parar la entrevista. Por eso rara vez cortábamos la grabación de una nota. Lo hacíamos cuando el entrevista­do empezaba a llorar, o si era un momento muy dramático como un padre que tenía que hablar de su hija desapareci­da. Ahí yo pedía que se detuviera la filmación porque la persona ya estaba expuesta y no queríamos vulnerarlo más mostrándol­o de esa manera.

—En los últimos tiempos se ha hecho viral tu entrevista a Ignacio Sierra, el muchacho que dice que lo que le gusta es hacer “Bombas, bombas, bombas”. ¿Cómo fue esa entrevista?

“Estar en la piel de la persona que estás entrevista­ndo”, dice Kairo Herrera que es la clave de su trabajo.

—Esa fue una vez que tuvimos que cortar pero por un motivo distinto, fue con el muchacho de las bombas. Veníamos conversand­o y cuando le pregunto qué quería hacer más adelante empieza a dar vueltas y dice que le gusta hacer dispositiv­os eléctricos pero que eso implica un peligro. Le pregunto a qué se refiere y dice: “Bombas, bombas, bombas”. Eso pasó al folclore nacional porque, sí, ese tramo de la entrevista se hizo viral y todavía se encuentra en Internet. Por lo visto me agarró con la guardia baja porque me empecé a reír. Es que una persona que te dice que lo que quiere hacer con su vida es hacer bombas, es gracioso. En el videose puede ver que exploto de risa y nos empezamos a reír todos. Y la cara de los padres que, sabiendo el final, estaban muy incómodos. Ese fue el único momento donde aparezco riéndome de una situación que se estaba dando en el programa.

—En tus programas siempre has salido del estereotip­o sobre, por ejemplo, los barrios pobres estigmatiz­ados como violentos. Debés tener un montón de historias de gestos totalmente fuera de ese estereotip­o.

—Una vez hicimos una recorrida nocturna por el barrio Marconi. Es muy prejuicios­o pensar que todo un barrio vive de cierta manera, y eso fue lo que intentamos retratar. Era un día de mucho calor y la gente había salido al frente de sus casas para refrescars­e. Habíamos estado laburando todo el día y tenía un hambre que me hubiera comido una vaca entera. Pasamos por una donde habían hecho un asado en un parrilleri­to y por lo visto la mirada que eché para adentro fue de lástima. Me acuerdo que miré a la familia, la mesa y la parrilla, quedaban unas tiritas de carne y el dueño de casa nos ve y dice: ‘pasen muchachos’. Nos picó el asado con pan y no dudamos en entrar.

—Ese método que contabas al comienzo para conseguir que el entrevista­do te confíe cosas, ¿siempre sale bien?

—Haciendo Día cero, la producción me pidió que interceda para que el entrevista­do hable. Cuando la persona está como dura, no quiere hablar, me mandan al frente para usar ese don de gente, como se dice. Hubo una entrevista con una señora que hubiera sido una preciosa nota pero al final no la conseguimo­s. Era una uruguaya que estuvo entreverad­a en la creación de Internet, y estaba bueno contar su historia. La señora tenía sus reticencia­s en hacer la nota. Yo hice lo que pude, traté de seducirla con la voz a través de Whatapp pero no lo logré. No siempre se consigue todo.

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