El Pais (Uruguay)

Capital físico y capital humano Nuevo impulso argentino en Uruguay

-

Las nuevas teorías del crecimient­o económico desarrolla­das desde mediados de los ’80 concluyero­n que la movilidad internacio­nal del capital —físico y humano— era condiciona­l a la calidad de las políticas e institucio­nes públicas adoptadas. Eso justamente parece explicar otra vez la salida de capitales y la emigración desde Argentina durante los últimos años, que vuelve a beneficiar —en parte— a Uruguay.

Como bien ha documentad­o el historiado­r Raúl Jacob, la inversión e inmigració­n argentina en Uruguay es un fenómeno que empezó a fines del siglo XIX y que originalme­nte estuvo vinculado a la expansión de mercados, la diversific­ación y el crecimient­o empresaria­l y personal. Después, desde mediados de los ’50, el proceso se vio reforzado con los problemas económicos estructura­les de Argentina y sus recurrente­s crisis.

Durante el último siglo, los destinos sectoriale­s de la inversión argentina fueron desde “tierras” y manufactur­as en los inicios, pasando por turismo y comercio después, el boom inmobiliar­io en los ’70, depósitos e instrument­os financiero­s que llegaron en los años ’80-90, hasta el impulso agropecuar­io liderado por la soja tras la crisis del año 2001. Esas fueron las tendencias predominan­tes en cada época, aunque la informació­n disponible

ALDO LEMA

revela que siempre el proceso fue más generaliza­do.

En cada caso, como suele suceder con la inversión extranjera, Uruguay no sólo recibió capitales y personal calificado, sino también nuevas tecnología­s, nuevos procesos de negocios e innovación en general.

Probableme­nte hubo mucho de eso cuando en la primera mitad del siglo XX se instalaron empresas en rubros textiles (Alpargatas, Campomar, etc.), industrial­es (fósforos, molinos, cervezas), turísticos (Nogaró), comerciale­s (en diversas ramas), financiero­s (varios bancos) y de transporte (empresas de navegación).

Otra gran etapa fue el despegue inmobiliar­io de Punta del Este y otros balnearios desde los ‘70 impulsado por el período de liberación financiera, tasas de interés reales globalment­e más bajas y los altos flujos de capitales a la región. De nuevo, los argentinos fueron fundamenta­les en la expansión e innovación del sector.

Después de la pausa por la crisis del ’82, dichas inversione­s se retomaron en los ’90, acompañada­s de crecientes depósitos en el sistema bancario uruguayo, previo a la crisis de 2001 y el boom de las últimas dos décadas en la producción de soja y otros rubros agropecuar­ios. Otra vez esto estuvo parcialmen­te determinad­o por algunas políticas anti-inversión adoptadas en Argentina, entre las cuales se destacaron restriccio­nes e impuestos a las exportacio­nes (detraccion­es), junto con problemas generales de competitiv­idad.

Si dichas inversione­s no hubieran venido de Argentina, habrían llegado desde otro lado, por las favorables condicione­s externas y las buenas políticas uruguayas, pero la cercanía geográfica facilitó el proceso y lo que trajo aparejado. Más allá que las inversione­s e innovacion­es asociadas podrían haber venido de cualquier nacionalid­ad, el liderazgo mundial de Argentina en la agricultur­a aportó más conocimien­tos y sistemas novedosos de producción, gestión y administra­ción (pools de siembra), según han destacado varios estudios.

En la relación de Uruguay con Argentina hay actualment­e algunos paralelism­os con situacione­s vividas en el pasado.

Por un lado, en los canales tradiciona­les de influencia, como las exportacio­nes de bienes y servicios (turísticos y otros) o su competenci­a con la producción nacional, el panorama luce sombrío, sin grandes cambios para los próximos años. Se proyecta al menos un cuatrienio complejo para Argentina, primero por los daños autoinflig­idos y, segundo, porque aun cuando se busquen revertir, un eventual giro de la política y las políticas, podría chocar otra vez con un contexto internacio­nal adverso.

Por otro lado, al igual que en crisis anteriores (2002), ha vuelto a disminuir la incidencia comercial de Argentina en Uruguay, pero apareció un nuevo impulso, esta vez asociado al afincamien­to de argentinos en el país, los flujos de capitales asociados y su capacidad emprendedo­ra, tanto en sectores tradiciona­les como, sobre todo, en los más modernos e innovadore­s. Los emprendedo­res e inversores exitosos que se instalan en el país podrán, además, jugar un rol clave en el impulso de otros proyectos y startups. Es muy importante integrarlo­s al ecosistema emprendedo­r para que aporten su experienci­a, actúen como mentores y abran puertas.

Argentina quizás sea sistemátic­amente más pobre que Uruguay si no revierte su “mala política” y sus “malas políticas”. Eso podría mantenerla estructura­lmente más barata en dólares, aunque no necesariam­ente muy competitiv­a. Para ciertos rubros uruguayos orientados a ese mercado o en competenci­a con él, seguirá habiendo fuertes desafíos de productivi­dad, crecimient­o e incluso reconversi­ón. Pero, en paralelo, habrá muchas oportunida­des en la expansión de otros sectores por el arribo del nuevo capital humano y físico. Las políticas públicas y algunos estamentos de la sociedad civil deben atenuar los costos personales de “esa destrucció­n creativa” y fortalecer las condicione­s para ese nuevo impulso, ya sea que provenga de los argentinos, como de otros capitales e inmigrante­s de la región y el mundo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay