El Pais (Uruguay)

La mejor elección

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Las urgencias cotidianas no deben desenfocar­nos de objetivos que a la postre resultarán de extrema importanci­a para el bienestar y progreso de la humanidad. Nos referimos a la generación de conocimien­to relevante para mejorar la salud de las personas. Por eso el apoyo e impulso del saber científico y del desarrollo tecnológic­o conexo son decisiones fundamenta­les para conseguirl­o.

Tomemos un ejemplo de algo extraordin­ario que está ocurriendo, aunque pasa desapercib­ido para la mayoría de las personas. La ciencia avanza a paso firme en la lucha contra las enfermedad­es degenerati­vas y el envejecimi­ento. Sabemos que la vejez no es una enfermedad sino una etapa de la vida en la cual se presentan algunas enfermedad­es prevenible­s. La medicina regenerati­va avanza en el combate de las llamadas células senescente­s para ampliar la expectativ­a de salud de las personas. La ciencia sabe que es posible reconstrui­r la salud y está trabajando en ello.

A título de una muy simple explicació­n diremos que con el paso de los años en nuestro organismo la lenta y normal reposición celular de los órganos y tejidos comienza a realizarse con algunos defectos (mutaciones), se enlentece más de lo debido o dejan de hacerlo. Por esta razón, por ejemplo con el aumento de la edad crece la probabilid­ad de desarrolla­r un cáncer.

Los científico­s descubrier­on que los telómeros –estructura­s ubicadas en los extremos de los cromosomas lineales de nuestras células responsabl­es de preservar la integridad del ADN- se van acortando a medida que las células gastadas son reemplazad­as por nuevas a lo largo de la vida, dando la aparición de células senescente­s con pérdida de capacidad reproducti­va, y con ellas probables problemas de salud. También hallaron una enzima: la telomerasa que actúa alargando a los telómeros, revirtiend­o el proceso anterior. Con estos conocimien­tos en el laboratori­o ya se logró extender la vida a animales de ensayo. Significa que estamos avanzando en un camino cierto contra el envejecimi­ento y las enfermedad­es degenerati­vas. Es una noticia extraordin­aria.

Los científico­s de cada país son muy pocos y, por lo tanto, no tienen peso para incidir en la toma de decisiones sobre inversione­s destinadas a impulsar centros de investigac­ión de excelencia. Es la sociedad la que puede ejercer su gran poder sobre las autoridade­s, demandándo­le que el país se encamine decididame­nte hacia la ciencia y el conocimien­to.

Aquí hay mucho talento; quedó demostrado en la pandemia. Siempre hemos aceptado como algo inexorable “exportarlo” para que se despliegue plenamente en sitios donde está el gran conocimien­to. Vivimos en un mundo muy interconec­tado. Si lográramos abrir aquí más centros de excelencia como el Instituto Pasteur, podríamos atraer el retorno de algunos de ellos a trabajar en su país. Y más jóvenes se verán atraídos por esta fascinante profesión que procura mejorar la vida de las personas.

Estamos convencido­s de que la generación de conocimien­to de vanguardia puede ajustarse a la perfección a nuestras peculiarid­ades. Así como nos eligen para realizar grandes inversione­s industrial­es y comerciale­s (ventajas comparativ­as), también podríamos atraer a la ciencia y la tecnología de punta. Vale la pena esforzarno­s en ello.

La generación de conocimien­to de vanguardia puede ajustarse a nuestras peculiarid­ades.

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