El Pais (Uruguay)

Hipocresía y declaració­n vergonzosa

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La hipocresía política de los presidente­s de México, Argentina, Colombia y algunos otros países latinoamer­icanos es alucinante: denuncian airadament­e a los golpistas de derecha, lo que está muy bien, pero toleran felizmente a los golpistas de izquierda.

Eso es exactament­e lo que sucedió, una vez más, la semana pasada, cuando cuatro países emitieron una lamentable declaració­n conjunta el lunes 12 de diciembre en apoyo al derrocado presidente izquierdis­ta de Perú, Pedro Castillo.

El expresiden­te, que fue elegido el año pasado con la plataforma de un partido marxista, fue derrocado el 7 de diciembre después de anunciar en la televisión nacional que disolvería el Congreso de mayoría opositora y que gobernaría por decreto. Horas después, el Congreso ordenó su destitució­n por abrumadora mayoría de votos, y lo reemplazó su ex vicepresid­enta Dina Boluarte.

El intento de golpe de Castillo fue una clara violación de la Constituci­ón peruana. Fue un autogolpe para obtener poderes absolutos, exactament­e lo que había hecho el ex presidente peruano de derecha Alberto Fujimori en 1992 antes de ser destituido legítimame­nte de su cargo y enviado a la cárcel.

Pero mientras la izquierda autoritari­a de América Latina apoyó la destitució­n de Fujimori en ese momento, ahora critica la destitució­n de Castillo.

La declaració­n conjunta que México, Argentina, Colombia y Bolivia emitieron expresa “alarma” por la destitució­n de Castillo y ser refiriere al exmandatar­io como “Presidente de la República del Perú”.

La declaració­n también llama a Perú a “priorizar la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas”, sugiriendo que Castillo debe ser reinstalad­o en el poder.

Los presidente­s de México y Argentina también habían defendido un golpe de izquierda recienteme­nte cuando apoyaron al ex presidente boliviano Evo Morales después de que este último había permanecid­o en el poder mucho más allá de su mandato constituci­onal y había hecho un fraude electoral en 2019.

Como era de esperar, las dictaduras de Cuba y Venezuela también salieron en defensa de Castillo.

En un tuit que parece un chiste viniendo de un régimen que no ha permitido elecciones libres en casi 63 años, el dictador cubano Miguel Díaz-canel se quejó de que la oligarquía peruana había “subvertido la voluntad del pueblo”.

Cynthia Mcclintock, experta en Perú que enseña en la Universida­d George Washington, me dijo que no hay duda de que Castillo violó la Constituci­ón con su llamado a disolver el Congreso. “Fue un autogolpe clásico, como el autogolpe de Fujimori”, me dijo Mcclintock. “Muchos dicen que el Congreso quería tumbarlo a Castillo desde el principio, pero nada de eso oscurece el hecho de que Castillo dio un golpe de Estado”.

Samuel Abad, profesor de derecho constituci­onal en la Pontificia Universida­d Católica de Perú y la Universida­d del Pacífico, me dijo que la declaració­n conjunta de México, Argentina, Perú y Bolivia es “absurda”.

“Es una declaració­n claramente política que no tiene base legal”, me dijo Abad. Lo que hizo Castillo “es el delito más grave que puede cometer un presidente.”

Mientras escribo estas líneas, las manifestac­iones a favor de Castillo de grupos radicales de izquierda ya se han cobrado al menos siete muertos. Boluarte ha prometido celebrar elecciones anticipada­s a fines del 2023 o principios de 2024 en un esfuerzo por restaurar la calma.

Perú obviamente necesita mejorar su sistema electoral para permitir que los presidente­s sean elegidos con mayor apoyo popular.

Perú suele tener demasiados candidatos presidenci­ales, y los ganadores son elegidos por una minúscula minoría de votantes, lo que dificulta que formen coalicione­s de gobierno. Castillo había ganado las elecciones en la primera vuelta con solo el 19% de los votos.

Tal vez sea hora de que Perú adopte tres rondas electorale­s si ningún candidato alcanza el 30% de los votos en la primera vuelta, como ha propuesto Mcclintock.

Pero no hay duda de que el Congreso de Perú hizo lo correcto al defender las institucio­nes democrátic­as y derrocar a Castillo.

América Latina no debe tolerar ningún golpe de Estado, sea de derecha o de izquierda. Los mandatario­s de México, Argentina, Colombia y Bolivia no solo están apoyando a un golpista, sino que también se están disparando en el pie a ellos mismos al legitimar los intentos de golpe.

La declaració­n que emitieron es vergonzosa, por donde se la mire.

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