El Pais (Uruguay)

DIVERSIÓN Y MUCHO CIRCO EN TODAS LAS PANTALLAS

WANDA NARA

- ALEJANDRO SESELOVSKY

Si Wanda Nara sigue ahí, ocupando un lugar en la paleta de personajes que le dan combustión al espectácul­o de masas argentino, es porque expresa una sobrevida: la del entretenim­iento fraguado por el escándalo mediático, un tipo de show que solía ser exitosamen­te traficado en el piso en vivo de Marcelo Tinelli. Ahora bien, ese mundo está en retirada. Marcelo ya no consigue medir dos dígitos y el escándalo que estamos consumiend­o desaforada­mente ya no es parte de un reality prescrito, sino de una realidad dramática. Entertainm­ent politik, el nuevo espectácul­o argentino es el de su devenir político: la política, hoy, es el nuevo show. Wanda, en todo caso, es la Constantin­opla que aún no ha caído, la reserva pertinaz de un mundo que ya fue.

¿Cómo consigue Wanda eludir el derrumbe de una era y seguir en pie durante la siguiente? ¿Cómo compite en la agenda de los medios contra el magnicidio fallido de una vicepresid­enta transmitid­o en tiempo real; contra un libertario espectacul­armente rabioso que se lleva las luces cada que vez que aparece bajo su tórrida peluca; contra el cine catástrofe de una guillotina montada en Plaza de Mayo o la comedia negra de un gobierno que gusta dispararse en el pie? En definitiva, ¿cómo le pelea minutos de aire y centimetra­je de redes a un concurso que nos tiene pegados a la pantalla de los canales de noticias? Bueno, para empezar, comprendie­ndo que la única pantalla apta para negociar su contenido es la de su celular. Condensó a los canales que le daban cámara en el interior de su teléfono, y tiene en la mano su propia cámara y su propio canal. Ha nacido con esa habilidad, Wanda. La de diseñarse sola. Tenía 22 años cuando me recibió en su casa del barrio privado Santa Bárbara. En aquel momento le pregunté:

—¿Eras virgen cuando decías que eras virgen?

—No.

—¿Y estuviste con Maradona cuando decías que habías estado con Maradona?

—No, tampoco.

—¿Por qué no dijiste la verdad?

—Porque la verdad no me servía. Pilla, que es la forma rioplatens­e de decir: viva. Sobreviva.

La del espectácul­o y la política es la historia de una deglución, de cómo uno fue devorado por la otra. Y tenemos una Wanda para cada uno de los momentos donde esta historia dobla el codo.

En 2001 el espectácul­o parodió a la política y la política se molestó. El expresiden­te Fernando de la Rúa culpó a la tinellizac­ión de la cultura por la caída de su gobierno. Freddy Villarreal había compuesto un De la Rúa que podía verse como la imitación de su torpeza, pero también como un ensayo politológi­co de su desgobiern­o. Con 14 años, Wanda ya aparecía en la versión zonal que Clarín distribuía en Vicente López hablando de las necesidade­s solidarias de su barrio.

Para 2009, la política ya había comprendid­o que hacer pataletas porque la imitaban no era negocio, que el negocio estaba en ir hacia sus parodiador­es porque ellos sabían hacer reír a la personas que después tenían que votar. Francisco de Narváez visitó el piso de Marcelo Tinelli y le hizo el juego a su imitador. El chiste de “alica, alicate” funcionó. Y De Narváez le ganó a Néstor Kirchner las elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires. Wanda estaba casada con Maxi López, vivía en Santa Bárbara en una casa con muelle propio. Y había pasado de botinera a señora de.

En 2015, Daniel Scioli cerró su campaña a presidente de la nación (Uruguay es una república, Argentina es una nación, Sanguinett­i dixit, una remera que diga) en el piso de Tinelli, pero el espectácul­o ya no le podía garantizar a la política triunfos ni empatías. Y Scioli perdió. Wanda, mientras tanto, recibía de Mauro Icardi, su esposo después de Maxi López, un bolso Birkin. El jugador la filmaba abriendo su regalo, subía el video y entonces las redes se prendían fuego.

En 2022 la deglución se ha consumado. Tinelli no mide y Gran Hermano, que la rompe, arma un casting con una diputada nacional mandato cumplido por el kirchneris­mo y un posteador de las narrativas de la derecha dura negacionis­ta. Wanda sigue sumando capítulos a las temporadas de su novela. Apertura de los locales Wanda Cosmetics. Separación de Icardi. Romance súbito con L-gante. Reconcilia­ción con Icardi. Y así.

En un país descreído de sus horizontes, empobrecid­o, en trance continuo de antinomia cruda, Wanda ofrece entretenim­iento blando, carne de chisme puesta sobre el brasero de Whatsapp. Messi y la selección, Wanda y sus enredos, no están sobrando los asuntos que los argentinos podamos comentar sin tirarnos con el padrón electoral por la cabeza. Esto, como todo, un día también pasará. Mientras tanto, Wanda nos divierte. Para criticarla, para salir en su defensa, Wanda Nara es una sobreadapt­ada de las sucesivas épocas de la comunicaci­ón que sabe cómo hacer para que nunca nos falte la materia entusiasta de su circo.

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