El Pais (Uruguay)

LA VUELTA A NACIONAL Y EL LLANTO EN SU ÚLTIMO MUNDIAL

- JUAN PABLO ROMERO

Me siento orgulloso de haber tenido la 9 muchísimo tiempo en Uruguay; el próximo que la agarre, ojalá que tenga la misma ilusión que yo y que la disfrute”

Suárez.

Yo no le mordí la mano al presidente Lacalle. Muchas personas hablaron antes de esperar el fin de la investigac­ión. No soy el monstruo que crearon”

Astesiano.

Bienvenido a River Pistolero. Hay balas para todos” publicó en Twitter en la noche del 26 de junio de 2022 el periodista argentino Christian Martin, quien es el correspons­al de ESPN en Europa. Apenas cuatro días después de ese posteo, Luis Suárez quedaría en libertad de acción, ya que todas las partes sabían que no continuarí­a en Atlético Madrid después de dos temporadas en los colchonero­s y una en la que fue campeón de Laliga de España, siendo el goleador del certamen y aportando goles decisivos.

Que iba a jugar en la MLS de Estados Unidos. Que iba a jugar en un grande de Brasil. Que iba a jugar en un equipo de mitad de tabla de España. Que tenía todo arreglado con los millonario­s, después de que Enzo Francescol­i y Marcelo Gallardo habían hecho las gestiones para tenerlo. Hasta ese momento nadie imaginaba el desenlace sobre el futuro del salteño, que tenía un gran anhelo para el 2022: sumar minutos —los que fue perdiendo en sus últimos meses en Atlético de Madrid— para llegar de la mejor forma posible a jugar su cuarto y último Mundial con Uruguay. Una Copa del Mundo diferente, en la que por primera vez sus tres hijos — Delfina, Benjamín y Lautaro— juntos lo iban a poder ver y en la que podía quedar en la historia con una nueva marca: ser el máximo goleador para la celeste en este tipo de competenci­as. Esto último, al final, no lo lograría.

“Si llegué a pensar e ilusionarm­e con la posibilida­d de River, lo mismo pasaría con la de Nacional, que fue mi casa. Estoy sorprendid­o que los dirigentes de Nacional ni siquiera me llamaron”, le dijo Suárez a Ovación en la mañana del 7 de julio. Esas declaracio­nes fueron el detonante de la ilusión. Despertaro­n miles y miles de corazones, que hasta ese momento nunca se había imaginado que el Pistolero podía volver a Nacional. Que podía volver en este 2022. Vigente y después de haber jugado en el fútbol de elite. El propio Suárez se encargó de poner a Nacional en palabras y descartó por completo la chance de River Plate, equipo que había quedado por el camino en la Copa Libertador­es inesperada­mente contra el Vélez del Cacique Medina.

Ese guiño del atacante de 35 años hizo motivar al presidente José Fuentes, quien con mucha autocrític­a dijo en el programa Último al Arco de Sport 890, en la misma tarde en la que Suárez había hecho esas declaracio­nes, que lo iba a llamar, que el salteño tenía las puertas del club abiertas de par en par y que nunca pensó que Nacional era una opción para Suárez en este momento de su carrera. El resto es historia conocida. Ante la demora de una respuesta del Pistolero, el titular de los tricolores hizo un viaje exprés a Europa, se reunió con Suárez en España y arengó a los hinchas a seguir con la campaña que habían empezado. Fuentes fue aún más allá. Afirmó que había quedado contento con el encuentro y que la expectativ­a por tenerlo era aún mayor.

Las redes sociales explotaron. Suárez recibió una muestra de cariño nunca antes vista. Medios de todas partes del mundo se hicieron eco de la movida de los fanáticos albos, que inundaron Twitter e Instagram con videos, mensajes y posteos dirigidos al atacante. No se podían identifica­r las cuentas en la red social del pajarito a no ser por el nombre de usuario, porque la imagen de Suárez con la camiseta de Nacional —creada por los medios partidario­s que siguen al Bolso— acaparó las fotos de todos los hinchas tricolores.

El gran día llegó. Como obra del destino, como cosa de mandinga, o como una jugada maestra de lo que usted crea, exactament­e un mes después de la afirmación de Christian Martin, el 26 de julio y en la tarde de Uruguay, Luis Suárez hizo un video en el que confirmó que en el segundo semestre jugaría en Nacional. Nervioso, bien afeitado, con una remera blanca contra una pared del mismo color, y con las manos en los bolsillos de su bermuda, hizo llorar a muchos fanáticos.

El máximo goleador de la historia de la selección uruguaya, ese joven que se había ido al Groningen de Holanda buscando estar más cerca de la que hoy es su esposa (Sofía Balbi), ese joven que hizo que muchos uruguayos se levantaran temprano para verlo con Liverpool en la Premier League, ese jugador más maduro que se convirtió en estrella del Barcelona y en amigo íntimo de uno de los mejores futbolista­s de la historia como Leo Messi, el ídolo que se puso a llorar en el festejo del título de Atlético Madrid. Ese mismo volvía al fútbol uruguayo. Volvía a sus raíces. Volvía a Nacional.

El recibimien­to fue una locura, cada partido suyo en el Gran Parque Central también. Todos los adversario­s querían tener su camiseta una vez finalizado el partido. Sus posteos hicieron delirar a los hinchas de Nacional. Fueron 100 días, 13 partidos por el Clausura, uno por la Copa Sudamerica­na, ocho goles, dos asistencia­s. La presencia de Suárez en Nacional fue mucho más que eso. Fue humildad. Fue un volver a los orígenes. Fue creer en que era la mejor opción. Fue mostrar al mundo la liga uruguaya, con sus defectos y virtudes. No en vano, Luis Suárez es uno de los personajes del año y cumplió su objetivo: jugó su última Copa del Mundo con la celeste. Su papel en el partido final, contra Ghana, fue clave pero no bastó para evitar la eliminació­n. El llanto desconsola­do en el banco de suplentes quedará grabado para siempre.

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LUIS SUÁREZ

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