El Pais (Uruguay)

UCRANIA: DOS ENEMIGOS EN UNA GUERRA QUE NO TERMINA

- CARLOS RÍOS

Uno gobierna con mano dura una potencia desde hace más de dos décadas. El otro es un actor que, casi sin proponérse­lo, terminó como presidente de su país. A Vladimir Putin y Volodimir Zelenski la historia les reservó compartir una página, pero como enemigos.

Putin nació en Leningrado —hoy San Petersburg­o— el 7 de octubre de 1952 en el seno de una familia obrera, al final de la era estalinist­a. Fue el menor de tres hermanos y su infancia estuvo marcada por la pobreza en la Unión Soviética de la posguerra. Sus padres eran sobrevivie­ntes del sitio de Leningrado por las tropas nazis. “La manera de responder ojo por ojo en el ámbito internacio­nal se remonta a esa infancia, marcada por un agudo sentimient­o de heroísmo nacionalis­ta combinado con la rabia del chico que quiere salir adelante”, explica el escritor y exdiplomát­ico ruso Vladimir Fédorovski, quien conoce personalme­nte a Putin y ha escrito libro sobre él, en una entrevista al diario español El Correo.

Cuando a Putin se le mete algo en la cabeza, lo persigue hasta conseguirl­o. Un ejemplo: pidió ingresar a la KGB cuando tenía apenas 15 años, pero le dijeron que debía terminar primero sus estudios. Así lo hizo y luego se convirtió en espía.

Fue el inicio de una carrera política que lo llevó a trabajar en la alcaldía de San Petersburg­o, luego a Moscú al equipo del presidente Boris Yeltsin, y finalmente a gobernar Rusia.

Ganó las elecciones de 2000 y fue reelecto en 2004. Cómo la Constituci­ón no le permitía un tercer período consecutiv­o, en 2008 presentó a Dmitri Medvédev como su sucesor, y él fue el jefe en los hechos desde el cargo primer ministro.

En 2012 Putin sí pudo postularse para un tercer mandato y ganó. Y en 2018 volvió a vencer con el 70% de los votos. Su intención —ahora condiciona­da a cómo termine la guerra en Ucrania— es seguir hasta 2036, y para eso reformó la Constituci­ón eliminando el límite de dos mandatos presidenci­ales consecutiv­os.

En las dos décadas que lleva gobernando, Putin adoptó un estilo de guerra, bajo lemas que sirvieron como excusa para invadir territorio­s y restaurar algo del antiguo imperio soviético. Antes de la invasión a Ucrania en febrero con el pretexto de “desnazific­ar” ese país, hay tres casos significat­ivos: la guerra chechena del 2000, el conflicto con Crimea en 2014 y la intervenci­ón en Siria de 2018.

La historia del presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, es muy distinta. Su llegada a la política es producto de su éxito como actor y humorista.

De origen judío, Zelenski nació en 1978 en Krivói Rog, al sur de la capital de Ucrania, pero pasó la mayor parte de su juventud en Mongolia. No vivió la pobreza de Putin: su madre es ingeniera y su padre profesor de informátic­a. Durante su infancia, Zelenski hablaba ruso, lo que le significó un problema cuando ingresó en política, porque muchos pensaban que sería prorruso.

Su única “experienci­a” cuando se candidateó era haber interpreta­do a un presidente en la serie de televisión Servidor

del Pueblo, el mismo nombre que le puso a su partido político. La serie se estrenó en 2015 y duró tres temporadas.

Allí Zelenski interpreta­ba a un profesor que se vuelve presidente. En la vida real ganó las elecciones con el 72% de los votos en segunda vuelta. Cuando asumió en 2019, Ucrania ya tenía un conflicto abierto con Rusia por la anexión en 2014 de la península de Crimea y la guerra con los separatist­as prorrusos.

Pese a haber ganado las elecciones por un buen margen, las expectativ­as que tenían los ucranianos con Zelenski no eran buenas. Su popularida­d durante la pandemia del covid-19 había caído al 40%. Pero una encuesta enseguida de la invasión rusa le dio un apoyo del 91% y el 70% creía que podía ganar la guerra.

Sin duda, su experienci­a como actor le sirvió para levantar el ánimo del pueblo. El diario Washington Post informó que, cuando Estados Unidos le ofreció sacarlo de Kiev en medio de los primeros bombardeos rusos, Zelenski contestó: I need

ammunition, not a ride (“Necesito municiones, no un viaje”). Unas horas después había camisetas con este eslogan.

Hoy tal vez nadie sepa cuándo y cómo terminará la guerra. Pero es muy probable que, si hay que imprimir remeras con el rostro de uno de estos personajes, las de Zelenski tendrán una alta demanda.

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