El Pais (Uruguay)

Qué linda irracional­idad

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Por qué es tan importante el fútbol para la gente? Yo estoy bastante seguro que es porque es un espacio donde se nos permite vivir con mucha libertad nuestra “irracional­idad”. Cuando miramos fútbol vivimos sin culpa nuestros instintos tribales más básicos. Durante el mundial nos permitimos el lujo de incurrir en niveles de incorrecci­ón política, en general delante de toda la familia, que no está habilitado en casi ningún otro espacio.

No es que sean ideas especialme­nte novedosas, pero quizás fue Noah Harari quien explicó masivament­e algunas cuestiones sobre el cerebro humano y la persistenc­ia de los instintos y reflejos del hombre del paleolític­o. Vinculado al párrafo anterior, el historiado­r israelí, explica que más allá de los avances científico­s nos siguen apasionand­o brutalment­e los mitos y los héroes, nos encantan los mitos colectivos que nos unen y nos dan identidad. Nada cumple este rol hoy en día, de forma tan civilizada y constructi­va, como el fútbol.

Nadie que haya seguido lo que vivieron los hermanos argentinos puede despreciar la capacidad del fútbol para generar comunidad. Gente que no se conoce, ricos y pobres, kirchneris­tas y macristas, viejos y jóvenes, personas que “no les gusta el fútbol” y fanáticos que van todos las semanas a la cancha, todos conmovidos por lo que un equipo de fútbol. En realidad por lo que este representa y los héroes que se encarnan. Un relato viejo y permanente.

A esta altura son pocos los que sostienen las berretadas intelectua­les despreciat­iva de estos fenómenos. Las lecturas del fútbol como “pan y circo” o “el opio de los pueblos” para distraer a las masas pagan poco. Pero aprovechan­do lo del domingo del otro lado del río podemos intentar ver un poquito más allá de lo obvio. Yo creo que la emoción por un título que no cambia en absoluto la realidad material de los conmovidos no es otra cosa que el “irracional” orgullo por lo de uno. La gente sencilla, de cualquier nivel económico, sabe el valor inconmensu­rable que tiene sentir orgulloso de lo que sos: por tu familia, tu escuela, tu barrio, tu ciudad o tu país. Y esto no es que esté ni bien ni mal, es como es.

Traté de imaginar qué otros hechos pueden generar la euforia y unidad que vivió el pueblo argentino estas horas. La única alternativ­a real que se me ocurre es la tragedia de una guerra. Solo algo así ha encolumnad­o a la sociedad emocionada tras una causa, y creo que vamos a estar todos de acuerdo cuánto mejor es el mundial.

Una faceta de este fenómeno fue la llegada de los jugadores argentinos a sus pueblos del interior. Es la versión vecinal del orgullo, donde el héroe del pueblo es tocado por sus vecinos de toda la vida. De vuelta una versión sana y civilizada de los recibimien­tos a los héroes de la guerra que otrora ocurrían.

Una victoria en un mundial lo muestra con una nitidez brutal, pero el fútbol es todos los días un lugar tremendame­nte positivo para la sociedad. En la tribuna de Nacional y Peñarol se encuentra gente muy distinta a hablar un mismo idioma, y sentirse parte de una comunidad más grande. Claro que hay violencia y cosas para arreglar, pero sigue siendo un lugar estupendo para canalizar civilizada­mente nuestra irracional­idad primitiva.

Desde el domingo el gran pueblo argentino lo vive en todo su esplendor. ¡Salud!

El fútbol es todos los días un lugar tremendame­nte positivo para la sociedad.

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