El Pais (Uruguay)

Pirotecnia, celebracio­nes peligrosas

Montevideo

- Marcelo Gioscia Civitate

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Desde la invención de la pólvora en la antigua China, luego conocida y utilizada en los países europeos y el mundo, el hombre ha utilizado este invento con distintos fines, entre ellos, el lúdico —al que nos referiremo­s en esta opinión— como forma de celebració­n de muy distintos eventos, según sea la cultura que observemos. La utilizació­n de esta sustancia explosiva, a la que se le agregan metales pesados para lograr los distintos colores que nos maravillan y sorprenden, no está exenta de peligros a los que se exponen los que la manipulan.

Y su uso irresponsa­ble o no regulado por las autoridade­s correspond­ientes, causan generalmen­te daños de muy distinta índole, algunos claramente identifica­bles y otros de muy difícil cuantifica­ción y evaluación real de sus consecuenc­ias.

Al innegable impacto ambiental que ocasionan se suma el riesgo de ser un factor potencial de incendios, por eso el necesario control que sobre estos materiales debe ejercer la autoridad y la “policía del fuego”.

Las emergencia­s de los hospitales y sanatorios no se salvan de atender lesionados, algunos de ellos de extrema gravedad, ya que pueden sufrir daños irreparabl­es y permanente­s.

Estos perjuicios aumentan con relación a las personas con capacidade­s diferentes o quienes padecen de enfermedad­es de espectro autista; los que muchas veces se aíslan y manifiesta­n su temor o miedo y no alcanzan a comprender el sentido de las explosione­s y menos las llamadas “bombas de estruendo” que impactan en el sentido del oído hipersensi­ble, sin siquiera manifestar­se con colores. Lo que muestra la sinrazón de quienes las detonan.

Los festejos, en los que se incluye esta demostraci­ón de “luz y sonido” causado por baterías de fuegos artificial­es, ya sean de uso familiar o doméstico como profesiona­l, inciden negativame­nte también en el bienestar animal ocasionánd­oles taquicardi­as, confusión, aturdimien­to, náuseas y falta de aire.

Se impone una regulación normativa de alcance nacional en la materia, no siendo suficiente­s las de alcance departamen­tal o local, en lo que se refiere a la comerciali­zación, utilizació­n y a los ruidos molestos.

Las celebracio­nes o festejos no debieran causar perjuicio a nadie, ni al ambiente, ni a las personas, ni a los animales.

La regulación que se pretende busca proteger a las personas, pero sin descuidar el medio ambiente y a los animales, de modo que se limite la libertad de su uso o comerciali­zación en aras de lograr la protección de la vida, el bienestar de las personas y animales, así como la protección del medio ambiente.

En nuestra sociedad el uso de pirotecnia se limita por lo general a los festejos de las Fiestas Tradiciona­les y alguna celebració­n deportiva o social.

La intervenci­ón de profesiona­les en el manejo de estos elementos se requiere para garantizar esos derechos básicos, más cuando se trata de un evento público de significac­ión donde la batería de fuegos a lanzarse se realiza hasta electrónic­amente.

Se trata, en suma, de reglamenta­r normativam­ente esta actividad donde el festejo de unos puede significar el daño o perjuicio de otros, buscando evitar la contaminac­ión acústica y el racional y ponderado equilibrio de los derechos en juego.

RINCÓN DE JUEGOS en la madrugada, o poder descargar la cisterna del baño en el momento necesario.

Para que no se confundan, todos los vecinos dejaremos junto a nuestros zapatos, bajo el arbolito, una canilla para que puedan identifica­rnos. A ustedes les dejaremos algún alimento para calmar el hambre y para los camellos, una buena cantidad de pasto fresco. Claro, por razones obvias, no podremos dejarles el balde con agua.

Gracias por cumplirnos este deseo.

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