Nueva Constitución para Chile
En setiembre pasado, una mayoría de casi dos de cada tres chilenos votó rechazar el proyecto de Constitución propuesto por la convención constituyente. Pero el 12 de diciembre hubo un gran acuerdo para fijar un nuevo texto que suplante el actualmente vigente y que fuera originalmente aprobado en 1980.
Es un acuerdo que habla muy bien del sistema político chileno. En efecto, luego de varios meses de negociaciones fueron catorce partidos y tres movimientos sociales los que firmaron un camino posible que, seguramente, termine siendo exitoso. Están representadas casi todas las corrientes políticas y sociales del país. Y el proceso fija plazos y reglas muy diferentes a los que oficiaron de salida a la crisis de octubre de 2019 y que terminaron con el fiasco del enorme rechazo de setiembre.
En primer lugar, la convención constituyente no será de 155 miembros como en mayo de 2021, sino que será un consejo constitucional formado solamente por 50 integrantes electos por el pueblo. La votación será obligatoria, lo que significa una diferencia radical con relación a la elección de los 155 constituyentes anteriores, que surgieron de un voto voluntario y que representaron así, sobre todo, a los movimientos más politizados y radicalizados de la sociedad chilena.
En segundo lugar, ese consejo constitucional deberá trabajar junto a una comisión experta conformada por 24 personas “de indiscutible trayectoria profesional, técnica y/o académica”, plural y elegida por Diputados y Senadores: la representación del Congreso tiene pues su qué decir en la conformación del futuro texto constitucional. Además, se abre paso formalmente a un mayor protagonismo de las voces expertas sobre temas legales, de manera que la futura Constitución no se transforme en un texto lleno de inexactitudes y problemas.
En tercer lugar, habrá un comité técnico de admisibilidad que también velará por la calidad de las normas que se vayan aprobando. Y todo esto, en un plazo muy razonable: ya en enero de 2023 se instalará la comisión experta; en abril se elegirá a los 50 consejeros constitucionales que se instalarán en mayo; en octubre deberá entregarse el proyecto de Constitución y finalmente en noviembre habrá un plebiscito ratificatorio que será con voto obligatorio.
En el correr de 2023 pues, Chile llevará adelante un debate constitucional que todo indica será sosegado y bien llevado, ya que las voces expertas tendrán un gran protagonismo y los consejeros constitucionales, al ser elegidos por voto obligatorio de todos los chilenos, serán fieles representantes de todas las voces ciudadanas del país.
Por si todo esto fuera poco, el mismo acuerdo que da lugar a todo este proceso fija doce bases constitucionales que oficiarán de guía para el trabajo de la futura arquitectura legal. En efecto, allí se anotan dimensiones muy importantes que no podrán ser puestas en tela de juicio, como, por ejemplo, que Chile es un Estado unitario y descentralizado: no habrá lugar a un regionalismo que por fuerzas centrífugas terminen con la unidad de un país que, por su amplitud geográfica, precisa ratificar centros de poder respetados y de amplia influencia territorial.
También, las bases constitucionales determinan que el futuro Legislativo sea bicameral —algo que no convencía tanto a los convencionales del proceso anterior—, y que instituciones tan relevantes como el banco central, la justicia electoral, el ministerio público y la
“Este proceso de 2023 deja pensar que el país trasandino se encamina hacia un cambio en paz y consensuado. Las élites políticas parecen haber tomado nota de los errores y rechazo que suscitó el proyecto anterior”.
contraloría general de la República sean órganos autónomos.
Así las cosas, este proceso de 2023 deja pensar que el país trasandino se encamina hacia un cambio en paz y altamente consensuado. Las élites políticas y sociales parecen haber tomado nota de los enormes errores del proceso de salida de la crisis de 2019 y del profundo rechazo que todo aquello generó en las grandes mayorías populares del país.
Con madurez, partidos tan diversos como Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente por un lado, o Partido Comunista de Chile y Revolución democrática por el otro, han decidido dejar a un lado sus enormes diferencias y acordar un proceso que, sobre todas las cosas, estará altamente legitimado por el voto popular tanto al inicio como al final, es decir, tanto en la conformación del consejo constitucional como en la aprobación o rechazo del texto constitucional que se termine proyectando.
Para Sudamérica es muy importante que Chile siga siendo una luz de desarrollo y modernidad.
Con este gran acuerdo su renovación constitucional da grandes pasos en un camino que seguramente sea exitoso. Enhorabuena.