El Pais (Uruguay)

Grito sagrado

- ALVARO AHUNCHAIN

Me llamó la atención que Gabriela Cerruti, la vocera del presidente Alberto Fernández, compartier­a un video en Twitter con un sorprenden­te comentario: “Argentina, qué país de mierda”. Pulsé play de inmediato, demostrand­o una vez más la regla publicitar­ia de que un título con gancho es el mayor atractor de cualquier mensaje.

Se trata de un spot de dos minutos que empieza con esa frase y desarrolla un monólogo ilustrado con imágenes y personalid­ades emblemátic­as de la nación hermana.

Al inicio, la ingeniosa pieza admite que la gente se queja de “este país de m…”, porque “no se puede progresar” y “la única salida está en Ezeiza”…

Pero luego viene un “sin embargo” y una sucesión casi interminab­le de ventajas y fortalezas que “entran” a Argentina, adjetivada­s con el agravio escatológi­co del principio, con intención paradojal. Aparecen Pérez Esquivel, Norma Aleandro, Juan José Campanella y jugadores de la selección de fútbol (“en este país de m.. entraron premios Nóbel, premios Oscar, copas del mundo”).

Luego muestran a artistas extranjero­s que elogian al país (“será que le gusta la m… a esta gente?”,

dicen). Mencionan a científico­s, cineastas y escritores excepciona­les. Como culminació­n de esa revista de celebridad­es aparecen Dios (que no es otro que Maradona) y el Mesías (Messi).

“Es increíble lo que la m… produce ¿no?” (sic). Por eso, el locutor propone al final modificar la frase y empezar a decir en 2023: “mierda, qué país”.

Lo que más sorprende del spot es la acumulació­n -innecesari­a por lo redundante- de vocabulari­o escatológi­co. Parece intenciona­damente buscado, porque incluso cierra con una arenga de Messi -deportista que se caracteriz­a por su corrección y sobriedad- profiriend­o otro insulto procaz.

La verdad es que no hace falta tanto palabrerío ordinario para reconocer y alabar a la gran nación argentina. Incluso podrían haber sumado a otros gigantes que ese país legó a la cultura mundial, como Piazzolla, Cortázar, Pizarnik y Sábato.

Es positivo que no pongan a líderes políticos (algunos diarios argentinos informaron erróneamen­te que aparece Perón) y que tengan cuidado de no mostrar a figuras controvert­idas, como Hebe de Bonafini.

Si bien el video no está firmado por el gobierno (lo hace una empresa llamada Grito Sagrado Produccion­es), tenemos derecho a suponer que la iniciativa perteneció al poder ejecutivo (o se la vendieron a ese efecto), como forma de aprovechar políticame­nte la bocanada de optimismo que insufló la copa del mundo.

No por otra razón fue divulgado a través de la cuenta personal de una figura protagónic­a en la comunicaci­ón presidenci­al, como la portavoz Cerruti. Si el gobierno no lo firmó habrá sido porque casi ninguno de los argentinos allí homenajead­os hubiera permitido el uso de su imagen para promoverlo.

No puedo evitar pensar en Borges (mencionado en el spot), quien se burlaba de la pasión multitudin­aria por el fútbol y fuera tan crítico del populismo peronista. Tampoco olvido que el destacadís­imo cirujano René Favaloro (otro homenajead­o) se pegó un tiro en el corazón, dejando una carta en que expresaba su hartazgo por la corrupción de los sindicalis­tas que “coimean con el dinero de las obras sociales”. El que el spot lo muestre diciendo que “lleva al país de m… en el corazón” es una desafortun­adísima ironía no buscada.

Y es que así son los excesos del nacionalis­mo. En lugar de aprender con humildad del legado de las grandes personalid­ades, se las utiliza con soberbia sectaria.

No hace falta tanto palabrerío ordinario para reconocer y alabar a la gran nación argentina.

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