Impulso esperanzador
Amenos de un mes de haber concluido la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP 15) en la ciudad de Montreal en Canadá, resulta oportuno comentar por qué se considera que los países alcanzaron algo histórico.
Como se esperaba las negociaciones resultaron muy difíciles debido a que incluyeron aspectos económicos, políticos, sociales, culturales, de soberanía, de desarrollo, y hasta de antiguas reivindicaciones históricas.
A pesar de ello, lograron aprobar el acuerdo Marco Mundial de Biodiversidad Kunmig-montreal, por el cual los Estados - naciones se comprometieron a tomar medidas tendientes a detener la extinción de especies amenazadas por las conductas humanas (1 millón); a usar y gestionar de manera sostenible la diversidad biológica (ecosistemas, especies); y a destinar mucho más dinero para impulsar su cumplimiento especialmente en los países en desarrollo y en los pequeños Estados insulares en desarrollo.
Desde luego, el aspecto medular del asunto es lograr que lo acordado se implemente lo más rápido posible, porque de lo contrario se correrá el riesgo de que el Marco termine engrosando los estantes de tantos documentos firmados pero no cumplidos.
La salud de los ecosistemas - así como de la diversidad y vitalidad de las especies que los conforman - es el basamento fundamental que garantiza nuestro presente, y desde luego nuestro futuro. Por lo tanto no estamos hablando de un asunto de importancia emocional sino vital.
Sus principales enemigos están bien identificados.
Ellos son el cambio en el uso de la tierra y el mar; la contaminación antrópica; el cambio climático; la explotación directa de los recursos naturales de manera insostenible, y las especies exóticas invasoras (plantas, animales, hongos y microorganismos) que transportamos como resultado de la economía global.
Hay tanto para hacer y modificar que su sola consideración abruma.
Hasta ahora todo lo que se ha hecho desde la aprobación del Convenio de Naciones Unidas sobre la Biodiversidad en 1992, pasando por las metas de AICHI (2010), ha sido claramente insuficiente.
Según Naciones Unidas solo el 17% de la superficie terrestre y el 10% de la marina están bajo protección.
La meta propuesta es que para 2030, al menos el 30% de las áreas de ecosistemas terrestres, de aguas continentales costeras y marinas degradadas estén restauradas o en proceso para estarlo.
Además de las decisiones políticas, estas transformaciones requieren contar con muchos recursos económicos, no disponibles en la gran mayoría de las naciones, entre las que se encuentran las que atesoran las mayores riquezas en biodiversidad.
La COP 15 acordó aumentar sustancial y progresivamente los recursos financieros para la restauración y conservación de la biodiversidad global, ya sea desde fuentes públicas o privadas.
Para ello crearon un fondo fiduciario especial (Fondo del Marco Mundial de la Diversidad Biológica), que deberá “asegurar flujos financieros de manera suficiente, previsible y oportuna”.
Desde ahora hasta 2030 se procurará movilizar al menos 200 mil millones de dólares por año. Ver para creer.
De cualquier modo hay que destacar que los países del mundo le están dando al tema un impulso esperanzador.
La COP 15 acordó aumentar los recursos para la conservación de la biodiversidad.