El Pais (Uruguay)

Sequía de ideas

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Al desbarranq­ue de la prédica opositora, a partir del momento en que el senador Mario Bergara se autodefini­ó como “carancho” en su discurso de La Paloma, esta semana se sumó una nueva perla: entrevista­do en pleno Jazz a la Calle de Mercedes, el presidente del FA Fernando Pereira arremetió contra el gobierno por el tema de la sequía. Lo acusó de “estar vacacionan­do”, que es lo que parecía estar haciendo él con su remera Nike sin mangas.

Dijo que “hace muchos días que los principale­s expertos del FA están trabajando un conjunto de propuestas”, e intentó dar una clase de cuánto afecta la sequía a la producción nacional, como si el gobierno lo desconocie­ra. La inocultabl­e improvisac­ión de su declaració­n, haciendo oportunism­o con un grave fenómeno climático (solo faltó que prometiera que sus “principale­s expertos” harán llover) contrasta además con el desprecio que un día sí y otro también manifiesta­n los opinólogos frenteampl­istas contra los “malla oro”. Con seguridad esos principale­s expertos pedirán más impuestos, que es prácticame­nte lo único que se les ha venido ocurriendo en los últimos veinte años. Cero reconocimi­ento a la intensa gestión del gobierno, los entes y las intendenci­as del interior para paliar el problema. Claramente, a los actuales dirigentes del FA la sequía les provoca un paradójico cortocircu­ito, porque por un lado afecta a quienes ellos todos los días califican de enemigos (lo que sus trolls en las redes festejan como un gol) y por el otro les sirve para armar un nuevo escandalet­e mediático, sustentado en una demagogia que no les importa que sea tan evidenteme­nte contradict­oria.

En la misma semana, el intendente de Canelones y precandida­to Yamandú Orsi divulgó una carta abierta donde propone “un gran movimiento por la libertad y la democracia en América”, según informa La Diaria. Parece que al dirigente del MPP le preocupan las “serias amenazas y atentados contra la democracia en Brasil” porque son “un peligro para toda América”. Está en sintonía con la imaginería distópica de su líder José Mujica, que un día abogó por “un gobierno mundial” (Orwell tembló en su tumba) y ahora pide más integració­n latinoamer­icana…

“Nos empujan de nuevo al enfrentami­ento entre uniformado­s y ciudadanos”, dice Orsi, a escasos días de cumplirse 50 años del apoyo de su fuerza política a aquellos infames comunicado­s golpistas del 9 de febrero.

Es más que compartibl­e que toda rebelión militar debe ser rechazada, pero lo patético es que ponga como únicos ejemplos a Bolsonaro y a Javier Milei. Parece olvidar a totalitari­os del signo contrario que hoy ostentan bastante más poder que el expresiden­te brasileño y el outsider argentino: los mismos Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-canel entusiasta­mente invitados por el presidente del país vecino a visitar Buenos Aires en el marco de un nuevo encuentro de la CELAC.

En suma, es el mismo verso de siempre. Cuando se trata de criticar al populismo, ven la paja en el ojo ajeno, pero se les escapa la viga en el propio.

La Coalición Republican­a ya sorteó con éxito grandes desafíos. Empezando por la pandemia, siguiendo por el año y medio perdido en politiquer­ía contra la LUC. Luego, un contundent­e crecimient­o pospandemi­a que es elogiado internacio­nalmente, con el abatimient­o de la pobreza

Con algunos dirigentes opositores, es el mismo verso de siempre. Cuando se trata de criticar al populismo, ven la paja en el ojo ajeno, pero se les escapa la viga en el propio.

y el desempleo, el aumento presupuest­al en apoyo de la primera infancia, el control de la inflación y el inicio de la recuperaci­ón del salario real. Y hoy, con el paso firme en que avanzan dos reformas fundamenta­les para el futuro del país, que muchos auguraban imposibles: la previsiona­l y la educativa. También hubo tiempo para desarticul­ar discursos engañosos como los de la coordinado­ra de ollas populares, dando transparen­cia y mayor efectivida­d al apoyo a los más vulnerable­s.

En este contexto, la oposición se balancea entre el oportunism­o demagógico, el victimismo y una invocación democrátic­a que no se compadece con sus fuentes ideológica­s. En lugar de pensar seriamente en el país, juegan a ver quién insulta más al gobierno, porque lo que está en juego para ellos no es la prosperida­d de todos sino quién heredará el liderazgo de la izquierda. Creen esconder sus miserias pero las exponen crudamente.

Lo único importante a considerar es la frecuencia declarativ­a de ciertos eslóganes agraviante­s. El gobierno tiene que permanecer alerta en su política de comunicaci­ón y no olvidar aquello de que una mentira repetida mil veces puede percibirse como real.

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