Geopolítica autoritaria
Luego del ataque de Rusia a Ucrania del año pasado, se ha reconfigurado la escena internacional. Por un lado, hay un modelo político autoritario que procura expandirse, de la mano de China y Rusia. Por el otro, están las democracias occidentales lideradas por Estados Unidos (EEUU) y Europa occidental.
Es claro que como consecuencia de las medidas tomadas para enfrentar la pandemia de covid-19 desde 2020, el compromiso democrático con las libertades individuales más sagradas ha quedado puesto en tela de juicio en varios países occidentales. En definitiva, extensas campañas mediáticas que azuzaron el miedo más visceral de las distintas opiniones públicas fueron los instrumentos más evidentes que balizaron el terreno para limitar radicalmente la libertad de movimiento, de trabajo, de residencia y hasta de opinión en distintas partes del mundo.
Sin embargo, a pesar de estas gravísimas experiencias que hicieron crujir las bases liberales de la convivencia social en Occidente, lo cierto es que siguen existiendo diferencias enormes en la forma de ejercer el poder político y los límites institucionales a las arbitrariedades entre por un lado las democracias liberales, y por el otro los regímenes autoritarios. Alcanza con tener presente la información que ha podido conocerse acerca de la forma en la que China comunista ha lidiado con la pandemia de covid-19, con las arbitrariedades más inconcebibles y los encierros más tiránicos, para calibrar hasta qué punto siguen existiendo esas diferencias cuando se enfrentan circunstancias durísimas y excepcionales.
En este contexto internacional es que la semana pasada el dictador de Venezuela dio un discurso altamente preocupante para la región. En efecto, Maduro planteó llevar adelante un “bloque político” en Sudamérica aliado de China y de Rusia, “hermanos mayores”, de forma de consolidar un mundo pluripolar que se enfrente al modelo occidental liderado por EEUU. Adelantó, además, que es una idea que ya conversó con Lula de Brasil, con Petro de Colombia, y con Fernández de Argentina: las principales economías sudamericanas, aliadas en la nueva ola progresista del continente.
Algún desconfiado podrá pensar que se trata de una de esas iniciativas clásicas de la verborragia caribeña que, en realidad, no bajará nunca a tierra, máxime cuando Caracas está en un intrincado proceso de negociación con EEUU procurando normalizar en algo sus relaciones con Washington. Sin embargo, si se analiza el planteo desde la otra punta, es decir desde la perspectiva ruso- china, el asunto efectivamente es de primera importancia para la región.
En efecto, no es novedad que China se ha transformado en un socio comercial sustantivo de toda Sudamérica, ni tampoco es nuevo que Rusia ha tomado iniciativas de mayor vínculo militar con países de la región —como la propia Venezuela o Nicaragua, por ejemplo—, sobre todo como medidas espejo de lo que ha llevado adelante EEUU en lo que Moscú considera es su natural zona de influencia en Europa del Este.
Pero lo que sí es novedad es que ese mayor involucramiento de potencias globales enfrentadas a EEUU en una zona tradicionalmente más cercana a la influencia de Washington pretenda traducirse en un bloque político que coordine visiones y posicionamientos internacionales con Pekín y Moscú, y que, además, nuclee a las principales economías sudamericanas que coyunturalmente presentan todas gobiernos de signos políticos izquierdistas.
Todo esto es muy importante para Uruguay. Primero, porque esta iniciativa regional de ningún modo puede perjudicar las negociaciones bilaterales Montevideo-pekín con el fin de lograr un tratado de libre comercio: es de nuestro mayor interés nacional avanzar en esa apertura comercial. Segundo, porque en este contexto se hace evidente que somos el país democrático de referencia en una región cuyos signo político y alianza geopolítica principales parecen querer volcarse en favor de los enemigos de Occidente: los regímenes autoritarios de China y de Rusia.
¿Hasta cuándo EEUU como potencia global pero también como hegemon regional, va a desdeñar una mayor cooperación militar, económica y comercial con Uruguay? ¿Hasta cuándo Londres, cuyos intereses geoestratégicos en la región son relevantes, va a demorar un mayor y más estrecho vínculo con Montevideo?
La geopolítica autoritaria ruso-china avanza en el tablero regional con socios concretos, poderosos y bien dispuestos. Es tiempo de hacer valer nuestra pertenencia a los valores occidentales y nuestro destacado compromiso democrático. Hay mucho en juego.
¿Hasta cuándo EEUU como potencia global pero también como líder regional, va a desdeñar una mayor cooperación militar, económica y comercial con Uruguay?