La rebaja del IASS (y el IRPF)
El gobierno del presidente Lacalle Pou y la Coalición Republicana inició el año pasado con la ratificación vía referéndum de la Ley de Urgente Consideración y culminó con un aumento del 9% para los funcionarios públicos, baja en el precio de los combustibles y el anuncio de que se destinarán 280 millones de dólares para el saneamiento de 61 localidades en todo el país.
Pero en el medio hubo decisiones muy pesadas como la reforma de la seguridad social, la transformación educativa para los estudiantes de 3 a 15 años, el anuncio de la reparación económica de las víctimas de la guerrilla tupamara; pero también cuestiones que hacen directamente a la sociedad como el proyecto de tenencia compartida de los menores, el récord de adopciones que se registró en el INAU, la fuerte presencia y las constantes mejoras en las zonas marginales que desplegó este Mides, la ofensiva en materia de viviendas e incluso que se bajó el impuesto a las Cooperativas de Viviendas.
Puede haber omisiones en la enumeración de los logros, pero lo cierto es que el 2022 fue un año bisagra que marcó un antes y un después claro y nítido. Y este 2023 apunta a superarlo y concretar medidas previstas para el mes de marzo dirigidas directamente a los ciudadanos, como son las rebajas en el Impuesto a la Asistencia Social (IASS) y el Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas (IRPF).
Lo del IRPF es muy bien recibido. En este país se pagan impuestos, tasas, contribuciones o lo que sea permanentemente; un poco de aire al contribuyente va a ser justo y mejorará en algo por lo menos la situación y el humor de los ciudadanos.
El tema del IASS es distinto y siempre preocupó al presidente Lacalle. En su primera candidatura presidencial (2014) la eliminación del IASS estaba incluido con su compromiso electoral. En 2019 varió la propuesta porque, según dijo, la situación económica del país se había agravado muchísimo y prefería aguardar la evolución de los números para empezar a atacar el IASS, “a desandar ese camino”, porque “sigo convencido de que es un impuesto que no tiene base constitucional”. Y es así.
El estatismo frenteamplista convirtió a la jubilación en un gasto, como algo que está a su alcance para echar mano cuando se le ocurra, en los montos que le apetezcan y manejarlo a su antojo. Nunca valoraron ni tomaron en cuenta que en su inmensa mayoría se trata de personas que trabajaron por más de 30 años, pagaron religiosamente los impuestos que se les cobraban a sus sueldos y, además, aportaron lo que les exigían las leyes para llegar a una etapa de retiro con el mínimo de sobresaltos.
Se olvidaron o no pensaron o les importó un ardite, que las pasividades son el reintegro de lo que han aportado mientras estaban en actividad y pagaban sus aportes. Es su propio dinero, se les expropia o se les requisa el ahorro de una vida. Con un agravante que ahora puede ser modificado en la reforma de la seguridad social, pero no cambia su esencia: pierden su derecho al trabajo, lo tienen prohibido y solo pueden hacerlo “en negro”. Es un simple “arréglatela como puedas”.
Están presos por sus años, por sus pasividades topeadas y a merced de la voracidad fiscal del Estado. El Frente Amplio no solo inventó el IASS (año 2008), sino que lo aumentó —y el del IRPF— en el 2016 como ejes centrales de la batería de medidas, a las que echó mano (creció) el segundo gobierno de Tabaré Vázquez.
¿O hay quienes se olvidan de la “Consolidación Fiscal” (léase ajuste fiscal) que se implantó a instancia del ministro Astori y a pesar de la palabra empeñada por Vázquez
El Frente Amplio nunca tomó en cuenta que las pasividades que se abonan son el reintegro de lo que se ha aportado mientras se estaba en actividad. Y el IASS les expropia o les requisa su dinero.
y el Frente Amplio en la campaña electoral de “que habrá una disminución de la carga tributaria”?
La gran mayoría de los jubilados son gente que han hecho del trabajo un hábito, que han elegido ese camino para ganarse el sustento y el bienestar de su familia, que han hecho cultura de él y ha sido siempre su única apuesta para no perder calidad de vida.
El IASS de los jubilados fue parte de los millones gastados en Pluna, Ancap, el Fondes, la Regasificadora, la aventura de Aratirí, el Antel Arena, el clientelismo con sus 70.000 nuevos empleos públicos, o la plata quemada en el Mides de Marina Arismendi. Da vergüenza.
De la jubilación no hay regreso. Una vez que se llegó a esa etapa es porque las naves están quemadas y no hay salida. Entonces lo único que queda es seguir para adelante. No es un tema de oportunidad, porcentajes o montos, es una cuestión de principios, derechos y justicia.
Bienvenida la decisión del gobierno del presidente Lacalle y la Coalición Republicana. Y bienvenido nuevamente el cumplimiento de la palabra empeñada en la campaña electoral, después de tantos años de andar salteada. Le hace muy bien a los gobiernos y a la Política con mayúsculas.