El Pais (Uruguay)

Desarrollo responsabl­e

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Acasi 15 años de que iniciara el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) con el ingreso del Paisaje Protegido Quebrada de los Cuervos, vemos con satisfacci­ón que hoy lo conforma un total de 17 áreas.

Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Paisajes Protegidos, Áreas Protegidas con Recursos Manejados, Áreas de Manejo de Hábitats son las diferentes categorías, se distribuye­n por 12 departamen­tos del país.

Si bien en total ocupan solo el 1% de nuestra superficie terrestre y marina, gracias su inteligent­e selección incluye el 90% de la variedad de los paisajes uruguayos.

Desde el punto de vista de la conservaci­ón de la biodiversi­dad nacional hay que decir que el SNAP protege a más del 40% de los ecosistema­s y especies amenazadas cuya conservaci­ón se considera prioritari­a. Este aspecto habla a las claras del cuidado que se ha tenido al proponer y finalmente aprobar el ingreso de cada una de las áreas protegidas al sistema.

Una vez que se concreta la protección legal comienza una nueva etapa para esos ecosistema­s. Recordemos que más del 90% de toda la superficie protegida son tierras privadas. Por lo tanto, se debió transitar un largo camino de estudio, evaluación, discusión, intercambi­o de puntos de vista e intereses entre públicos y privados.

La referida nueva etapa tiene que ver con la gestión, directivas y planes de acción a aplicarse que contemplen los más amplios objetivos posibles.

El SNAP es liderado por el Ministerio de Ambiente, pero está integrado por muchos actores como lo son otras Secretaría­s de Estado, Gobiernos

Departamen­tales y Municipale­s, representa­ntes del sector privados y de la sociedad civil. Ello explica su complejida­d de funcionami­ento.

La conservaci­ón de nuestros ecosistema­s y especies demanda una gran atención porque debe estar sincroniza­da con las actividade­s productiva­s del país. Es a la vez procurar calidad de vida social y ambiental.

Nuestras áreas protegidas fueron concebidas como buenos ejemplos de desarrollo sustentabl­e. Allí se desarrolla­n con normalidad y equilibrio actividade­s turísticas, ganaderas y de pesca artesanal, según las caracterís­ticas de las áreas.

Resulta sencillo imaginarno­s la compatibil­idad del turismo con la conservaci­ón de las áreas naturales. Aunque demanda muchos cuidados y controles, la visita a paisajes protegidos, parques nacionales, etc. es un rubro que produce un gran disfrute todo el año. Por su parte la ganadería en áreas protegidas es un gran desafío que acopla más de una meta. Ayuda a proteger el ecosistema de los pastizales templados (uno de los más amenazados del planeta) –lo que en lenguaje local llamamos campo natural. A pesar de su enorme valor para la producción cárnica de la más elevada calidad, su superficie se reduce año tras año por el avance de la forestació­n y la agricultur­a. Se estima que aún conservamo­s el 60% de nuestro territorio en tales condicione­s.

En esa compatibil­idad entre el cuidado de las especies, de los ecosistema­s y la generación de trabajo y riqueza, radica el meollo de este gran desafío. Porque el SNAP se concibió como una herramient­a idónea para potenciar el bienestar nacional actual y futuro.

La ganadería en áreas protegidas es un gran desafío que acopla más de una meta.

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