A propósito de la carrera política...
María Guillermina Coolighan | Montevideo
@| Solemos hacer tabla rasa y criticar al barrer a todo el espectro político (recuerdan el “¡que se vayan todos!”) y capaz me incluyo en las generales de la ley, aunque siempre busco no radicalizarme y, aunque tengo y defiendo mis ideas, también puedo reconocer virtudes y aciertos de los que no son de mi “pelo”.
Por estos días y leyendo el excelente editorial del día martes 24 de enero firmado por la Sra. Isabelle Chaquiriand, me he puesto nuevamente a pensar, ya lo había hecho en otras ocasiones mientras discurre la vida, en que es muy fácil hacer ligeramente un juicio de valor a propósito de tal o cual político o sobre sus decisiones y nos estamos olvidando lo más importante: son seres humanos, también pueden equivocarse como Ud. o como yo, pero en todo caso han abrazado una tarea que, ufa, no es nada fácil!!!
Se dice que ganan dinero, que tienen prebendas, que se atornillan a sus puestos de pos de tantos beneficios.
Se nos olvida, lamentablemente, a costa de qué se entregan a ello: su salud, sus familias, sus días cargados de responsabilidades (y qué responsabilidades cuando se enfrentan con ardor y compromiso, llevando sobre sus hombros la pesada mochila de los ciudadanos de sus países).
La política es algo que, bien hecha, siempre me ha apasionado y elijo creer. Me podré llevar alguna desilusión que otra pero en la base y por encima de todo, está la defensa de la democracia e institucionalidad de los países.
Todo esto me lleva al editorial referido que habla sobre la dimisión de la Sra. Jacinda Ardern a su puesto de Primera Ministra de su país, Nueva Zelanda, quien a sus 37 jóvenes años eligió retirarse porque ya no tiene la energía para seguir.
Notable y honesto su gesto, que nos lleva a replantearnos la crítica que hacemos al mundo político en general. ¿Estaremos siendo justos, generosos, cuando hablamos de nuestros políticos y de todos en general? ¿Es que no podemos ver lo que dejan o pierden en su camino?
Creo que hay que tener una vocación y entrega muy importante para elegir tal camino. No estaríamos siendo justos si no lo reconociéramos y deberíamos cuidarlos más.
El desgaste, las horas alejados de la familia, enfrentados a tomar decisiones trascendentales de las que, tal vez, dependan las vidas de sus conciudadanos; todo ello no es fácil y no lo cambiaría, si no fuera por gran vocación de servicio al país, por una cierta seguridad económica y algún lugar de privilegio de las “front row” de ciertos espectáculos !!!!
No es para cualquiera, al ejemplo de la Sra. Ardern me remito, pero tenemos tantos cercanos también en nuestro país.
Ministros que se alejan para preservar sus vidas familiares, candidatos que se bajan dándose cuenta que el sacrificio que se les exige excede sus “energías”, etc.
Le he escuchado decir al Dr. Luis Lacalle Pou, a quien tocó de entrada “bailar con una bien fea” y que a pesar de ello está llevando adelante un gobierno perfectible pero con méritos suficientes como para ser reconocido por tirios y troyanos (¡sumado al reconocimiento internacional incuestionable!), que no volvería a postularse para un cargo de tal exigencia. Y nadie, nadie, puede dudar de su gran calidad de estadista superior.
Recuerdo que al dejar uno de sus mandatos, el Dr. Julio María Sanguinetti y preguntado que fue sobre cómo había sido llevar adelante tamaña responsabilidad, respondió simplemente “que hablen por mi estas canas”…
Por todo ello y reflexionando a partir del editorial citado que me hizo pensar y poner en palabras mi sentir, pido que todos seamos capaces de ser “amables pero fuertes, empáticos pero decisivos, optimistas pero centrados” como pidió la Sra. Ardern a sus conciudadanos.
Evitemos la crítica por la crítica, seamos prudentes en el juzgar y apoyemos a quienes nos rigen, sin dejar por ello de ser capaces de analizar y con respeto y siempre que ello sume, señalar errores y aportar al mejor desempeño de cada uno desde el lugar que le toque o elija estar.