Prepotencia estudiantil
Guille Camp | Montevideo
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Es una historia de nunca acabar. Por lo que se ve todos los años, es un grupito de jóvenes que se creen tocados por la varita mágica y juegan a ser grandes dirigentes, como este tal Gerónimo que al escucharlo hablar destila su ignorancia en una infinidad de temas, cosa preocupante.
Si a los 16 años no sabe quién fue Nicolás Maquiavelo (como le preguntó Ignacio Álvarez), pone en jaque al sistema educativo en general. Queda evidentemente claro que este adolescente no va a estudiar, sino a otra cosa; a ocupar centros de estudios para ver si algún día se gana la vida de eso, piquetero de profesión.
Que un imberbe de 16 años nos quiera dar clases de moral y ética, aplicando la dialéctica bolche ya es demasiado. Pero la culpa no es de él sino de esa noción que tienen las generaciones de ahora que piensan que el mundo y todo lo que hay en él, les pertenece.
A la vista está que todo este entuerto de la ocupación se da porque les pidieron que cambiaran de salón, “su” salón, según ellos, que por lo que leí estaba cerrado con cadena y candado por el gremio de estudiantes del IAVA.
Bueno, le paso a explicar a este jovencito que el IAVA no es de él, ni de ningún gremio, ellos tan solo están de paso por la institución, para ser luego usada por las generaciones venideras. Pero llegamos a este punto por la falta de límites hacia los más jóvenes. No hay centro de estudios que no esté vandalizado ni grafiteado, los baños en condiciones deplorables y los bancos de estudio reventados.
Reclaman por las condiciones edilicias, pero ellos mismos no cuidan el edificio; como las generaciones anteriores y las anteriores a ellas. Esa es la gran falencia que tiene la educación pública en este país desde hace décadas, la transmisión de valores, la empatía hacia el otro, el cuidado de lo ajeno, el apego y respeto a las normas e instituciones.
Sin esto, una civilización está condenada al fracaso.