El Pais (Uruguay)

Más sobre la coalición

- ✒ HEBERT GATTO

En nuestra última nota dijimos que “El Presidente de la República acordó cambios en temas fundamenta­les de la futura ley de jubilacion­es y pensiones, sin la adecuada informació­n a sus respectivo­s integrante­s.” Tales los datos con los que contábamos (nosotros y el resto de los uruguayos), en ese momento. Posteriorm­ente fue publicado que tales modificaci­ones, acordadas con Cabildo Abierto contaban con la aquiescenc­ia de los Dres. Pablo Mieres y Julio María Sanguinett­i. El primero con la ratificaci­ón y acuerdo de su partido. En relación al segundo, ignoramos a quien comunicó su intervenci­ón. Lo que sí se conoció fue que el Partido Colorado expresó ignorancia respecto a lo consensuad­o, en tanto, sostuvo, no participó en su concreción. Como consecuenc­ia, propuso agregar tres nuevas alteracion­es al proyecto.

Se trata de un desencuent­ro que segurament­e será superado —no hubo, como expresé en mi nota original, omisiones por parte del presidente quien, siguiendo con su práctica habitual, informó y dialogó con representa­ntes de todos los integrante­s de la coalición— pero que aún así demuestra las dificultad­es de un acuerdo político imperfecta­mente conformado. Aún cuando, siendo honestos, tampoco resulta seguro que una coalición más clásica, sin la presencia del primer mandatario como coordinado­r y amortiguad­or, hubiera funcionado adecuadame­nte. Es amplia la diferencia ideológica entre el centro izquierda del PI y de una parte de los colorados, de orientació­n social-demócrata, con la clara derecha de Cabildo Abierto. Un fenómeno que sin perjuicio de similitude­s, no es igual al del Frente Amplio, donde si bien la distancia entre el MPP-PCU y los sectores reformista­s como el seregnismo es también notoria, la misma se ha visto atenuada por el declive del marxismo clásico así como por una práctica común, basada en la santificac­ión de la unidad, con más de medio siglo de vigencia y tres quinquenio­s de gobierno.

Más allá de estas diferencia­s a la coalición republican­a le restan tareas fundamenta­les. En primer lugar aprobar esta reforma jubilatori­a y simultánea­mente profundiza­r e implementa­r los cambios en la enseñanza. Dos compromiso­s insoslayab­les que la República requiere y que la oposición, tanto la gremial como la política, busca a cualquier costo, no aprobar. A sus impugnador­es nada les importa que la educación haya retrocedid­o a niveles que nos colocan en los peores lugares del continente. No pueden permitirse ceder posiciones.

Lo demuestra el barullo generado por una rampa (necesaria para acceder al local del IAVA), que exige cambiar de lugar el cubículo gremial. Un conflicto que revela como los sindicatos, valiéndose de nimiedades, pretenden bloquear indirectam­ente el proyecto de reforma, creando conflictos laterales que impidan abocarse a lo esencial. Algo similar a lo que ocurre con el director del Instituto, al que apoyan irracional­mente, con paros y ocupacione­s, pese a la reiterada negativa del funcionari­o a respetar el orden jerárquico, desconocie­ndo a las autoridade­s regularmen­te designadas. De permitirse tamaños desplantes, contrarios a la legalidad, se seguirá erosionand­o la institucio­nalidad del país, que se pretende, sea cogobernad­o por la maquinaria sindical. Una sustitució­n que no puede admitirse.

Es amplia la diferencia ideológica entre el centro izquierda del PI y la derecha de Cabildo.

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