El Pais (Uruguay)

Lluvia de falacias

- ÁLVARO AHUNCHAIN

Como meteoritos en el cielo nocturno, las falacias son cada vez más visibles en el actual debate político del país. No voy a dar mi opinión sobre el conflicto del IAVA porque no sería del agrado del precandida­to frenteampl­ista Yamandú Orsi, ya que de chico fui al Elbio Fernández.

Pero la anécdota me parece oportuna para comentar la recurrenci­a con que figuras de la política local incurren en uno de los gazapos discursivo­s más comunes: la falacia ad hominem. Los manuales de Lógica la definen como el intento de argumentar en contra de determinad­o aserto no con razones, sino desacredit­ando a la persona que lo formula. En su preciosa pieza “La cantante calva”, Eugene Ionesco parodia esa manía de restar autoridad a quien hace algo, solo por el hecho de no haberlo vivido en carne propia: “el doctor Mackenzie es un gran médico. Nunca recomienda un medicament­o que no haya probado él mismo. Antes de operar a Parker, se hizo operar el hígado sin estar enfermo”.

Restar validez a la opinión sobre educación de un presidente votado por la mayoría de la ciudadanía, porque “suelto de cuerpo alguien que nunca pisó un centro educativo público critica el estado de las paredes”, es más o menos lo mismo que aplaudir la ridícula actitud del doctor Mackenzie. Podría interpreta­rse como otra falacia más, en este caso de equivalenc­ia, el comentario de Orsi sobre dichas paredes, “cuando hace décadas que eso es así y se han formado verdaderos referentes en nuestro país”.

Lo evidente es que hay dirigentes políticos que cada vez más simplifica­n y tergiversa­n argumentos, como si en lugar de promover el debate de ideas, apuntaran a estimular el insulterío pueril de los trolls de Twitter. Si ellos menoscaban así la pertinenci­a de sus discursos, es lógico que los ciudadanos reaccionen con expresione­s de intoleranc­ia e irracional­idad crecientes.

En estos días encontré otra falacia ad hominem, provenient­e de un periodista de opinión que suelo leer con interés, Eduardo Blasina. En su columna habitual de El Observador, refutó las críticas hechas en El País por Pedro Bordaberry al proyecto de legalizaci­ón de la eutanasia, comentando que su autor trabaja en una empresa “propiedad de un jeque que gobierna en Emiratos Árabes Unidos, una dictadura donde la pena de muerte puede llegarle a uno por infinidad de razones”.

Si las políticas del país extranjero del dueño de una empresa

Hay dirigentes políticos que cada vez más simplifica­n y tergiversa­n argumentos.

donde trabaja una persona, son razón suficiente para refutar sus argumentos sobre un asunto filosófico, entonces tampoco podemos emitir opiniones contrarias al uso de combustibl­es fósiles, en tanto nuestros recursos económicos no nos permitan comprar un auto eléctrico. Ni alguien de conviccion­es anticapita­listas tendría derecho a integrar la plantilla de una multinacio­nal estadounid­ense. Otra vez se reclama la actitud del doctor Mackenzie.

Reconozco que no es fácil evitar caer en la trampa tergiversa­dora cuando se está empeñado en ganar una discusión. Pero es importante intentarlo, sobre todo en un contexto mediático en que los titulares tendencios­os y las fake news reemplazan en forma creciente la objetivida­d informativ­a. Si no, haremos realidad las distopías de Ionesco y ante la pregunta de en qué anda la cantante calva, no faltará quien conteste que “se sigue peinando de la misma manera”.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay