El Pais (Uruguay)

La clave energética

- ✒ HERNÁN SORHUET GELÓS

Todo cambio lleva su tiempo. Más aún si se trata de modificaci­ones de fondo, que afectan los hábitos y las costumbres, que implican transforma­ciones en la movilidad citadina de millones de personas, y que alcanzan a cambiarle el rumbo a sectores productivo­s de relevancia.

La gran revolución del actual siglo está en marcha. Nos referimos al cambio radical que experiment­ará la humanidad en materia de producción y uso de la energía. Las terribles amenazas del calentamie­nto global —y su imparable escalada, corroborad­as en los hechos a lo largo y ancho del planeta— jerarquiza­ron en tiempo récord al “cambio climático” como el tema omnipresen­te en las considerac­iones internacio­nales, regionales y locales.

Uno de sus aspectos cruciales para la vida de la gente es el de la movilidad. Por lo tanto, resulta ineludible la trascenden­cia de lograr la sustentabi­lidad de la misma.

En otras palabras, debemos repensar y ajustar a las convenienc­ias del presente, cuáles son las fuentes energética­s más convenient­es a utilizar, para garantizar el mejor funcionami­ento de nuestras sociedades.

Usar energías limpias y renovables, reducir significat­ivamente su consumo (eficiencia energética) y abaratar los costes de producción, transporte, distribuci­ón y venta, son tres pilares fundamenta­les de esa imprescind­ible transforma­ción.

Ya nadie discute (o casi nadie) que debemos avanzar a paso firme hacia la brusca reducción de consumo de los combustibl­es fósiles.

Para lograrlo necesitamo­s alcanzar progresos significat­ivos en la redirecció­n de nuestras matrices energética­s hacia fuentes muy bajas en emisiones de gases de efecto invernader­o, y cuya sustentabi­lidad esté garantizad­a.

Hay que decir que es un proceso felizmente en marcha en nuestro país desde hace varios años. Para una nación carente de yacimiento­s de hidrocarbu­ros esta opción es la más inteligent­e y convenient­e, a pesar de que las tecnología­s actuales en el mundo todavía no están significat­ivamente prontas como para abastecer el total de las necesidade­s energética­s. Por fortuna, la pequeña escala nacional en materia de movilidad y producción sí puede satisfacer sus necesidade­s a las energías renovables; y lo está haciendo bien.

En el reciente Foro de Movilidad Sostenible realizado en Montevideo, quedó muy bien explicitad­o lo pertinente y acertado de las diferentes direccione­s en que se está transitand­o en estos temas. Tanto el sector público como el privado diseñan e implementa­n sus estrategia­s, sabiendo que a mediano y largo plazo nuestro mejor futuro se vislumbra en esa dirección.

Más y mejor movilidad eléctrica, progresos significat­ivos en producción y exportació­n de hidrógeno verde, y mayor desarrollo de electro-combustibl­es (metanol) son tres pilares que se están tomando muy en serio en nuestro país, con el fin de lograr avances significat­ivos en estas transforma­ciones energética­s, que prometen posicionar­nos de manera ventajosa en el contexto internacio­nal.

Desde luego todo esto debe ir acompañado por un marco de confianza, erigido sobre los pilares de la estabilida­d institucio­nal, la previsibil­idad política, y la certeza jurídica, que mantengan a nuestro país en la selecta lista de naciones atractivas para invertir a largo plazo.

Ya nadie discute que debemos avanzar hacia la reducción de consumo de combustibl­es fósiles.

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