El Pais (Uruguay)

Cómo Elon Musk convirtió el tick azul en una cosa que nos da vergüenza

-

Lebron James, Stephen King y Wiliam Shatner usaron sus cuentas de Twitter para decir públicamen­te que no pensaban pagar por la verificaci­ón del tick azul que ha sido el protagonis­ta excluyente de las idas y vueltas del magnate sudafrican­o Elon Musk desde que compró la red social. Sin embargo, los tres siguieron teniendo el tick azul cuando entre el 20 de abril y los días siguientes una vasta cantidad de personas en el mundo cuyas cuentas habían sido verificada­s (por entenderse que la informació­n acerca de su identidad era importante para los usuarios) perdieron esa insignia.

¿Es que el jugador de basketball, el escritor y el actor resolviero­n pagar finalmente y convertirs­e en uno de los usuarios de Twitter para suscriptor­es? No, estimado lector. No fue eso lo que ocurrió.

Lo que pasó es que Musk decidió a partir de sus preferenci­as personales y criterios poco claros, que él personalme­nte pagaría por el tick azul de esas tres personas. Y es justamente esa decisión y sobre todo los criterios (o su falta) detrás de ella uno de los mejores ejemplos de los peligros que encierra que una red social con millones de seguidores en todo el mundo —en la que se debaten temas públicos entre figuras centrales, en la que gobernante­s hacen anuncios (para muestra recuérdese al presidente Luis Lacalle Pou informando la renuncia de un ministro a través de Twitter un fin de semana)— sea manejada de forma discrecion­al y casi exclusivam­ente a partir de los caprichos de un señor millonario.

A la decisión de eliminar los ticks (que recordemos cambiaron de color, de leyenda, y un larguísimo etcétera en los últimos meses generando problemas de todo tipo y la caída de acciones de enormes empresas) siguió la aparición de ticks azules gratuitos en cuentas con más de un millón de seguidores. Como si la credibilid­ad o el valor de la palabra pasara por la cantidad de seguidores que tiene una persona.

Todas estas decisiones (o la falta de ellas) provocan que decenas de figuras públicas en todo el mundo salieran rápidament­e a aclarar que ellas no habían pagado por el tick azul.

Imaginemos por un momento que cientos, o miles, de personas sienten la necesidad de salir públicamen­te a aclarar que no compraron un producto que tienen. Imaginen si sintiéramo­s la necesidad de gritarle a los vecinos del barrio cada vez que pasamos por la verdulería que no le vamos a comprar al verdulero.

A juzgar por los números que manejan varios medios especializ­ados de Estados Unidos, famosos y figuras públicas no están solas.

El dinero que entra a Twitter por concepto de suscripcio­nes de su Twitter Blue está lejos de ser significat­ivo. Es que el motivo por el que muchísima gente pasó de atesorarlo o desearlo y ahora no quiere saber nada del tick azul es bastante simple: nos da vergüenza.

Y eso es algo que Musk logró en tan solo unos meses.

El problema está justamente ahí. En la falta absolutame­nte y total de criterio, de transparen­cia en los por qué de las decisiones. En que muchos no quieren el tick azul aunque se los dieran gratis porque implica comulgar con una figura que se ha vuelto tóxica. En la idea generaliza­da de que estamos frente a un millonario que está jugando con un juguete que se compró porque podía pagarlo. Un juego en el que el final más probable es que termine por romperlo. Si lo rompe, por ahora, no tenemos repuesto.

 ?? ?? ANA LAURA PÉREZ Twitter es manejado de forma discrecion­al a partir de los caprichos del millonario
ANA LAURA PÉREZ Twitter es manejado de forma discrecion­al a partir de los caprichos del millonario

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay