¿Querés ordenar tu vida? Empezá a dar discursos
Las ventajas de saber pararse ante una audiencia y cautivarla con la oratoria
Socorro! ¡Tengo que hacer una presentación en público! ¿Cómo voy a hacer para lograrlo?”, le dice el hombre a su esposa apenas llega a su casa. Él, un hombre bastante introvertido y —además— con una personalidad medio caótica en cuanto a su día a día, debe hacer una presentación oral ante sus compañeros de trabajo.
“¿Y qué vas a hacer?”, le pregunta ella. “Y... no me queda otra, la tendré que presentar”, responde él con un tono justo a medio camino entre la resignación y la desesperación.
Durante los días siguientes, él llama a amigos y compañeros de trabajo, a su antiguo psicólogo, a una excompañera de facultad que le presta un libro sobre cómo hablar en público, a un exprofesor que lo puso en contacto con otros expertos en sistemas y estructuras laborales... Tenía tanto miedo de quedar mal en la presentación ante sus compañeros y compañeras de trabajo, que decide prepararse a conciencia.
Nunca se había visto tan activo y metódico. En un momento se le pasó por la cabeza la noción que no habría estado mal que lo hubieran puesto entre la espada y la pared y que debiera encarar la presentación. Sus habituales descuidos, durante unos días, desaparecieron.
La prueba más evidente era el escritorio desde el cual teletrabajaba: de una superficie algo caótica a un espacio relativamente ordenado.
“Es que si no te ordenás, es imposible”, dice el coach y guionista Ernesto Muniz. Él reconoce la situación de la persona que entra en un estado parecido a la angustia (o incluso el pánico), y la ha visto en muchos de los alumnos que pasaron por sus talleres para pararse ante una audiencia y contar chistes o anécdotas divertidas, como “standaperos” (ver recuadro).
Y el miedo a quedar mal ante aquellas personas con las que uno comparte el día a día, es un poderoso combustible para alimentar ese proceso de ordenamiento.
Además, tener que prepararse para expresarse ante una audiencia no solo puede estimular a que uno empiece a transitar por un sendero más ordenado y prolijo a nivel individual. También podría arrojar como beneficio adicional una mejora en cuanto a la vida laboral.
DESARROLLO PROFESIONAL. La universidad virtual estadounidense University of the People, de California, publica en su web oficial una lista de las posibles ventajas que surgen cuando uno empieza a dar discursos o presentaciones en público.
Entre ellas, se destaca que saber expresarse ante una audiencia puede repercutir positivamente sobre la vida profesional de cualquiera.
“Cuando sos un buen orador público, te sentirás más cómodo en entrevistas de trabajo, tendrás más chances de poner a otros de tu lado y convencer a tus jefes de que te otorguen un aumento. También podrás destacarte entre tus compañeros. La mayoría evita el foco de la atención, pero si tenés habilidades oratorias eso te dará confianza para ubicarte bajo la luz de ese foco”, explican.
Hay más. Saber hablar en público puede favorecer la creación de un círculo social más amplio y variado. De acuerdo a esa misma lista de University of the People, “Cuando uno practica sus habilidades retóricas, puede representar a otros, a una causa, y encontrará a una tribu de seguidores que lo rodearán y apoyarán, porque esa gente compartirá valores contigo”.
Además, de acuerdo a esa exposición tener este tipo de habilidades posibilita que el individuo se sienta más cómodo en un grupo, sobre todo cuando la atención de este se dirige hacia esa persona. Eso facilitará el forjar nuevos vínculos. Y no solo se trata de lazos en lo laboral. Un buen desempeño como orador probablemente lleve a presentaciones más allá del ámbito profesional: “Cuanto más hables en público, más gente conocerás. Como por ejemplo otros expositores en tu área profesional”.
AVANCES PERSONALES. No es solo en el área profesional que las habilidades retóricas pueden dar pie a avances y desarrollos. Más allá los beneficios señalados por University of the People, Magnetic Speaking —empresa especializada en capacitar en oratoria— señala dos importantes beneficios personales y subjetivos de aprender a expresarse en público.
Uno de ellos es que uno puede empezar a comprender la importancia de la empatía. “Los mejores oradores saben que sus discursos y exposiciones son para el beneficio de otros. Uno de los más grandes errores que se cometen en este campo es enfocarse en uno mismo. Ese tipo de oradores generan incomodidad, y no conectan con la audiencia”.
Otro, e igual de importante, es que se aprende a controlar los pensamientos y emociones. “Hablar en público te hará muy consciente de lo que ocurre en tu cerebro. Te obligará a darte cuenta sobre tus pensamientos y sobre el crítico que todos llevamos dentro. Los mejores oradores siguen poniéndose nerviosos antes de comenzar su discurso, pero también saben cómo controlar los pensamientos para transformar sus nervios en expectativas y excitación. Para citar a Buda: ‘Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado’”.
Desarrollar la oratoria contribuye a tener una actitud más ordenada ante tareas laborales
Dominar la retórica puede contribuir, además, a una mayor satisfacción interna