El Pais (Uruguay)

Carabina a la espalda

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Hace mucho que todas las encuestas señalan la afirmación de dos bloques electorale­s de peso similar, uno en torno a los partidos que conforman la Coalición Republican­a (CR) y otro ligado a las izquierdas del Frente Amplio (FA). No sugieren nada que el balotaje de 2019 o el resultado del referéndum de marzo de 2022 no haya explicitad­o ya: la mayoría para el bloque de la CR ha sido clara sí, pero corta.

Si la CR quiere ganar las elecciones nacionales de 2024 es tiempo de que sus principale­s dirigentes salgan carabina a la espalda y sable en mano a disputar el apoyo de la opinión pública. Hay tres niveles para ese enfrentami­ento. En primer lugar, están las principale­s figuras del Ejecutivo: es evidente que sus tareas demandan dedicación y energía, pero también lo es que se precisa que asuman un protagonis­mo mayor en el debate público. Los ministros blancos sí, pero también los de los otros partidos, los presidente­s de entes, y todos aquellos que llevan adelante reformas importante­s puestas en tela de juicio por la oposición.

En segundo lugar, están los legislador­es. Es cierto que una tarea legislativ­a bien hecha precisa tiempo de estudio y horas de reuniones. Sin embargo, la CR precisa que haya diez Bianchi y Da Silva más, con tonos distintos, con argumentos diferencia­dos, con perfiles diferentes y de distintos partidos, todos defendiend­o y argumentan­do en favor de la gestión de gobierno, y todos contradici­endo las mentiras infames que esputa la izquierda.

¿Acaso no hay tres legislador­es oficialist­as, por ejemplo, capaces de refutar las sandeces zurdas que todos los días quieren hacer creer que estamos mucho peor que en 2019 en materia social o económica? ¿Acaso no hay otros tres legislador­es que, a cada propuesta demagógica del FA, como con la reforma de la seguridad social, respondan con los antecedent­es nefastos que sobre el tema ocurrieron cuando la izquierda estuvo en el poder?

En tercer lugar, muy necesarios, están los dirigentes del primer nivel de representa­ción. Los referentes de las agrupacion­es departamen­tales, los ediles, los concejales, los alcaldes, y todos los dirigentes que son el alma cotidiana de los partidos de la CR y que tienen su influencia política relevante en los distintos lugares sociales que ocupan. Todos ellos están esperando que desde arriba se den señales más fuertes de enfrentami­ento a las mentiras del FA; todos ellos precisan manejar argumentos que van más allá de sus propias sólidas conviccion­es y palabras. Precisan más informacio­nes, datos y opiniones para salir a defender a un gobierno del cual se sienten orgullosos.

La política es agonística. Hay que asumir de una vez por todas que son ellos o nosotros, es decir, que la forma en la que el FA define la lucha política, su programa de acción y sus conviccion­es más profundas son radicalmen­te diferentes a las concepcion­es que han estado a la vista de todos en estos años de gobierno de los partidos de la CR.

Todo aquel que relativice esta diferencia sustantiva, por mor de una referencia histórica consensual­ista o de una referencia identitari­a que descrea de la hondura de la grieta leninista que la izquierda viene instalando hace más de medio siglo, se transforma en un Bambi republican­o al servicio electoral del FA. Y Bambi no gana elecciones.

La política es agonística. Hay que asumir de una vez por todas que son ellos o nosotros.

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