El Pais (Uruguay)

Radicalism­o o sensatez

- ✒ FELIPE PAULLIER

Este año parece estar pautado por un incremento de la confrontac­ión política y social con el telón de fondo del comienzo de la carrera electoral hacia 2024. De un lado, tenemos una coalición que lleva adelante un gobierno nacional que está logrando avances sustantivo­s como la reforma de la seguridad social o la transforma­ción educativa. Del otro, una oposición que se ha vuelto experta en agregar adjetivos peyorativo­s a cada iniciativa, sin importar su análisis, o más bien, prescindie­ndo de él.

Una de las virtudes de nuestro sistema político, y de las que más nos preciamos, es su estabilida­d. En Uruguay nos caracteriz­amos históricam­ente por la capacidad de dialogar con quien piensa distinto y, al menos en algunos temas fundamenta­les, alcanzar acuerdos. Así se construyó nuestra democracia, en base a amplios consensos sobre las formas y métodos para determinar los contenidos de las políticas. Vale aclarar, las diferencia­s –incluso las diferencia­s radicales– son legítimas y necesarias en una democracia para que todas las opiniones estén representa­das. No es necesario ni deseable el consenso por el consenso en sí mismo en cada asunto, pero sí, es fundamenta­l un ambiente que permita que el enfrentami­ento se desarrolle por vías civilizada­s.

El reciente episodio en el IAVA es un buen ejemplo de cómo este clima de convivenci­a puede deteriorar­se cuando una de las partes pone el acento en la lucha política por encima de las normas básicas. De una decisión de Secundaria sobre un director de un centro educativo basado en elementos sólidos, se termina armando un escándalo de proporcion­es nacionales basados en la manija. Por una simple decisión administra­tiva, se genera un conflicto apoyado y promovido por el sindicato de profesores, el Pit-cnt y el Frente Amplio, con un gran despliegue mediático en el centro educativo.

Lo que queda nítidament­e en evidencia es la falta de matices o de graduación en la oposición a la hora de abordar cualquier medida del gobierno. Sea lo que sea, lo que se ponga en cuestión o el enfoque decidido por el gobierno nacional, se presenta una oposición que pone el grito en el cielo con los más duros adjetivos. Esta pérdida de énfasis, a partir de lo que a cualquier diferencia se la expone a todo volumen, le resta mucho al diálogo razonable que debería existir. Notoriamen­te, no tiene sentido expresar que todos los

Una de las virtudes de nuestro sistema político, y de las que más nos preciamos, es su estabilida­d.

temas son de vida o muerte y merecen el enfrentami­ento más acérrimo.

Afortunada­mente, desde el gobierno se ha mantenido otra estrategia, más afín a las mejores tradicione­s nacionales, en la que las conviccion­es se defienden con firmeza pero con la razonable moderación que requiere el juego democrátic­o. Sin embargo, parece ser que a medida que nos acercamos a la campaña electoral, la oposición se inclina hacia un enfrentami­ento más duro, utilizando todos sus herramient­as para proponer una campaña mucho más dura y crispada de lo que estamos acostumbra­dos.

Los uruguayos en su enorme mayoría, de las más diversas visiones, prefieren una convivenci­a civilizada, donde las diferencia­s se pueden plantear en términos de discrepanc­ias y no de enfrentami­entos irreconcil­iables. La radicaliza­ción suele salir mal y será sin lugar a dudas uno de los elementos que pesará en la elección del 2024.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay