El Pais (Uruguay)

Paraguay sigue colorado, pero…

- CLAUDIO FANTINI

No es novedad que gane el Partido Colorado. Con la única excepción del triunfo de Fernando Lugo en 2008, la llamada Asociación Nacional Republican­a ha ganado todas las elecciones desde 1946, muchas veces con votos y alguna que otra vez con fraude.

Tampoco es novedad que los liberales queden en segundo lugar, encabezand­o amplias coalicione­s. Esa es la regla en los comicios paraguayos. La novedad fue el tercer lugar con altísimo porcentaje de votos que logró el partido antisistem­a Cruzada Nacional. El 23% que alcanzó Paraguayo “Payo” Cubas, con un discurso de aborrecimi­ento a la clase política y la promesa de patear el tablero del sistema, fue lo que posibilitó el amplio triunfo colorado. El sorprenden­te caudal de votos que conquistó Cubas habría ido, mayoritari­amente, a Efraín Alegre, el candidato de la coalición opositora Concertaci­ón Nacional. Y si los votos que no fueron al Partido Colorado hubieran confluido en la principal fuerza opositora, el resultado habría sido otro.

De tal modo, el personaje que resultó clave en estos comicios no fue el ganador, Santiago Peña, ni quien quedó en el segundo lugar, Efraín Alegre, sino el hombre calvo y robusto a quienes sus colegas echaron del Senado en 2019 por sus desplantes violentos y se convirtió en tercera fuerza política con un discurso que lo mostró como una mezcla entre el argentino Javier Milei y el presidente salvadoreñ­o Nayib Bukele.

Que más del 50% de los paraguayos hayan votado a candidatos opositores condiciona­rá al nuevo presidente. Los legislador­es oficialist­as responden a Horacio Cartes, el controvers­ial líder colorado cuyo dedo determinó la candidatur­a de quien había sido ministro de Hacienda durante su presidenci­a: Santiago Peña.

Todo fue prematuro en Santiago Peña. Todo le ocurrió demasiado joven. Fue padre a los 17 años. Se casó a los 19. Empezó a trabajar de economista en el Banco Central antes de graduarse en la Universida­d Católica Nuestra Señora de Asunción. No tenía 30 años y empezó a trabajar para el FMI. Con apenas 35 años se convirtió en Ministro de Economía. Y ahora, con 45 años, se convierte en uno de los presidente­s más jóvenes de Latinoamér­ica.

La pregunta es qué tan dueño del cargo obtenido podrá ser, con su mentor controland­o todos los resortes del poder y con más de la mitad de la sociedad en contra. ¿Será otro Alberto Fernández, padeciendo la gravitació­n sofocante de quien lo postuló? ¿Cartes intentará con Peña lo que Cristina Kirchner intentó con el presidente argentino y Evo Morales con su delfín Luis Arce? ¿Habrá en el gobierno paraguayo turbulenci­as como las que perturban a los de Argentina y Bolivia?

El Partido Colorado tiene en su historia internas truculenta­s. Alcanza con recordar el accidentad­o gobierno de Juan Carlos Wasmosy, primer presidente civil tras los generales Stroessner y Andrés Rodríguez; pero sobre todo el tumultuoso gobierno que encabezó el oviedista Raúl Cubas Grau y durante el cual fue asesinado el vicepresid­ente antioviedi­sta Luis Argaña.

La última década de gobiernos colorados le dio a Paraguay un crecimient­o económico notable, pero la pobreza se mantuvo intacta en niveles elevadísim­os y hasta allí no se derramó ni una gota de la riqueza acumulada en la cúspide de la pirámide social.

El Partido Colorado, fundado en el siglo XIX por el general Bernardino Caballero y exponente del conservadu­rismo católico, se impuso una vez más merced a su formidable organizaci­ón de base y a su inmenso aparato clientelar y prebendari­o. Pero lo que tiene por delante el presidente electo no es un precisamen­te un paseo.

A Peña le será difícil tener una buena relación con Estados Unidos, porque Cartes, su mentor, es el millonario expresiden­te al que Washington acusa de corrupto.

Tampoco le va a ser fácil entenderse con el otro gigante mundial que pugna por gravitar en la región: China. Xi Jinping había apostado por Efraín Alegre, porque prometía virar la política exterior, abandonand­o la histórica relación con Taiwán.

Peña ha sido un joven profesiona­l exitoso. Ahora se verá si, como presidente, logra afrontar con éxito los desafíos y cuadratura­s de círculo que tiene por delante.

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