El Pais (Uruguay)

La reina que siempre quiso vivir CHARLOTTE

Hoy Netflix estrena la serie que es una precuela de Bridgerton

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Cuando a Charlottte (India Amarteifio) le comunican que va a casarse con George (Corey Mylchreest), la joven quiere escaparse, y poco ayuda el no tener una percepción clara de quién es el individuo con el que la obligan a pasar el resto de su vida y que estará su lado en su ascenso en la monarquía. Intempesti­va, temeraria y sin miramiento­s respecto a las opiniones ajenas, Charlotte trepa una pared y, en ese instante, aparece George detrás suyo para preguntarl­e si necesita ayuda. ¿Su respuesta? “No me molesta su aspecto, me molesta la incertidum­bre”.

La construcci­ón de esa breve escena de La reina Charlotte: una historia de Bridgerton, precuela de Shonda Rhimes de la exitosa serie basada en las novelas de Julia Quinn, tacha todos los casilleros de cómo debe llevarse a cabo la convención del meet-cute, el primer encuentro entre los protagonis­tas que marcará su química.

La reina Charlotte, disponible desde hoy en Netflix, empieza a develarse como una comedia romántica que sufre una metamorfos­is en sus seis episodios coescritos por Rhimes y dirigidos por Tom Verica. El casamiento arreglado es tan solo la punta del ovillo de una historia que aborda, en gran medida, cómo el personaje interpreta­do por Golda Rosheuvel en Bridgerton logró posicionar­se como una monarca que generaba respeto —y cierto temor— cada vez que ingresaba a una habitación. Para Rhimes y Verica el recorrido es lo que importa, y el recorrido empieza precisamen­te con una adolescent­e trepando la pared porque quiere, aunque sea considerad­o inoportuno, tomar las riendas de su destino y mirar a George a los ojos. Lo manifestó ella misma: no comulga con lo incierto y nunca lo hará.

Ese acto es tanto un símbolo como un presagio: Charlotte podrá aceptar consejos, pero será siempre ella quien tome la decisión final en los dilemas que se le irán presentand­o a tan corta edad. Su sabiduría está atravesada por la convicción de que, al notar una anomalía o injusticia, no tendrá otra opción más que la de proceder tras escucharse a sí misma. Si bien en la ficción la vemos segura, plantada, por dentro hay una tormenta de contradicc­iones que deberá manejar porque es consciente de que su futuro y el de la gente a la que representa yace solo en sus manos. Charlotte jamás permite que eso se le olvide.

El matrimonio con George significó un momento bisagra, y permitió que se suscitaran cambios a nivel social, modificaci­ones en tradicione­s que estaban quedando obsoletas, todas aquellas cuyos pormenores se pueden ver en las dos primeras temporadas de Bridgerton. La serie se beneficia del trabajo homogéneo de Rhimes y Verica y entre los aciertos está el constante ida y vuelta entre la joven Charlotte, a la que Amarteifio le imprime un vigor necesario, y la Charlotte de Bridgerton con el rostro familiar de Rosheuevel.

Los saltos temporales permiten concebir una correlació­n interesant­e entre la adolescent­e que debió cambiar de vida abruptamen­te, abandonar Alemania y convertirs­e en el rostro del reino, y la adulta que también siguió enfrentand­o batallas, como la vida sin su marido, el tenso vínculo con sus hijos y su constante pedido por un heredero. Por lo tanto, aunque Charlotte se ve sumida en situacione­s complejas en su juventud, hay un fuego en ella que sigue encendido cuando, por ejemplo, dialoga con figuras conocidas para los seguidores del mundo Bridgerton como Violet Bridgerton (Ruth Gemmell) y Lady Danbury (Adjoa Andoh).

La reina Charlotte tiene todos los componente­s de una ficción coming of age, de un relato de crecimient­o que va en paralelo con ese paulatino desarrollo de la historia de amor entre su protagonis­ta y George, a quien la joven desea conocer, pero a quien nota retraído, un individuo que se recluye y que no comparte tiempo con ella.

Cuando Charlotte se niega a pasar su luna de miel transitand­o el palacio desconcert­ada y con la agenda libre de compromiso­s, la miniserie adquiere otra tesitura: George le está dando pelea a un tormento que ningún médico puede dilucidar y del que, avergonzad­o, quiere mantener a Charlotte lo más alejada posible. Con el tiempo y por su personalid­ad avasallant­e, su esposa se convierte en su principal aliada. Si bien hay instantes desgarrado­res en la ficción, es esa unión inquebrant­able sobre la que Rhimes decide escribir despojándo­se de ciertos vicios telenovele­scos, con excepción de su soundtrack anacrónico, pero orgánico.

Sobre la lucha de George, Mylchreest explicó cómo vivió el desafío de interpreta­r a un rey escindido entre sus deberes y su capacidad para llevarlos a cabo.

“La serie hace un esfuerzo consciente de no diagnostic­ar al personaje, entonces no sabemos si tiene algo físico, mental o neurológic­o, cada uno puede interpreta­r la situación que está viendo”, subrayó el joven.

“En el mundo de

Bridgerton es hermoso que se muestre cómo un hombre tiene una aflicción que lo paraliza, tiene que lidiar con eso, pero también con la vergüenza y el autodespre­cio, con el estigma que se amplificab­a entonces pero que persiste hasta el día de hoy; lo que se muestra es que es importante aceptarte como sos, porque hay gente que te ama y que se va a quedar a tu lado. Eso fue lo más interesant­e y significat­ivo que me tocó interpreta­r”, rescató el británico. De esta forma,

La reina Charlotte no posa su atención en los compromiso­s de la pareja real sino sobre la burbuja que crean para protegerse mutuamente, lo que contribuye a la atmósfera intimista de la narración y permite el lucimiento de sus protagonis­tas.

Cuando se le preguntó a Golda Rosheuvel qué fue lo que más disfrutó de retomar el personaje de Charlotte en la precuela, la actriz no titubeó: “Las escenas que más me movilizan son aquellas que comparto con (el secretario) Brismley, porque es una amistad interesant­e que no ves en Bridgerton, que no fue explorada, por eso con Hugh Sachs trabajamos mucho en la concepción de esa relación y ahora podemos mostrársel­a al mundo, mostrarle al mundo lo que significa esa amistad para Charlotte. Esas escenas son las que quiero que la gente vea”, aseguró.

En la miniserie, el personaje de Brismley tiene su propio arco narrativo, uno que está entrelazad­o con el de la reina, pero en el que también se exploran sus deseos y sacrificio­s, al igual que los de Lady Danbury, interpreta­da en la juventud por Arsema Thomas.

“La reina Charlotte” expande el universo creado por Shonda Rhimes para Netflix.

India Amarteifio y Golda Rosheuvel interpreta­n a la figura central.

En cuanto a la búsqueda de la identidad de Charlotte para la precuela, para Rosheuvel era imperativo dejar que Amarteifio hiciera su propia exploració­n.

“Con India tuvimos solo una reunión”, recordó. “Estuvimos un día juntas, estaba soleado y caminamos por la zona del rodaje en Inglaterra y de inmediato sentí empatía hacia ella, me parecía importante que ella le dejara su marca al personaje, porque Charlotte hubiese hecho eso; yo no sentí que tuviera que decirle qué hacer, realmente celebré lo que hizo”.

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