Espejo anticipatorio
En nuestro editorial de ayer destacábamos la diferencia de los modelos uruguayo y argentino, una distinción muy significativa si se tiene en cuenta que la oposición nacional está ideológicamente alineada con la administración kirchnerista-albertista, que ha destrozado literalmente la economía del país vecino.
En tal sentido, resulta muy interesante analizar el video que lanzó la semana pasada el presidente Fernández para justificar que se bajaba de la candidatura a la reelección. En el afán de justificar la debacle, apunta a tres causas: la pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía.
Los mismos tres problemas viene enfrentando el gobierno uruguayo y, sin embargo, los resultados económicos y sociales son bien distintos. Solo esa evidencia alcanzaría para demostrar que los epígonos locales del presidente argentino “clase A”, de ganar las próximas elecciones, nos conducirían al abismo sin escalas. Es bueno que los uruguayos tengamos en la realidad del país hermano una especie de espejo anticipatorio de lo que nos podría pasar si ponemos el gobierno en manos de estos adalides del asistencialismo, el despilfarro y los impuestazos.
Hace unos días, la inesperada dirigente opositora argentina, que paradójicamente funge de vicepresidenta, le ha respondido a un exrepresentante del FMI que criticó su gestión, que “entre el año 2005 y el 2015, que ustedes no estuvieron en nuestro país, los argentinos y las argentinas vivíamos mejor” .Yanose puede decir que el comentario es curioso; solo puede calificarse de insólito. ¡En el mismo momento en que su gobierno golpea las puertas del organismo internacional en busca de un nuevo salvataje, lo culpa de los mismos males que lo aquejan!
¿Recuerda el lector aquella trampa que una cadena de noticias internacional tendió a nuestro expresidente Jorge Batlle, grabándolo mientras bramaba off the record aquello de “son todos unos chorros del primero al último”? Vale la pena volver a ver ese video (está disponible en Youtube). En una de sus habituales “combustiones espontáneas”, Batlle cuestiona a un periodista argentino porque este había comparado las causas de la crisis de ambas naciones. Su enojo provenía justamente de lo que escribíamos ayer: que ambas realidades eran bien diferentes. El periodista le retrucó que la culpa de la crisis argentina la tenía el FMI —¡más o menos lo mismo que está diciendo Cristina Fernández 20 años después!— y la respuesta airada de Batlle fue de una vigencia que asombra: “Si no quiere ir al Fondo Monetario, señor, no vaya. Es la tragedia de los argentinos. Los argentinos se pasan buscando quién es el culpable de no ayudarlos, y no se dan cuenta de que tienen que ayudarse a sí mismos”.
Culpan a la pandemia, a la guerra, a la sequía, al FMI, pero insisten en errores de conducción económica que responden al catecismo típico de la izquierda latinoamericana de los Castro, Chávez y Mujica.
Colocar la responsabilidad de sus yerros en canastas ajenas es una de sus estrategias favoritas. El pasado 22 de abril, en ocasión de celebrarse el Día Internacional de la Madre Tierra, el infaltable Nicolás Maduro publicó en su cuenta de Twitter: “Hoy la Humanidad padece los efectos del cambio climático: terremotos, sequías, tormentas e inundaciones con devastadoras consecuencias. No nos cansaremos de decirlo: es el capitalismo la verdadera causa de esta tragedia que
Un confeso votante fraybentino del Frente Amplio se enorgullece ante las cámaras de la televisión de llenar dos carros de supermercado por mes del otro lado de la frontera, e invita a sus correligionarios a hacer lo mismo.
amenaza la vida en el planeta. ¡Cambiemos el sistema!”. A ello agregó su ministra de Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez: “El modelo capitalista actúa como depredador, que responde a la mercantilización de la naturaleza”. Pero un cable de EFE contrasta estas declaraciones, destacando que distintas ONG critican a la dictadura venezolana por los daños a la naturaleza ocasionados por la explotación minera en el sur del país “que está contaminando ríos y desplazando a comunidades indígenas, algunas veces tras enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad”.
Y mientras tanto, en Uruguay, un confeso votante fraybentino del Frente Amplio se enorgullece ante las cámaras de la televisión de llenar dos carros de supermercado por mes del otro lado de la frontera, e invita a sus correligionarios a hacer lo mismo, porque según él, la diferencia cambiaria es una mala política del gobierno de Lacalle Pou. Por supuesto que ningún dirigente del FA salió a desmentirlo, porque para pegarle al presidente cualquier monedita sirve, incluso la de quien así reivindica a las risas la traición al comercio y al trabajo de los uruguayos. Son dos modelos bien distintos, cada día está más claro.