El futuro ya está aquí
Mientras aquí se discute y se paraliza la Enseñanza no ya por la reforma imprescindible que está en marcha sino también por un deteriorado salón sin ventanas en el local del IAVA, que se pretende preservar como si se tratase de la cueva de los Papiros del Mar Muerto, el mundo nos avisa que lo que viene es una revolución educativa y tecnológica para la que no estamos preparados. Ese pequeño reducto del pasado no será demolido para hacer ninguna rampa: será aniquilado por la evolución, como le ocurrió a los dinosaurios.
En tanto, el 1° de Mayo los oradores se desgañitaron hablando contra todo y en especial contra la reforma jubilatoria, y algún gurú siempre ocurrente reclamó bajar la jornada laboral a seis horas, el mundo nos avisa que pronto y en algunos empleos u oficios no se trabajará ni ocho, ni seis horas, porque la robótica y la Inteligencia Artificial sustituirán a los humanos en cientos de tareas. Las que queden deberán adaptarse a lo que a la larga la realidad habrá de imponer y en seis o cuatro horas se repartirá el trabajo personal. Para enterarse mejor pueden leer el recientemente publicado libro “Toolbook: herramientas para comprender el mundo que viene”, de Alejandro Curcio. Un análisis claro y conciso de lo que nos espera de un hombre de empresa preocupado por el presente pero en especial por el futuro.
Y si salimos del paisito y nos vamos un poco hacia el norte, comprobaremos con asombro que en Hollywood los guionistas de cine están de huelga y eso está retrasando las producciones cinematográficas de series, largometrajes y programas periodísticos de entrevistas. En términos sencillos, los guionistas de Hollywood desean mejores condiciones laborales. Más allá de que sus reivindicaciones son legítimas, estos escritores ignoran que en cualquier momento su trabajo intelectual podría ser realizado por aplicaciones de Inteligencia Artificial.
Los ejemplos anteriores son solo algunos de los que hoy se destacan en el país y el mundo. El escenario pospandemia ha cambiado tanto que hasta es difícil hacer pronósticos sobre lo que sea, porque la velocidad de los cambios supera a veces la capacidad de entenderlos. Sin embargo, si se atiende a lo que sucede por aquí, da la impresión que vivimos en un territorio inmune a lo inexorable y a lo contingente. Pero además, con una capacidad asombrosa para contradecir cifras y verdades comprobadas al influjo de mentiras que se lanzan al voleo y son creídas por muchos para luego difundirse en las redes.
La convivencia de lo fehaciente y demostrable con lo falso o fantasioso configura un ambiente en el cual se bloquea todo pronóstico serio sobre el futuro. En el caso de la inevitable reforma de la seguridad social, postergada por quienes estuvieron 15 años en el poder y no la encararon, ya se anuncian medidas de “democracia directa” para modificarla o lo que sea que se argumente para trancar los cambios. Pero el futuro nos pronostica y el mundo nos avisa que el aumento del promedio de edad de las personas determina que la mantención de las mismas luego del retiro será un asunto crítico para los activos. No solo aquí. Lo será en Francia, en España y en todos los países en donde las clases pasivas son protegidas y respetadas. Muchos, por acá, todavía razonan con lógica de parroquia ante temas que no admiten el cálculo electorero y el perfilismo de barricada.
Hace años, una película estrenada aquí bajo el título “Cuando el destino nos alcance”, de 1973, dirigida por Richard Fleischer, contaba que en el año 2022, la población de Nueva York, unos cuarenta millones de habitantes, vivía en condiciones miserables. Para combatir el hambre se había creado un alimento sintético, el soylent green, pero el policía encarnado por Charlton Heston y el viejo Edward G. Robinson, sobreviviente de otra época, sospechan que detrás del nuevo alimento había algo inquietante. No se trataba de plancton la materia prima del alimento, en realidad procesaban cadáveres humanos para fabricarlo.
Esa distopía, que cumple medio siglo de estrenada y se desarrolla el año pasado, es un buen ejemplo para especular en donde estamos. Hace 50 años el guionista que hoy estaría en huelga imaginó un mundo sobrepoblado y carente de alimentos. Es exactamente el mundo que hoy se vislumbra, aunque New York no lo padece y la información no lo muestra, salvo en los anuncios televisivos de Unicef sobre la carencia de agua y comida de niños africanos.
En una columna publicada hace unos días, el Dr. Hebert Gatto analiza uno de los factores de la ecuación nacional, la izquierda opositora y sus aspiraciones para el país. Entre sus lúcidas reflexiones, el columnista asevera que la oposición carece de otro camino que no sea proponer, sin mayor entusiasmo, un vago capitalismo de mercado humanizado, pero que a su vez no caiga en las experiencias socialdemócratas de las que la izquierda radical abjura. Ante esto agrego: sería bueno conocer el grado de conocimiento y pronóstico que hoy tiene la oposición sobre el futuro. Muchos de ella creen que el futuro es un invento de la ciencia ficción o el dorado reino de las utopías irrealizables. Otros pensamos que el futuro ya está aquí.
El mundo nos avisa que lo que viene es una revolución tecnológica para la que no estamos preparados.