Más golpes bajos
El déficit hídrico padecido por nuestro país, y que afecta a una amplia región sudamericana provocado por el fenómeno climático “La Niña”, dejó al descubierto la falta de visión y previsión demostrada por las tres administraciones frenteamplistas sucesivas que dirigieron los destinos de nuestro país.
Ya se conocía a cabalidad la fragilidad del sistema de abastecimiento de agua potable de la zona metropolitana. Reservas vulnerables, distintos niveles de contaminación registrados endémicamente en diferentes zonas de la cuenca del río Santa Lucía, los serios problemas provocados por los lodos contaminantes en Aguas Corrientes, son realidades de vieja data, muy bien conocidas por los especialistas, las autoridades de turno y también por la población en general.
Sin embargo, nada hicieron para remediar un problema que tarde o temprano nos iba a complicar la vida.
Y cuando nos referimos a esa inacción estamos subrayando que, el hecho de reflotar la vieja idea de construir una represa en el arroyo Casupá para aumentar las reservas disponibles y no hacerla, solo fue un infantil intento de crear en la opinión pública la sensación de que se encaraba una verdadera solución al problema.
A lo largo de sus quince años en el gobierno y a pesar de que el país vivió una histórica bonanza económica, nada de todo ese dinero se destinó a obras de infraestructura que garantizaran por mucho tiempo, el suministro de agua de calidad a más de la mitad de la población uruguaya. Solo se dejó planteada la idea para las futuras autoridades.
La actual administración, a pesar de que tuvo que afrontar desde el inicio el enorme e inesperado impacto socioeconómico de la pandemia, igualmente afrontó el desafío.
Desde el punto de vista técnico consideró que, si existían otras alternativas no era conveniente continuar recargando a la ya afectada cuenca del Santa Lucía. Así surgió el proyecto Neptuno que utilizará como fuente hídrica al Río de la Plata.
Es obvio que se trata de un recurso que no se verá afectado por ninguna futura sequía, aunque tiene el inconveniente que son aguas de estuario, y contienen un grado importante de salinidad.
Los estudios técnicos avalan que este inconveniente no impide la viabilidad económica del proyecto pensado como un respaldo de agua potable para cuando se presenten necesidades extraordinarias, como las actuales.
Cuesta creer que el gobierno pudiera encarar este gran desafío económico en tiempos de tantas dificultades. ¿Cómo lo hizo? Recurriendo a la inversión privada. Ella se encargará de la construcción y del mantenimiento de sus instalaciones, mientras que OSE será responsable de toda la operativa. De esta forma el suministro de agua potable seguirá estando en manos estatales como lo marca la Constitución de la República.
En lugar de valorar la responsable decisión gubernamental de concretar una solución al problema por muchas décadas, la oposición —que nada hizo cuando debió hacerlo— intenta darle un golpe bajo atribuyéndole responsabilidad en la aguda sequía que padecemos como consecuencia de tres años seguidos del fenómeno “La Niña”.
Nada hicieron para remediar un problema que tarde o temprano nos iba a complicar la vida.